Sres. Directores: En primer lugar deseamos agradecer a Moreno Brea et al1 el interés mostrado por nuestro trabajo sobre el consumo de antiulcerosos en España durante la década 1988-19972. Queremos, igualmente, agradecer su aclaración sobre la confusión originada al atribuir unos datos aportados por su estudio3 a otro trabajo distinto4; por ello, también pedimos disculpas.
Los comentarios realizados en su carta acerca de las tendencias de utilización de antiulcerosos en el Distrito de Atención Primaria de Jerez (Cádiz) revelan que, a diferencia de lo que ha ocurrido en España durante el año 1997, en el que hubo un incremento en el consumo de un 15,1%, en ese distrito se produjo una disminución de algo más de un 15,6%. Los autores sugieren que la realización de diversas medidas formativas podría explicar la inversión de la tendencia observada en el citado distrito. Compartimos su punto de vista, y creemos que estas medidas son más efectivas que otro tipo de intervenciones, logrando unos resultados óptimos cuando se mantienen a lo largo del tiempo. Es por ello que, consecuentemente, necesitaríamos una mayor perspectiva temporal para valorar de modo adecuado este cambio en los hábitos de prescripción y utilización de estos medicamentos.
Los autores apuntan como explicación del menor consumo relativo de omeprazol respecto a ranitidina en el Distrito de Atención Primaria de Jerez (Cádiz) una mayor contención y racionalidad en la incorporación de novedades terapéuticas. Sin embargo, para 1997, en ese distrito, una mayor proporción del consumo en relación con el total del país, tanto de inhibidores de la bomba de protones (14,52% frente a 10,52%) como de antihistamínicos H2 (29,45% frente a 26,38) era debida a productos distintos del omeprazol y de la ranitidina; es probable que en algún caso también pudiera tratarse de novedades. No obstante, el mayor o menor consumo en términos absolutos no resulta por sí solo elocuente sobre la utilización que se hace de una medicación. Como se desprende de la carta de Moreno Brea et al1 y de nuestra réplica, no todas las novedades representan un progreso. En todo caso, y pese a las diferencias que pudiera haber entre una zona específica un distrito sanitario y el total del país, y teniendo en cuenta los diferentes métodos empleados, estamos de acuerdo con Moreno Brea et al1 en que el conocimiento de la utilización de estos medicamentos requiere la realización de estudios específicos de indicación-prescripción, o de otros tipos5, y de que, sin duda, la entidad económica y sanitaria del problema exige una mayor racionalidad en el empleo de antiulcerosos.