Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Center for Disease Control (CDC) recomiendan la administración anual sistemática de la vacuna antigripal al personal sanitario con el fin de reducir la transmisión del virus y el absentismo laboral1,2. A pesar de ello, las tasas de vacunación entre profesionales sanitarios suelen ser bajas3.
En junio de 2009, la OMS declaró el estado de pandemia por virus H1N1 y el 13 de julio se recomendó la vacunación del personal sanitario, considerado como grupo de protección prioritario, tanto por su papel transmisor como por la importancia que el absentismo masivo supondría en la atención poblacional durante la pandemia4,5.
Finalizada la campaña oficial de vacunación, nos planteamos conocer el estado de vacunación frente al virus de la gripe estacional y el virus H1N1 en los trabajadores sanitarios de atención primaria del área de Ferrol (Coruña). Para ello llevamos a cabo un estudio observacional transversal mediante el envío en junio de 2010 de un cuestionario anónimo autocumplimentado a 394 trabajadores sanitarios de los 11 servicios de atención primaria del área, en el que se recogía información sobre edad, sexo, categoría profesional, tiempo de ejercicio profesional, vacunación frente a la gripe estacional y la gripe A durante la última campaña, factores determinantes para vacunarse o no y percepción de conocimientos sobre la vacuna frente al virus H1N1.
El número de respuestas fue de 173 (43,9%). Observamos que, entre ellos, la aceptación de la vacunación fue baja, tanto para la gripe estacional (57,2%) como para la gripe A (15,6%), resultando la tasa de vacunación frente a la gripe A significativamente inferior en todas las categorías profesionales (tabla 1). La cobertura fue significativamente mayor en los pediatras para ambos tipos de vacuna. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas con respecto a la edad de los profesionales, ni a los años de ejercicio profesional, aunque aquellos con menos de 20 años de experiencia son los que más se vacunaron frente a ambos tipos de gripe.
Entre las causas destacadas para vacunarse frente a la gripe A se encuentran el riesgo de contagiar a los pacientes y a sus familiares, y el considerarse a sí mismos como paciente de riesgo. El factor más influyente para rechazar la vacunación fue la desconfianza hacia la vacuna o sus posibles efectos adversos, seguido de no considerar la gripe A una enfermedad importante, a pesar de la situación de pandemia declarada por la OMS. No se observaron diferencias significativas en la percepción de conocimientos sobre la vacuna de la gripe A entre vacunados y no vacunados.
Supone un motivo de reflexión el constatar la baja tasa de profesionales que se han vacunado durante esta campaña. Es necesario analizar con mayor profundidad las causas de este rechazo e incidir en la motivación de los profesionales mediante el desarrollo de intervenciones que mejoren la confianza hacia el proceso de vacunación antigripal y les hagan tomar conciencia de su papel protector, no solo sobre ellos mismos, sino sobre su entorno personal y profesional6.