En respuesta al artículo de los doctores Alejandro Villena Ferrer et al1 recientemente publicado, desearía mostrar mis felicitaciones a los autores por su artículo, así como realizar una serie de puntualizaciones en el uso que esta revista nos permite a todos.
Felicitarles por lo acertado de vuestra frase («No se puede elegir lo que no se conoce») ya que es real como la vida misma, cuando contactamos con los alumnos del pregrado de nuestra facultad. A todos se les viene a la cabeza centros de salud llenos de pacientes en los que el médico de familia se dedica más a temas de «papeles» que a situaciones clínicas. Es lo que ellos nos comentan, si bien también te dicen que no quieren ser en el futuro ese médico de familia mediocre de una serie que a todos se nos venía a la cabeza. Tenemos para elegir varios... que para nada ha mejorado nuestra situación.
Recordar a todos que parte de la inmovilidad vetusta que nuestras universidades (y en especial facultades de medicina) está por nosotros motivada. Revisen la cuantía de solicitantes de plazas vinculadas con la universidad (casi siempre los mismos) y el porcentaje de médicos de familia que disponen de su grado de doctor universitario. Es francamente pobre, sin añadir el escaso interés que en el pregrado mostramos en general los médicos de familia. Pueden revisar el número de solicitantes de plazas docentes en atención primaria: paupérrimo.
Recalco la importancia de que tenga el alumnado una gratificante e estimulante estancia en las rotaciones que en atención primaria realicen. Es el mejor caldo de cultivo para inducir a la elección de nuestra especialidad.
Es algo digno de elogiar el «desinteresado interés» que muchos tenemos en la docencia pregrado y posgrado, dado que no se reconoce de forma económica en la mayoría del Estado y en otras tan solo se gratifica con reconocimientos en currículum y en méritos a algunas plazas. Por todos es sabido que la docencia implica un mayor esfuerzo y dedicación tanto de forma sincrónica como al finalizar la jornada laboral asistencial, sin que se reconozca de la forma e intensidad adecuada.
Entiendo que debe ser labor consensuada y colegiada de todas las sociedades de la medicina de atención primaria nacional solicitar y presionar para que exista una docencia real en todas nuestras facultades de Medicina en forma de asignatura obligatoria. No podemos entender en la realidad asistencial nacional mayoritaria que es la atención primaria de la Sanidad nacional, tenga que convivir con médicos hospitalarios que no hayan tenido un periodo de formación básico en medicina de familia y una rotación complementaria en el mismo medio durante su periodo de formación especializada durante el MIR.