Sr. Director: El exceso de mortalidad relacionada con la gripe en mujeres embarazadas ha sido bien documentado en las pandemias del siglo xx. Otros estudios han demostrado un aumento del riesgo de hospitalización por causas cardiorrespiratorias en el segundo y tercer trimestres del embarazo, igualándolo al de mujeres no embarazadas en grupos de riesgo. Por ello, las embarazadas que coincidan con la estación gripal durante el segundo o tercer trimestres deben vacunarse, y así lo recomienda el Advisory Committee on Immunization Practices estadounidense desde 19971.
Además, la vacunación de la madre confiere protección al recién nacido. Le protege de algunas complicaciones evitables, como infecciones nosocomiales de gripe en plantas de neonatos2, enfermedades respiratorias por virus gripales en niños menores de 6 meses de vida (tales como bronquiolitis)3 y otras como infecciones bacterianas secundarias, consumo de antibióticos o complicaciones secundarias a la propia infección gripal.
En España, las autoridades sanitarias oficiales y organismos como la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) recomiendan la vacunación antigripal a través de sus programas de actividades preventivas (PAPPS), incluyendo al grupo de embarazadas mencionado4.
En la Comunidad Valenciana se declararon como administradas a mujeres en el embarazo 371 dosis en la campaña 2001-2002 y 364 dosis en 2002-20035. En el Hospital General Universitario de Alicante se registraron 2.988 partos ocurridos durante el año 2002, y 3.033 en 2003. Las vacunas antigripales administradas en su área de referencia (el Área 18 de Atención Primaria) a mujeres embarazadas para las campañas de 2002-2003 y 2003-2004 fueron únicamente 4 dosis en el primer caso y 12 en el segundo.
Es prácticamente inútil discutir sobre la tasa de cobertura en este grupo de riesgo, ya que, a pesar de cualquier sesgo posible, se encuentra con seguridad por debajo del 1%. No hemos encontrado publicaciones que midan esta tasa vacunal en España, y son muy escasas en otros países. En un estudio canadiense de 2003, sólo 9 de 517 mujeres encuestadas recibieron la vacunación6. Debido a ello, creemos que probablemente nos encontramos ante un fenómeno muy generalizado. Existe, pues, una grave deficiencia que exige la aplicación de medidas de implementación vacunal sin tardanza.
En nuestro ámbito asistencial de atención primaria, parece muy sencillo a priori conseguir una mejora sustancial en la vacunación antigripal en las embarazadas, contando con que la gran mayoría de ellas acude a controles periódicos con las matronas de atención primaria. Por ello creemos que la intervención principal debería consistir en la sensibilización de este colectivo, sin olvidar que la indicación debe partir de los médicos de atención primaria y ginecólogos, quienes precisan también mejorar sus actitudes respecto a esta importante intervención preventiva.