Sres. Directores: Agradeciendo el interés mostrado por nuestro trabajo1, y compartiendo que el conocimiento de las variables que influyen en la utilización de servicios sanitarios es y debe ser una constante en la mejora de la oferta que se debe brindar desde el sistema público, nos gustaría resaltar algunos conceptos que no han quedado claros para algunos lectores.
En primer lugar, los dos supuestos iniciales no se han considerado premisas para los autores, sino un punto de partida para introducir el tema. Las premisas sobre las que se basan las hipótesis a contrastar están ampliamente explicadas en el artículo, y van acompañadas de un gráfico. Respecto a los datos que aporta sobre la memoria del INSALUD, estamos de acuerdo: el coeficiente de variación ha bajado mucho en los últimos años hasta situarse en un 5,74 y el porcentaje de cobertura poblacional por EAP se ha incluido como variable en análisis precisamente porque, aunque la media es superior al 80%, las diferencias eran notables (62-100%).
En segundo lugar, estamos de acuerdo en que la base de datos de la tarjeta sanitaria individual como fuente de información sobrerrepresenta a aquellos grupos de población que más utilizan los servicios; sin embargo, esta fuente no se ha utilizado como denominador para el cálculo de los índices de frecuentación como queda expuesto en la metodología del trabajo, sino únicamente para el cálculo del porcentaje de los grupos de edad extremos, al ser la única fuente de información actualizada y que con mayor probabilidad se aproxima a la población protegida.
En tercer lugar, el índice de frecuentación es, como su nombre indica, un índice anual, no posee carácter individual y tiene que incluir tanto al paciente que acude una vez al mes a la consulta del médico por el mismo o por distintos procesos, como al que no acude en todo el año. Los aspectos organizativos del centro de salud y la variabilidad en la práctica clínica son variables que claramente están influyendo en la utilización, y que con mayor o menor acierto, y dependiendo de su disponibilidad, han intentado incluirse en el análisis como variables indirectas. En estos momentos no se dispone de variable que exprese mejor la utilización de la atención primaria por parte de la población2.
Respecto al trabajo citado3, es un buen artículo, pero no es un «original» y apunta las características clínicas como hipótesis a contrastar, no demostrando que expliquen más de la mitad de la variabilidad. Según la bibliografía revisada, no se conoce la existencia de una asociación entre áreas con mayor morbilidad o peor estado de salud y mayor utilización de servicios sanitarios4.