Introducción
La anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN) son los dos grandes trastornos del comportamiento alimentario (TCA)1. El DSM-IV de la American Medical Association establece como criterios diagnósticos de AN el rechazo a mantener el peso corporal a un nivel mínimamente normal (para su edad y altura), el temor intenso a ganar peso, la alteración en la percepción de la imagen corporal, y en mujeres también hay que considerar la amenorrea. Por otra parte, los criterios de BN incluyen episodios recurrentes de atracones, asociados a conductas compensatorias inapropiadas, con una frecuencia mínima de 2 veces a la semana, durante al menos 3 meses2,3. En la AN observamos alteraciones del binomio alimentación/peso; en la BN, una pauta conductual específica.
En las dos últimas décadas se ha detectado un incremento espectacular de los TCA, con una prevalencia que oscila en un 0,5-4% en mujeres adolescentes y adultas jóvenes del mundo occidental5-7, siendo más frecuente la bulimia (2-3%), que la anorexia nerviosa (0,2-0,8%)8. En España, los estudios realizados sobre prevalencia son escasos, y en ellos se constata la presencia de cuadros parciales y completos de TCA, en un 4,75% de las mujeres adolescentes y el 0,85% de los varones adolescentes9, llegando a representar la tercera enfermedad crónica más frecuente en mujeres adolescentes en nuestro medio5.
Hoy día, el médico de atención primaria puede identificar posibles casos de TCA entre adolescentes con ayuda de métodos de cribado, como los cuestionarios autocumplimentados, entre los que se encuentra el Eating Attitudes Test10, el cual mide actitudes y conductas de riesgo, para desarrollar un TCA, en adolescentes mayores de 12 años, analizando aspectos como preocupación por la imagen corporal, comida, dietas, comer a escondidas, vómitos y abuso de laxantes, y su percepción de la presión social para controlar el peso11-14.
En este contexto, hemos realizado el presente estudio para conocer la presencia de los trastornos de la conducta alimentaria en la población adolescente de nuestra zona básica de salud.
Material y métodos
Población de estudio
Se realizó un estudio descriptivo, transversal, durante el primer trimestre del año 2000, mediante cuestionario autoadministrado de respuesta múltiple, pasado a cumplimentar a todos los alumnos de segundo, tercero y cuarto de ESO de 13-16 años (ambos incluidos); un total de 520 alumnos, pertenecientes a los 3 colegios e institutos ubicados en el casco histórico de Toledo.
Método
Previo contacto con la Dirección de los Colegios e Institutos de la zona, nos dirigimos a los padres de los alumnos, mediante carta, para informarles sobre el estudio y solicitar la autorización de la participación de su hijo/a. Realizaron la presentación del cuestionario los autores del trabajo, en horario lectivo, en el colegio e instituto correspondiente. Aquellos alumnos que aportaron el consentimiento de sus progenitores realizaron el cuestionario, tras información de la forma de cumplimentación. Al final del estudio, se envió una carta informativa a los familiares de aquellos estudiantes que resultaron positivos en el test.
Cuestionario
El cuestionario administrado fue el Eating Attitudes Test-40, de origen americano, diseñado por Garner y Garfinkel (1979)10, en su versión validada al español (1991)15, para evaluar las conductas y actitudes respecto a comida, peso y ejercicio, propias de la AN. El Eating Attitudes Test ha sido muy utilizado en estudios clínicos y epidemiológicos. Es un inventario autoadministrado compuesto por 40 ítems, que cuenta con seis posibilidades de respuesta, puntuables de 0 a 3, de las que se debe escoger una sola. Para su evaluación se valoraron dos puntos de corte, de acuerdo a la bibliografía consultada; el punto de corte de 30 puntos que presenta una sensibilidad de 67,9% y una especificidad del 85,9%, y el punto de corte de 20 puntos, confiriendo al instrumento una sensibilidad del 91,0%, a costa de reducir la especificidad al 62,2%15-16.
Análisis estadístico
Los datos se introdujeron en una base de datos del programa informático R-sigma. Para su tratamiento se emplearon herramientas de estadística descriptiva (distribución de frecuencias y medias, con intervalos de confianza del 95%) y analítica (ji-cuadrado y F de Snedecor).
Resultados
Del total de 529 alumnos cumplimentaron la encuesta 503 (tasa de respuestas, 95%). El resto, o bien aquel día no acudió a clase, o fue excluido por no aportar la autorización de los padres. La distribución por grupos de edad y sexo de los 503 adolescentes encuestados se muetra en la figura 1.
FIGURA 1:Edad y sexo de los encuestados.
La puntuación media de todos los encuestados fue de 13,42 puntos (IC del 95%, 12,57-14,28), con 14,71 puntos en mujeres (IC del 95%, 16,10-13,32) y 11,82 en varones (IC del 95%, 12,59-11,05), con diferencias estadísticamente significativas entre ellos (p < 0,001).
En la figura 2 se presentan las puntuaciones medias y sus intervalos de confianza, según los distintos grupos de edad, no observándose diferencias estadísticamente significativas.
FIGURA 2:Puntuación media por edad. EAT: Eating Attitude Test.
Con referencia al punto de corte >= 30 puntos, resultó positivo en el 6,79% de la muestra, aumentando este porcentaje al 16,97% de los encuestados en el punto de corte >= 20 puntos.
En la figura 3 se observa la distribución por punto de corte según sexo, existiendo diferencias estadísticamente significativas (*2 = 22,4; p < 0,001). En la figura 4 se recoge esta misma distribución en función de la edad del encuestado, no existiendo en este caso diferencias estadísticamente significativas (*2 = 3,4; p > 0,05).
FIGURA 3:Distribución por punto de corte del EAT, según sexos. EAT: Eating Attitude Test.
FIGURA 4:Distribución por punto de corte del EAT, según eda-des. EAT: Eating Attitude Test.
Discusión
Son distintos los factores de la sociedad occidental que actúan sobre el adolescente orientándole hacia una «cultura del cuerpo», pudiéndole conducir hacia trastornos del comportamiento alimentario, especialmente en aquellos jóvenes en los que existe predisposición2,7,17-20.
La elevada tasa de respuesta alcanzada (95%) hace pensar que nuestros datos son muy representativos de nuestra población, si bien el 5% restante podría modificar ligeramente el resultado global. En cuanto a la fiabilidad en la cumplimentación de las encuestas, pueden existir potenciales limitaciones, pero creemos que la metodología de explicación y cumplimentación seguidas puede haber miniminizado esta posibilidad.
Se considera que el Eating Attitude Test es un índice de estado, más que de rasgo, para los trastornos de la conducta alimentaria15, y no es posible considerarlo como criterio diagnóstico; sin embargo, lo hemos elegido como cuestionario porque el Eating Attitude Test-40 detecta, en población general, con una buena sensibilidad y especificidad, ciertas conductas que se pueden considerar como de riesgo para desarrollar TCA10.
Nuestros datos concuerdan con otros estudios similares, si bien la mayoría de ellos abarcan hasta edades posteriores a las incluidas en nuestro estudio13-17. Así pues, observamos una puntuación positiva en el Eating Attitude Test-40 tan alta o más que en los estudios consultados12-17,21-23, y seguimos confirmando la elevada presencia de mujeres con este tipo de conductas de riesgo ante la alimentación, en proporción similar a la bibliografía consultada (10 mujeres/ 1 varón)1,6,7,13-17,24-26. Por otra parte, también coincidimos con los estudios referidos en que no se demuestra una disminución de la prevalencia según la edad15,17, aunque dichos trabajos sí indican que la evolución de casos diagnosticados de TCA mejoran con la edad1,16,27-30.
Si analizamos las recomendaciones del PAPPS31, observamos que en ellas no se contempla la detección y prevención de los TCA dentro de los trastornos de salud mental. En cuanto a las actividades preventivas propias de la infancia y la adolescencia, en el control del niño sano se incluye la supervisión del crecimiento y el estado nutricional mediante antropometría seriada, sin hacer ninguna referencia a los TCA. Aunque actualmente no existe ningún medio verificado que permita llevar a cabo una prevención primaria de los TCA17,26,32-35, nos parece fundamental el papel de los médicos, enfermeras y trabajadores sociales de atención primaria en la detección precoz de estos trastornos, y su posterior derivación al equipo de salud mental32,37, para normalizar el estado nutricional y la imagen corporal, corregir los comportamientos alimentarios compulsivos, mejorar la autoestima y tratar la psicopatología comórbida asociada1,28-30,36-40.
En conclusión, hemos detectado una alta prevalencia de TCA en nuestro colectivo, siendo más frecuente entre mujeres, datos que concuerdan con otros estudios. Así pues, parece justificado realizar intervenciones de prevención de este tipo de problemas, así como la búsqueda activa de casos.
Centro de Salud de Sillería. Toledo. Correspondencia: Sandra Moraleda Barba. C/ Reino Unido, 5, 1.o B. 45005 Toledo. Correo electrónico: smoraleda@eresmas.com Manuscrito aceptado para su publicación el 20-VI-2001.