Sr. Director: He leído con atención el editorial de Atención Primaria titulado «De la autogestión a la dirección clínica», del pasado número de julio-agosto. No puedo evitar comentar su contenido. Quisiera pedir que no fuera interpretado a modo de crítica, sino tan sólo como una aportación al virtual foro conversacional que posibilita su excelente revista. Si me pregunta el por qué de estos comentarios, diría que tanto por algunos párrafos específicos como porque quisiera facilitar el éxito de la propuesta.
Me duele leer o no entiendo la expresión que dice «los profesionales de atención primaria, poco implicados en estos proyectos, reclaman mejoras en su entorno laboral con el impactante eslogan de diez minutos por visita». Estaría tentado de responder que o tal vez no tengan motivos suficientes para hacerlo o los que los tienen no coinciden con aquellos que se cree que sería natural tener. ¡Queremos mejorar, claro que sí, y queremos implicarnos, y mucho! Pero faltan aquellos detalles que añaden credibilidad1. Esta es la debilidad más grande de las continuas propuestas para implicar a los profesionales sanitarios que se han hecho en la sanidad pública en diversos ámbitos2-5. Por otra parte, juntar implicación, mejoras laborales y un impactante eslogan pienso que es un error. Lo creo circunstancial y, en cualquier caso, oportunista porque demasiadas veces tengo la impresión de que nuestra apuesta por la calidad, la accesibilidad, los buenos registros, la investigación y la excelencia clínica, además de la buena gestión económica, o no tiene la respuesta que se le debe/puede dar o no sabemos ir tan lentos. No queremos ir al ritmo de la inercia del sistema.
Tampoco he entendido la expresión «las actuaciones de los profesionales... están cada vez menos influidas por la tradición o la opinión de los expertos». En atención primaria también tenemos decisiones propias y expertas, pero rodeadas de circunstancias no facilitadoras de éstas: diferentes niveles asistenciales, diferentes usuarios, diferentes decisores y diferentes impactos de los resultados. En definitiva, demasiada diversidad que genera, a mi parecer, demasiadas interferencias.
Participamos del proyecto y no debería dudarse de nuestra buena voluntad. Como director de un equipo, lo he firmado, pero casi no he tenido tiempo de compartirlo con mi equipo y he tenido una sensación de embudo. Queremos proyectos de este tipo, pero con mayor participación e integración de propuestas propias también basadas en la evidencia, con los contenidos específicos más cercanos, con menos prisas y, sobre todo, asociados a aquellos detalles que añaden credibilidad, o sea, a cómo dotar a los profesionales de los incentivos, información e infraestructura necesaria para que sus decisiones clínicas tengan en cuenta la relación entre coste, efectividad y calidad, de manera que las diferencias observadas se puedan atribuir a diferencias en sus actuaciones6. Será entonces una inconfundible oportunidad de cambio.