Sr. Director: He tenido la oportunidad de leer la «Carta al Director» titulada «Gestores clínicos y directivos de línea en medicina de familia», donde se realiza una serie de reflexiones relacionadas con mi editorial «Medicina de familia, ¿próxima estación?»1, recientemente publicada en esta revista. Los autores sostienen la opinión de que los verdaderos gestores del sistema sanitario son los médicos, dado que son, o deberían ser, un gestor clínico que busque la excelencia clínica empleando juiciosamente los recursos que una gerencia «facilitadora» pone a su disposición. También comentan el papel de los directores de línea como gestores de unos recursos para conseguir unos objetivos asistenciales y económicos pactados. Al mismo tiempo, defienden la importancia de introducir verdaderos mecanismos de incentivación y motivación, económicos y no económicos, tanto para los gestores clínicos como para los directores de línea. Los autores lamentan que en mi editorial no se recogieran estas ideas de forma más clara.
Quisiera hacer unos breves comentarios. Mi editorial es amplio y genérico y quizás no tan preciso, pero sí pienso que frases que yo introducía van en la misma dirección.
«El médico de familia tiene que ser capaz de asumir compromisos y corresponsabilizarse de la eficiencia y colaborar con la sostenibilidad»; «el coordinador del EAP debe tener capacidad de gestión y un perfil técnico»; «que hay que motivar a los profesionales y que debe recogerse en forma de retribución variable a los profesionales, en función de los resultados (cualitativos y cuantitativos) y establecer la carrera profesional con mecanismos de incentivación y motivación suficiente»; «que hay que facilitar los cambios organizativos y de competencias que los propios profesionales sean capaces de escoger en un marco que incentive la buena práctica y los intereses de la política sanitaria»; «que la reforma de la AP debe pasar por el reconocimiento de un marco real de autonomía de gestión y de responsabilidad explícita».
Quizás en otro artículo, «Soluciones de gestión para el futuro de la atención primaria»2, mucho más específico, mi opinión esté mejor expresada. Creo firmemente en la necesidad de potenciar la descentralización de los centros y la participación de los profesionales en la toma de decisiones, y hay que aproximar los centros de decisión a las unidades de gestión, dando mayor protagonismo al compromiso en la microgestión de los profesionales sanitarios y que los médicos de familia sean los gestores-agentes de los pacientes, aumentando sus expectativas y su satisfacción, contribuyendo a establecer un nuevo marco de incentivación económica y profesional. Por otro lado la autonomía de gestión, con transferencia de riesgos y responsabilidades, y con mayor capacidad de gestión de los equipos atención primaria, implica incrementar la capacidad de coordinación y responsabilidad de los médicos de familia y de los coordinadores o directores de línea.
Creo que compartimos la opinión de que es necesario que los servicios de atención primaria encuentren nuevas formas de organizarse y que se aporten alternativas creíbles para gestionar de forma participada, más flexible y horizontal, centrando las estrategias en la eficiencia, la calidad, la satisfacción de los servicios y en el reconocimiento de la labor profesional mediante mecanismos de motivación y de promoción profesional, tras una evaluación de resultados de tipo cualitativo y cuantitativo.
Una vez finalizado el período de las transferencias sanitarias y cuando cada comunidad autónoma, cada servicio de salud, está estructurando y organizando sus organigramas y definiendo el papel de la atención primaria, es el momento de introducir mejoras en la dirección de aumentar la autonomía de gestión del médico y del director de línea, con el adecuado reconocimiento de la labor profesional mediante mecanismos de motivación y de promoción profesional. Éste es el reto de todos nosotros.