Hemos leído con interés la carta aclaratoria de Aguilar Anyaypoma1 referida a uno de los apartados de nuestro artículo relativo a las falsas creencias sobre vacunas2. La autora expone que en el espacio dedicado a responder a la pregunta ¿El tiomersal causa autismo?, deberíamos haber añadido «argumentos para esclarecer el particular inicio de esta creencia originada por una investigación cuyos resultados confirmaban la influencia del tiomersal sobre la salud por su leve contenido de metilmercurio» atribuyendo este hallazgo a Andrew Wakefield et al.3 tras publicar en Lancet un artículo en 1998, posteriormente retractado por la revista. A continuación transcribe literalmente un largo párrafo de Artigas-Pallarés4 sobre las prácticas fraudulentas de Wakefield et al., y añade otro más refiriéndose a la retractación, que sitúa en 2004, transcrito de Guadarrama-Orozco et al.5, finalmente indica que agregar estos hechos hubiera esclarecido y completado el origen de esta creencia.
Agradeciéndole haber atraído su atención, nos gustaría trasmitirle las siguientes apreciaciones. En primer lugar, aclararle que la investigación a la que se refiere3, no tiene que ver con el tiomersal y el autismo, sino con la conjetura que estos investigadores realizaron al pretender, falsamente, que podría existir una posible relación causal entre la administración de la vacuna triple vírica (sarampión, rubéola y parotiditis) y el desarrollo de trastornos del espectro autista (TEA). Así lo hemos recogido en nuestro artículo2 justo en el apartado anterior al que usted menciona. En dicho apartado resumimos el caso que tanto daño ha hecho a la vacunación, lo citamos (cita 27) y aludimos a su retractación2. En ningún momento de ese manuscrito3 se nombra el mercurio, ya que era un estudio realizado a 12 niños con enterocolitis crónica y trastornos del desarrollo. El diagnóstico de autismo y la exposición previa a la vacuna abonaron la idea ampliamente refutada de posible causalidad. El artículo en cuestión tuvo un efecto desolador y, paradójicamente, ha alcanzado el dudoso honor de ser uno de los artículos retirados más veces citado en la literatura.
En segundo lugar, que precisamente en uno de los artículos que usted cita4, además de explicar claramente lo que acabamos de comentar, se expresa que «en otra línea paralela se ha vinculado la vacuna MMR al autismo a causa del contenido en mercurio de las vacunas que contenían timerosal como preservativo»4, conjetura diferente que, como el autor menciona, se inicia tras unos artículos de Geier&Geier en 2003 y que nosotros abordamos en el apartado que usted menciona en su carta.
En tercer lugar, que hace usted mención a un artículo5 para indicar que la revista se retractó en 2004 del artículo de Wakefield et al.3, dato que no es totalmente cierto, ese año se retractaron 10 de los 12 firmantes del artículo, procediendo la propia revista a retirarlo en 2010. Le recomendamos la lectura del texto de Segura Benedicto6 para comprender con mejor precisión la polémica sobre la supuesta asociación entre vacuna triple vírica y autismo.
FinanciaciónLos autores declaran no haber recibido financiación para la realización de este trabajo.