Objetivos. La osteoporosis se caracteriza por una disminución de la densidad ósea que puede conllevar un incremento de la fragilidad de los huesos y cuya principal consecuencia sería la aparición de fracturas óseas. La osteoporosis tiene una elevada prevalencia, al igual que las fracturas óseas, si bien su relación no está bien establecida1,2.
El abordaje farmacológico de la osteoporosis en España no siempre ha estado presidido por criterios científicos3,4. En los últimos años, sin embargo, ha experimentado grandes cambios debido a la aparición de nuevos fármacos, como el alendronato o el raloxifeno, que han demostrado reducir o prevenir la pérdida de masa ósea y el número de fracturas5. El objetivo de este estudio ha sido conocer la evolución del consumo de los fármacos utilizados para el tratamiento de la osteoporosis (calcitonina, alendronato y raloxifeno) durante los últimos 15 años.
Diseño. Estudio descriptivo retrospectivo de utilización de medicamentos.
Emplazamiento. Ámbito nacional. Período 1986-2000.
Participantes. Se han utilizado datos del Ministerio de Sanidad y Consumo sobre el consumo de especialidades dispensadas en oficinas de farmacia con cargo al Sistema Nacional de Salud, el cual cubre prácticamente a toda la población (99%). No se han incluido el consumo intrahospitalario, el consumo privado, el de medicamentos sin receta o con cargo a mutuas (p. ej., MUFACE, ISFAS, MUGEJU).
Mediciones principales. En el pie de la figura 1 se presentan los principios activos que fueron incluidos en el estudio. Los datos se han expresado en dosis diarias definidas (DDD) por 1.000 habitantes/día6. La población total para cada año estudiado ha sido obtenida del Instituto Nacional de Estadística (www.ine.es).
Figura 1. Consumo de calcitonina, bifosfonatos y raloxifeno en España. Datos del Sistema Nacional de Salud.
Resultados. Durante los 15 años estudiados (1986-2000), el consumo global de calcitonina, bifosfonatos y raloxifeno en España se multiplicó por 16, pasando de 0,14 DDD/1.000 habitantes y día a 4,91. Los fármacos que más han influido en este aumento han sido la calcitonina de salmón nasal, el alendronato y el raloxifeno, los cuales representaron, respectivamente, el 28, el 31 y el 30% del consumo total en el año 2000 (fig. 1). El coste total de estos fármacos fue de casi 26.000 millones de ptas. (156,26 millones de euros) en el año 2000. La calcitonina fue responsable del 53% de este coste, los bifosfonatos (alendronato, en su mayoría) del 28% y el raloxifeno del 19%.
Discusión y conclusiones. Se ha observado un incremento creciente del consumo de medicación para la osteoporosis en España. Para explicarlo se debe considerar el número creciente de personas que se encuentran en el grupo de mayor riesgo de padecer osteoporosis, las mujeres posmenopáusicas. De 1986 a 2000, el número de mujeres mayores de 45 años en España pasó de ser 7.161.442 en 1986 a 8.449.826 en 2000, casi 1.300.000 mujeres más; dentro de ese grupo, el subgrupo de más de 65 años pasó de 2.816.757 a 3.913.169 (www.ine.es). Sin embargo, dadas las dificultades que parecen existir para el adecuado diagnóstico de la osteoporosis1, es posible que el extraordinario crecimiento en el consumo de estos fármacos se deba en parte a su utilización inadecuada3. Cabe destacar, además, que si bien estos fármacos han demostrado su eficacia, los beneficios reales no parecen claros. Así, se ha señalado como ejemplo un ensayo clínico con alendronato controlado con placebo de 4 años de duración y realizado en mujeres sin fracturas previas. Los investigadores encontraron una incidencia de fracturas vertebrales de un 3,8% en el grupo placebo y de un 2,1% en el grupo de tratamiento, lo que significa en términos relativos una reducción del riesgo de un 44%, pero tan sólo del 1,7% en términos absolutos2.
Teniendo en cuenta que se trata de fármacos caros, en el supuesto de que existiera una pequeña proporción de casos en que el uso de estos fármacos fuera inadecuado, esto representaría un monto económico considerable, además de la exposición de estos pacientes a riesgos innecesarios. Intervenciones que encerrasen una propuesta educativa podrían optimizar los tratamientos en beneficio de los pacientes individuales y de la sociedad en su conjunto, que podría disponer de recursos adicionales para otros fines.