La obesidad infantil es muy prevalente y conlleva al padecimiento de graves comorbilidades en la edad adulta; por ello, las autoridades y las organizaciones sanitarias han desarrollado numerosas campañas divulgativas y preventivas, solicitando el compromiso y colaboración de diversos profesionales sanitarios, como pediatras, endocrinólogos o enfermeras1, sin tener en cuenta el potencial papel preventivo de estomatólogos y odontólogos de atención primaria.
La etiopatogenia de la obesidad es multifactorial, interviniendo numerosos factores de riesgo, algunos con una implicación bien esclarecida, otros con un papel más controvertido, como es la posible capacidad obesígena de la microbiota oral (infectoobesidad), donde se argumentan 3 posibles mecanismos. El primero se basa en su capacidad de incrementar la eficacia metabólica del tracto gastrointestinal; así, pequeños incrementos en la ingesta (100 calorías/día), sin cambios en la dieta y en el ejercicio, incrementarían la grasa corporal (4,5kg/año). El segundo mecanismo infectoobesígeno sería la promoción de un incremento del apetito y de la ingesta debido a su capacidad de modificar el equilibrio entre la leptina (disminuyéndola) y la grelina (aumentándola). El tercer mecanismo sería su capacidad de alterar algunas vías metabólicas energéticas, facilitando la resistencia tisular a la insulina, mediante el incremento de los niveles del factor de necrosis tumoral y, por otro, reduciendo el nivel de adiponectina; ambas favorecerían la acumulación de grasa corporal en el huésped2.
Dado que el nivel cuantitativo de la placa dental es factible medirlo de forma sencilla y objetiva mediante índices de placa dental3, se planteó el estudio con el objetivo de evaluar la asociación del sobrepeso y la obesidad con los niveles de placa dental y lingual detectados, en una población de niños de 6 años de edad.
El estudio, de tipo observacional, transversal, de base comunitaria, fue autorizado por el Comité Ético de Investigación Clínica Regional del Principado de Asturias, se realizó entre enero del 2012 y febrero del 2014, en la Unidad de Salud Bucodental del Centro de Salud Vallobin (Oviedo).
Las variables evaluadas fueron: género; historial de caries, índice CAOD (normativa OMS), índice de placa dental (IPD), índice de placa lingual (IPL), peso y edad gestacional al nacer, tipo de lactancia, índice de masa corporal (IMC) actual percentilado según las especificaciones de la OMS4.
La muestra incluyó a 575 niños de 6 años de edad (62,1% de la población protegida), 51,9% varones y 48,1% niñas. De ellos, el 7,2% (IC del 95%, 4,94-9,32) y el 5,6% (IC del 95%, 3,6-7,52) cumplían respectivamente criterios de sobrepeso y obesidad.
Un IPD alto se observó en el 7,1% (IC del 95%, 4,9-9,32) y medio en el 20,5% (IC del 95%, 17,13-23,91), resultando presentar un nivel alto de placa dental un factor de riesgo para un IMC percentilado de sobrepeso (p=0,002; OR=3,92; IC del 95%, 1,55-9,91). La detección de un nivel medio y alto de placa dental se relacionó con un IMC percentilado de obesidad (p=0,003; OR=3,14; IC del 95%, 1,4-6,95, y p=0,04; OR=4,29; IC del 95%, 1,45-12,66, respectivamente).
Un IPL positivo se detectó en el 8,9% (IC del 95%, 0,24-0,86) de los niños con sobrepeso y en el 8,3% (IC del 95%, 0,21-0,79) de los obesos, pero no se registró una asociación estadísticamente significativa (p=0,23 y p=0,06, respectivamente).
El índice CAOD fue 0,33±1,348, más elevado en los varones (0,46 vs. 0,21), aunque el historial de caries fue más alto en las niñas (56,3%, IC del 95%, 4,79-5,12 vs. 43,7%, IC del 95%, 3,45-7,32). El padecimiento de caries resultó estadísticamente significativo en los niños obesos (p=0,002; OR=4,61; IC del 95%, 1,86-9,3) y con sobrepeso (p=0,0002; OR=3,79; IC del 95%, 1,81-7,9).
El tipo de lactancia más empleado fue la materna (56,9%) y la modalidad de parto más frecuente fue la vaginal (63,8%). El 9,9% cumplió criterios de bajo peso al nacer y el 9,4% de prematuridad. De estas variables, solo la asociación entre el bajo peso al nacer y el sobrepeso resultó estadísticamente significativo (p=0,003; OR=1,03; IC del 95%, 0,35-3,02).
La distribución de la variable IMC percentilado y los índices de placa valorados se exponen en la figura 1.
El desarrollo de las funciones de salud pública requiere un abordaje multidisciplinario5 y, dado que en la obesidad y la caries dental coexisten algunos factores de riesgo ambientales comunes, reforzar de forma sinérgica y desde diferentes enfoques preventivos la modificación de los hábitos dietéticos inadecuados (consumo elevado y frecuente de alimentos con alto contenido en hidratos de carbono)6, implicando a los dentistas de atención primaria, podría incidir en una mayor efectividad de las campañas preventivas contra la obesidad.