2008 ha sido el año en el que las primeras promociones de residentes de medicina familiar y comunitaria han completado su paso oficial por el medio rural. Aunque ya existían experiencias previas1 y parecía pertinente su inclusión en el Programa de la Especialidad, su puesta en marcha no ha estado exenta de ciertas dificultades. Decía el médico rural de Franz Kafka: «… ¿Qué quieres que haga? Te aseguro que mi papel nada tiene de fácil». Sin duda la docencia habría sido para él, como lo ha sido para nuestros tutores rurales, un gran reto. Siguiendo las recomendaciones generales de la Comisión Nacional de la Especialidad2, nuestra Unidad Docente decide que las características del tutor sean: tener interés por la docencia y la formación continua, que atienda poblaciones de 3.000 habitantes como máximo, manejar habitualmente historias clínicas y que el residente pueda realizar guardias en el medio rural3.
Los tutores finalmente elegidos por Comisión Asesora pueden acceder a cursos específicos de tutorización y reciben desde la unidad docente el apoyo necesario para la elaboración de su propio proyecto docente.
Los residentes de Medicina de Familia de Mérida hacen finalmente su rotación rural en el período del tercer año y durante 3 meses, ajustándose así a las recomendaciones del Programa de la Especialidad. El inicio de esta aventura no ha estado exento de contratiempos. Son muchos los candidatos a buenos tutores rurales que por el momento no han podido ser acreditados pese a su interés y los elegidos muestran sus temores ante la responsabilidad de tener que enseñar a residentes con tres años de formación eminentemente hospitalaria.
En principio todos nuestros residentes se mostraron reticentes con esta rotación. Los motivos eran variados: las dudas sobre lo que podía aportar respecto al centro de salud urbano, el hecho de tener que desplazarse lejos del lugar de origen y la mayor duración de la estancia que en unidades docentes cercanas fueron las principales trabas.
La valoración que han hecho finalmente es positiva. Destacan particularmente el vínculo tan especial que se establece con el paciente y su entorno y el papel de «moderador» tan marcado que el médico de familia desempeña en este medio; él es quien coordina el manejo de pluripatologías y además mantiene su estatus como referente social, a diferencia del médico urbano.
Los nuevos tutores por su parte, salen fortalecidos y encontrando en la docencia un aliciente personal y profesional. Ven también en este paso del residente por el medio rural, una revalorización de su trabajo diario. Esta unidad docente, consciente de que queda mucho por mejorar, pondrá todo su interés en solventar las dificultades que surjan para que la rotación rural alcance el mismo grado de desarrollo que el resto.