Sr. Director: Coincidimos con Beatriz González López-Valcárcel et al1 al considerar de gran interés la utilización masiva de lo que denomina «microdatos poblacionales» procedentes de las historias clÃnicas informatizadas para evaluar la calidad de la prescripción. Sin embargo, nos ha sorprendido que la propuesta se limite a los centros de atención primaria que tengan informatizadas sus historias clÃnicas en formato OMI-AP, puesto que otros centros, como el nuestro sin ir más lejos, utilizan distintos formatos, quedando por ello excluidos.
El equipo de atención primaria del CAP-Barceloneta/Serveis Mèdics está llevando a cabo una evaluación sistemática de la calidad de la prescripción desde que, en 1995, la auditorÃa encargada al Institut Universitari de Salut Pública de Catalunya (ISP) puso de relieve la necesidad de mejorar el uso de los medicamentos por parte de la población atendida y, en particular, la conveniencia de analizar la pertinencia de las indicaciones. Una intervención conjunta entre los médicos de cabecera y el ISP permitió, en apenas 3 meses, incrementar sustancialmente la utilización de los fármacos recomendados en primera instancia, respecto de los de segunda lÃnea; reducir la proporción de fármacos de bajo valor intrÃnseco y, sin que se tratara de un objetivo explÃcito, disminuir el importe económico del coste farmacéutico en un 26%. Esta experiencia mereció el reconocimiento de la IV edición del premio nacional a la innovación en la gestión y administración sanitaria de 19972.
Esta iniciativa no tuvo consecuencias retributivas que podrÃan haber sesgado la adecuación de la intervención. El Cat Salut, la institución compradora en Cataluña, estableció en 1999 un importe máximo para el gasto farmacéutico de cada zona (área) básica de salud, denominado DMA, que modifica el presupuesto y que se calcula sobre todo con criterios históricos, de manera que los equipos de atención primaria que han ido mejorando paulatinamente la calidad de la prescripción y su eficiencia disponen de menos capacidad de maniobra.
La intervención consistió en la revisión de las indicaciones de las prescripciones correspondientes a los grupos terapéuticos más recetados y de las recomendaciones farmacológicas disponibles, de manera que se adoptaron consensuadamente los criterios de prescripción que, además de disponer de una justificación positiva, resultaron asumibles según la valoración clÃnica.
Todo ello fue posible gracias a la creación de una base de datos informatizada que incluÃa los diagnósticos correspondientes codificados según la CIE-9-CM y los códigos de los medicamentos recetados a los pacientes objeto de las tarjetas de medicación continuada, que supone más del 80% de todas las prescripciones farmacéuticas del CAP. Este sistema se ha mantenido desde entonces, y se complementa con revisiones periódicas de la adecuación de la prescripción que se basan en el análisis de las indicaciones de los medicamentos según la enfermedad o el problema de salud para el que se prescriben, y permite también el análisis de simulación para prever las consecuencias de la introducción de nuevos fármacos3.