Introducción
El estudio de la epidemiología de las psicosis en general y de los síndromes esquizofrénicos en particular tiene casi un siglo de antigüedad. Desde los primeros estudios de Faris y Dunham, Roger Bastide o Raymond Cochrane, los trabajos en este ámbito suelen agruparse según se hayan realizado directamente en la población general o bien mediante los «registros de casos psiquiátricos»1. La literatura científica que trata y resumen los problemas de cada tipo de estos estudios es hoy muy amplia2-11.
Entre los problemas de tipo teórico hay que considerar en primer lugar la definición y la delimitación del síndrome, el grupo o el trastorno esquizofrénico. Otro problema consiste en cómo detectar en la comunidad a los pacientes afectados cuando, por definición, tienden a evitar los contactos y, por lo tanto, el diagnóstico. La tendencia al infradiagnóstico10 puede llevar a los investigadores a tomar decisiones pragmáticas como, por ejemplo, sustituir el uso de las entrevistas estandarizadas y semiestandarizadas por check-list más o menos fiables, basadas en la información clínica que figura en las historias de ingreso y/o alta hospitalaria. También puede llevar a juntar a pacientes con diagnósticos diversos, a incluir o no casos dudosos, o a considerar como datos de incidencia o prevalencia poblacional los conseguidos en hospitales o servicios psiquiátricos sin tener en cuenta la prevalencia y la incidencia oculta en la población durante años a causa de las características del trastorno3,4.
De ahí que recoger datos directamente en la atención primaria de salud (APS) y en unidades de salud mental (USM) estrechamente vinculadas a la APS podría resultar una vía para complementar, y tal vez matizar, los datos proporcionados por los otros tipos de estudios12-15.
El objetivo de este estudio fue determinar la prevalencia y la incidencia de la esquizofrenia y otras psicosis en una USM con estrechas relaciones con la APS.
Métodos
Se trata de un estudio longitudinal retrospectivo de una población en tratamiento en la USM Sant Martí-La Mina (USM SM-LM) del Institut Català de la Salut. Dicha USM, dadas sus vinculaciones con la APS y los equipos de referencia de segundo y tercer nivel, así como su estricta territorialización, puede contar con la colaboración de la APS en la detección y la validación de casos. Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación más amplio denominado Proyecto SASPE (Señales de Alerta y Signos Prodrómicos de la Esquizofrenia)13.
La población en la que se realizó el estudio se organiza en 5 áreas básicas de salud que agrupan a un total de 103.615 habitantes, los cuales desde hace más de 20 años tienen a la USM SM-LM como centro de referencia para todo tipo de trastornos de salud mental, tanto de niños como de adultos y tanto en el ámbito terapéutico como en el preventivo. Para el tipo de estudio propuesto era necesario contar con una USM de alta accesibilidad y estrechamente vinculada con las APS. La USM SM-LM parecía que cumplía dichos requerimientos, puesto que funcionaba integrada en centros de salud y parecía poseer una de las más altas accesibilidades de Europa: a finales de 2001 se habían visitado en alguna ocasión en dicha USM 22.846 personas de la población adscrita (103.615 personas), lo que corresponde al 22,05% de la población de su territorio.
En las tablas 1 y 2 se resumen los criterios por los cuales se diagnosticó como «caso Saspe» a los pacientes incluidos en el Registro de Casos de la USM. En dicho Registro se hallan incluidos todos los pacientes que en algún momento han sido visitados en la USM, aunque luego el tratamiento sea en común o, en un pequeño porcentaje de casos, el tratamiento haya sido encomendado a la APS con la colaboración del equipo especializado.
Para la determinación de la prevalencia y la incidencia de esquizofrenia y otras psicosis en la población de referencia se han utilizado los registros clínicos informatizados de todos los pacientes. A partir de ellos se han seleccionado los que cumplían los criterios de una definición de caso operativa orientada a no realizar «sobreinclusiones» de casos. Cada registro ha sido validado con información demográfica, tras eliminar las defunciones y los traslados, y si era necesario, mediante interconsulta con sus médicos de familia, enfermeras o pediatras, hasta decidir si cumplían los criterios para ser definidos como «caso SASPE».
Se ha calculado la incidencia de esquizofrenia y psicosis para el período 1998-2000, tanto en la población general como en la población en edad de riesgo (15-54 años). La prevalencia de esquizofrenia y otras psicosis se ha calculado para el conjunto del período de estudio (1982-2000). Los denominadores de población de La Verneda provienen de la actualización del censo del año 2000 y los de La Mina (municipio de Sant Adrià de Besós), de la actualización del padrón de 1996.
Resultados
Hay una detección bastante estable en el equipo, ya que desde que se completó (en 1989) se han detectado entre 42 y 87 casos nuevos por año (tabla 3). Sus diagnósticos se resumen en la tabla 4.
La incidencia media de esquizofrenia en los últimos 3 años respecto a la población general es de 3,47 casos por 10.000 habitantes (intervalo de confianza [IC] del 95%, 2,3-4,6), mientras que en la población de riesgo (15-54 años) es de 5,09 casos por 10.000 habitantes (IC del 95%, 3,2-6,9). Si se toma el conjunto de los casos con psicosis en la población general, la incidencia media en los últimos 3 años es de 6,17 casos por 10.000 habitantes (IC del 95%, 4,6-7,6).
Los síndromes esquizofrénicos, incluso con estos criterios estrictos, constituyen la psicosis más prevalente en nuestra población: 45,9 por 10.000 habitantes (IC del 95%, 41,8-50) en la población general y 80,8 por 10.000 habitantes (IC del 95%, 73,5-88) en la población de riesgo (tabla 5). Su prevalencia detectada es mayor que el resto de psicosis conjuntamente y más de 2 veces superior que la de los trastornos delirantes.
Discusión
Según el National Institute of Mental Health norteamericano, a partir del estudio ECA, la prevalencia anual de la esquizofrenia oscila entre 0,9 y 1,3/10.0008,16-20. El estudio alemán ABC4,18,19 presenta una incidencia del 1,02/10.000 en la población de riesgo (15-54 años). El estudio español de Vázquez-Barquero en Cantabria9 aporta una incidencia del 0,80/10.000 y de 1,90/10.000 en la edad de riesgo (15 a 54 años). En la tabla 6 pueden observarse las variaciones entre los diferentes estudios, tanto en incidencia como en prevalencia.
Esta disparidad de resultados puede atribuirse a las diferentes poblaciones estudiadas, a las distintas fuentes de información consultadas, así como a los diferentes criterios diagnósticos utilizados.
Nuestra intención era realizar un estudio no tanto de la población general, sino de la población «realmente asistida» en algún momento de su historia. Para ello, parecía idóneo investigar la incidencia y la prevalencia en los dispositivos de APS y/o en USM en esa línea asistencial.
Por desgracia, los registros de casos psiquiátricos son sistemas que se limitan a los pacientes que contactan con los servicios asistenciales: si únicamente se tienen en cuenta los servicios hospitalarios, incluso en el caso de la esquizofrenia, ello puede sesgar los resultados de forma relevante, al dejar fuera a una importante proporción de personas afectadas. El problema se observa también aunque la base de los registros de casos «psiquiátricos» sea extrahospitalaria, ambulatoria o comunitaria. De ahí que convenga realizar estudios tanto en la población general como en la APS: se trata del dispositivo de la línea asistencial que, si está suficientemente desarrollado en el país, recibe gran parte de las enfermedades de todo tipo, incluidas las mentales1,5,12-15,28.
Como puede observarse, para el grupo de estudios con poblaciones en tratamiento, los índices proporcionados por el Proyecto SASPE, incluso tras descontar las pacientes muertos o trasladados, son superiores, lo que indica una mayor accesibilidad de dicho dispositivo.
A partir de los resultados de la presente investigación, parece que la APS y los equipos de salud mental vinculados a ella son un buen lugar para la detección los trastornos mentales, especialmente cuando concurre una estabilidad por parte de las USM en el mismo territorio y con la misma población. Probablemente, los estudios con población asistida serán los que puedan proporcionar cifras más cercanas a la realidad psicopatológica de la población y, desde luego, las características diferenciales de los diversos tipos de cuadros y problemas psicopatológicos.
Tradicionalmente, se considera que los estudios con población general, en doble fase, son los que mejor se aproximan a la incidencia y prevalencia real de las psicosis en la población general. Sin embargo, con los resultados del presente estudio habría que matizar esa consideración.
Eso puede significar un nuevo apoyo para los estudios basados en registros de casos psiquiátricos o de APS y, en general, a los registros de casos vinculados con la clínica comunitaria y la APS1: los médicos de APS adecuadamente apoyados14,15 es probable que detecten más los posibles casos de lo que suele considerarse. Una relación con una USM de alta accesibilidad puede mejorar la detección (y los cuidados) de este tipo de pacientes por parte del sistema sanitario en general.
Nuestros resultados de prevalencia con respecto a la población general, debido probablemente a nuestros criterios estrictos, son algo menores que los comunicados en algunos estudios internacionales con base poblacional, pero es posible que sean más realistas: todos corresponden a casos reales, tratados continuada o repetidamente como esquizofrénicos o psicóticos. Por otra parte, hay una correspondencia entre nuestros datos y la prevalencia en la edad de riesgo habitualmente comunicada para la esquizofrenia: si bien es del 1,0% en las estimaciones tipo American Psychiatric Association16, esas cifras están tendiendo a corregirse a la baja7,20,22,23 y se acercarían a nuestro 0,80% en edad de riesgo.
Asimismo, creemos que nuestros datos proporcionan una buena aproximación a la realidad de la incidencia y prevalencia de la esquizofrenia en una población delimitada también por otro motivo: porque nuestra metodología nos ha permitido no mezclar en el mismo grupo diagnóstico de esquizofrenia o de psicosis otros diagnósticos que a menudo se suman en el mismo apartado, diagnósticos que van desde el «espectro esquizofrénico» (que puede incluir incluso trastornos de personalidad como el esquizotípico o esquizoide) hasta las psicosis bipolares o depresivas como, por ejemplo, en los estudios ABC19.
Por otra parte, los estudios poblacionales, y más aún los del ECA y derivados, plantean los problemas de sobredimensionalización ya hace tiempo señalados7. Si, a pesar de todo, nuestros datos de incidencia y prevalencia siguen siendo comparables con ellos, probablemente ha de deberse o bien a características particulares de la población estudiada o bien a una mayor capacidad de captación de «casos» merced al método utilizado: recogida de los datos realmente tratados en servicios de salud mental de alta accesibilidad incluidos en la línea de APS.
Teniendo en cuenta los resultados del estudio alemán ABC y de los estudios de Cantabria, habría que pensar incluso que, en nuestra población, con toda seguridad hay un número de esquizofrénicos y de pacientes con otras psicosis que no ha sido aún detectado: si la fase de los primeros síntomas ha comenzado una media de 5 años antes2,3,9-12,22, la de pródromos o fase prepsicótica lo ha hecho al menos un año antes4,19,28. Estos pacientes son aún indetectables para todos los estudios, incluso, en buena medida, para los estudios comunitarios y de APS.
Como limitaciones de nuestro estudio cabe mencionar nuestra definición de caso, quizás excesivamente restrictiva: puede haber dado lugar a la aparición de falsos negativos, al incluir criterios temporales estrictos. A pesar de ello, como decimos, nuestros resultados son comparables a los de la mayoría de estudios metodológicamente más fiables, lo cual proporciona un apoyo suplementario a nuestros resultados.
En cualquier caso, se precisan replicaciones de estudios como el nuestro: al realizarlos en USM extrahospitalarias con otras características asistenciales, poblacionales o técnico-científicas, tal vez proporcionen datos diferentes. De igual forma, sería preciso extender este tipo de estudios al ámbito internacional y, en especial, a los medios urbanos. En el mismo sentido, convendría aprovechar este tipo de aproximaciones basadas en la APS para investigar y delimitar factores de riesgo accesibles desde esa línea asistencial: tal vez pudieran proporcionar conocimientos para la detección precoz y la prevención primaria y secundaria de los trastornos esquizofrénicos y de las demás psicosis, tanto del adulto como de los niños y adolescentes. Y no olvidemos que estos pacientes, así como sus familias, presentan un sufrimiento y un posible deterioro más graves que casi cualquier otro cuadro clínico de asistencia contemporáneo.
Agradecimientos
Agradecemos la colaboración de Eva Cirera (Institut Municipal de la Salut), Enriqueta Pujol (Institut Català de la Salut) y de Marta Goma y Laia Català, becarias de investigación del Proyecto SASPE.
Lo conocido sobre el tema
•Se suele decir que los trastornos esquizofrénicos tienen una prevalencia en la población general cercana al 1% y una incidencia anual de 1-2 por 10.000 habitantes.
•Hay una importante variación entre diferentes estudios. Los datos de prevalencia están siendo revisados «a la baja» y, en los datos defrenciados según cada trastorno psicótico concreto, la dispersión es aún mayor.
•Sin embargo, entre los consultantes del sistema sanitario, estos pacientes y sus familias se encuentran entre los que más sufrimientos soportan, así como entre los que implican una dedicación económica mayor de los presupuestos sanitarios y sociales.
Qué aporta este estudio
•El Proyecto SASPE intenta aportar una perspectiva directa de la incidencia, la prevalencia y las características de la esquizofrenia y otras psicosis basada en casos realmente tratados en la APS y en las USM vinculadas con la APS, y no tan sólo en hospitales o encuestas de población.
•Confirma que la mayoría de los pacientes psicóticos se visitan en la APS o en la interfase APS-USM (el tipo de trabajo que hemos llamado «Atención Primaria a la Salud Mental»).
•Los datos aportados por este tipo de estudios, tanto de incidencia como de prevalencia, pueden resultar más útiles y realistas para la APS que los procedentes de estudios basados en el medio hospitalario, en el sentido de que se correlacionan más directamente con sus necesidades clínicas y asistenciales.
English version available at www.doyma.es/193.667
A este artículo sigue un comentario editorial (pág. 125)
La realización de este trabajo ha sido apoyada por la beca para el Proyecto SASPE 02E/99 de la Fundació Seny, tras evaluación a cargo de la Agencia para la Evaluación de la Investigación y las Tecnologías Médicas de Catalunya.
Correspondencia: Dr. J.L. Tizón.
Institut Catalá de la Salut.
Roger de Llùria, 130, 1.º, 3.ª. 08037 Barcelona. España.
Correo electrónico: jtizong@meditex.es
Manuscrito recibido el 30-11-2005.
Manuscrito aceptado para su publicación el 5-4-2006.