Sr. Director: Tras atenta lectura del excelente artículo de J. Gérvas y M. Pérez Fernández1, quisiera realizar el siguiente comentario.
El anónimo doble el autor no sabe quién le juzga y los revisores no saben a quién evalúan constituye a nuestro criterio, y hasta el momento actual, el método más idóneo para valorar los artículos a publicar en revistas de nuestro entorno. Gracias a este sistema se filtran los artículos a publicar, como muy bien dicen los autores, su presentación, el riesgo de fraude y en consecuencia la profesionalidad y la calidad de la revista biomédica que lo publica. El sistema del anónimo doble consigue que en más de un 60% de los casos (¡más de dos tercios!) los 2 revisores anónimos coincidan en rechazar los artículos de mala calidad y en aceptar los artículos a publicar.
Es utópico y de ingenuos el pretender introducir en nuestro medio el anónimo simple el autor no sabe quién le juzga, pero los revisores sí saben a quién evalúan. El tradicional e histórico compadreo hispánico, y especialmente la práctica del deporte más universal en nuestro país: ¡la envidia!, por parte de pequeños y mayores, y especialmente de los científicos, hacen totalmente inviable este sistema, habitual en revistas biomédicas del área anglosajona.