Sres. Directores: Resulta muy interesante el artículo publicado en su revista por Pelaez et al1 y que lleva por título «Las demandas adicionales ( «ya que...» ) en atención primaria». Como muy bien indican los autores, hay un alto número de pacientes que realizan demandas adicionales (DA) que pueden alterar nuestra sistemática de trabajo y desorganizar el escaso tiempo de consulta de que disponemos; además, es uno de los aspectos que más irritan en la consulta diaria a los profesionales de la salud2. En su trabajo se hace referencia a que algunos autores3 recomiendan como medida preventiva de estas DA realizar la pregunta «¿quería algo más?», siendo uno de los objetivos del estudio evaluar la eficacia de dicha fórmula como medida de prevención de las DA. En nuestra opinión, la utilización de la fórmula mencionada, más que prevenir la DA, lo que pretende es hacerla explícita en el preciso momento que al profesional le permite ordenar y delimitar los contenidos que tendrá la entrevista, tratando por tanto de evitar que afloren a destiempo y desorganicen la misma. No es extraño, pues, que detecten un aumento de las DA en sus resultados.
Una de las conclusiones de los autores es que utilizar la fórmula preventiva «¿quería algo más?» no disminuye las DA sino que genera un aumento de las mismas, no encontrando los motivos de esta discrepancia. Creemos que puede haber una confusión al definir la DA tras la realización de la pregunta «¿quería algo más?». En la fase de no intervención, cuando no se realiza la pregunta, se entiende por DA la aparición de nuevas consultas una vez resuelto el problema inicial («ya que estoy aquí, ¿me podría...?»). Por el contrario, cuando se realiza la intervención entienden y catalogan como DA aquellas que surgen de forma inmediata tras la pregunta, cuando este sería el objetivo y el éxito preventivo de la fórmula, no una DA; en cambio, no son analizadas las que bajo nuestro punto de vista son las DA reales: aquellas que surgieron al final de la consulta, a pesar de la intervención y que desestructuran aquélla y causan incomodidad al profesional. Por esto consideramos que la comparación debería haberse realizado con este tipo de demandas, analizándose así de forma correcta si la intervención es útil o no para prevenir las DA. Por otro lado, el tipo de intervención que se realiza nos parece que puede constituir un sesgo importante el que lo lleven a efecto 2 personas distintas, que a buen seguro poseerán estilos de comunicación diferentes.
Coincidimos con los autores en que analizar este tipo de aspectos de nuestro trabajo diario con estudios cuantitativos resulta difícil, puesto que la intervención no es igual cada vez, a pesar de que el contenido sea el mismo; interviene también nuestra disposición ese día, la relación previa con el paciente y el cupo, etc. Por ello, en este tipo de investigaciones serían de gran utilidad estudios cualitativos.