Sres. Directores: Las fluoroquinolonas se han convertido en antibióticos de uso frecuente en la práctica clínica. Son en realidad modificaciones químicas de un grupo de quinolonas más antiguas: ácido nalidíxico, ácido oxolínico y ácido pipemídico. La introducción de un átomo de flúor en su molécula los hace verdaderamente diferentes respecto a los mencionados, por su espectro antibacteriano, potencia bactericida, efectos secundarios y presentación de resistencias. Se consideran antibióticos de amplio espectro con actividad frente a enterobacterias, cocos grampositivos, bacilos gramnegativos, estafilococos y frente a Pseudomonas aeruginosa1. Sus efectos secundarios se resumen en alteraciones gastrointestinales, neurológicas y reacciones musculosqueléticas2. Estas últimas, que suponen menos del 1% de los efectos secundarios, se presentan habitualmente como artralgias, mialgias y artritis, y de forma poco frecuente como afectación tendinosa3. En la literatura consultada sobre este efecto secundario, el tendón de Aquiles es la estructura más frecuentemente afectada, ya sea en forma de tendinitis bilateral o como rotura del mismo.
A continuación describimos el caso de una tendinitis aquílea bilateral secundaria a tratamiento con ciprofloxacino.
Se trata de una mujer de 59 años con antecedentes personales de hipertensión arterial, obesidad y lumbalgia mecánica crónica, en tratamiento desde hace 2 años con amiloride. Consultó por talalgia bilateral desde hacía aproximadamente 2 meses, que le incapacitaba para caminar. No refería traumatismo previo ni ejercicio físico intenso que lo justificase, pero sí una clara relación entre el inicio del cuadro y la administración de tratamiento antibiótico con ciprofloxacino, durante 3 días, por infección de herida quirúrgica. La clínica mejoró ligeramente tras suspender el tratamiento antibiótico, pero luego evolucionó a más dolor y mayor impotencia funcional. En la exploración física destacaba tumefacción y dolor, con ligero enrojecimiento sobre ambos tendones de Aquiles. La movilidad estaba conservada, aunque limitada por dolor. No había signos de trombosis venosa profunda. Se inició tratamiento con diclofenaco, a dosis de 50 mg/8 h, sin mejoría, por lo que se realizó ecografía de ambos tendones, que se informó como tendinitis aquílea bilateral y bursitis izquierda asociada, sin imágenes de rotura. Se pautó tratamiento con ibuprofeno (400 mg/8 h), frío local y reposo absoluto, mejorando el cuadro hasta desaparecer la clínica en aproximadamente 10 días, normalizándose la exploración física.
El caso expuesto presenta características clínicas y evolutivas similares a lo publicado hasta ahora, lo que unido a la relación temporal entre presentación de manifestaciones y toma de fármaco hace muy probable el diagnóstico de tendinits aquílea bilateral por ciprofloxacino. No se consideró ético la reintroducción del fármaco como prueba definitiva de confirmación.
La afectación tendinosa por quinolonas es poco frecuente. En los últimos años se han publicado algunos casos, que se refieren en general a pacientes con patologías graves y en tratamiento con varios medicamentos. En nuestra búsqueda no hemos encontrado casos publicados, acaecidos en el ámbito de la atención primaria y con pacientes básicamente sanos, por lo que creemos que, dado el grado de utilización de estos fármacos en nuestro ámbito, es necesario mantener un cierto grado de sospecha clínica en pacientes con afectación tendinosa y toma concomitante de fluoroquinolonas, para poder suspender el tratamiento de inmediato. Esta actitud ha demostrado ser eficaz en muchos casos para resolver el proceso. Así lo han resaltado varios centros de farmacovigilancia de otros tantos países, obligando a la inclusión de este efecto secundario en la ficha técnica de los productos que contienen fluoroquinolonas4-6.