Sres. Directores: El tratamiento del dolor se convierte en muchos casos en el objetivo terapéutico más importante de un proceso patológico; esto ocurre con más frecuencia en el caso de los enfermos crónicos y, especialmente, en enfermos oncológicos en situación terminal, siendo el domicilio del paciente el lugar habitual donde se desarrolla todo el cuadro y, por tanto, siendo el médico de cabecera el responsable principal de su seguimiento1. En el presente trabajo hemos valorado los enfermos remitidos a nuestra unidad de cuidados paliativos, desde atención primaria por vía de consultas externas o urgencias a lo largo de los últimos 5 años, teniendo en cuenta el tratamiento previo recibido tanto en tipo como en dosis, intervalos y vías de administración, comparándolo con el modelo de escalera analgésica de tratamiento del dolor crónico oncológico de la OMS2; se excluyeron los dolores neuríticos y se compararon los resultados de los primeros y últimos años para valorar si había cambios en la actitud y tratamiento. Consideramos tratamiento correcto el realizado de forma escalonada, oralmente (salvo intolerancia oral) y pautado (no si había dolor) a dosis correctas2-6. En total se consideraron 101 casos, entre abril de 1992 y julio de 1996; 71 de ellos eran enfermos terminales (70,297%) y 81 (80,198%) oncológicos. El dolor era considerado fundamentalmente infiltrativo en 67 (66,336%), osteomuscular en 27 (26,73%) y de otro tipo en 7 casos. La duración del cuadro doloroso osciló entre un mes y 200 meses, con una media de 13,33 (DE, 28,65) meses; respecto a la intensidad del dolor en el momento de la consulta, según la escala verbal, 7 (7,36%) eran leves, 34 (35,78%) moderados y 54 intensos. Veinticuatro (23,76%) pacientes estaban en primer escalón analgésico, 39 (38,61%) en el segundo, 16 (15,84%) habían recibido morfina y en 20 casos (19,82%) no se había iniciado tratamiento. Éste se consideró correcto en 54 casos (53,46%); las incorrecciones fueron debidas fundamentalmente al manejo no pautado del analgésico (14 casos, 13,86%) y a la inhibición en dicho tratamiento (20 casos). Se compararon los resultados de los primeros 2 años con los últimos mediante comparación de proporciones, respecto al número de pacientes que habían llegado sin tratamiento (25,93% frente a 15,69%; p=0,29), o sin la analgesia pautada (22% frente a 9,8%; p=0,16) los que recibían morfina (11,11% frente a 19,61%; p=0,30) y aquellos en los que se consideró correcto el tratamiento (40,74% frente a 58,8%; p=0,12).
Los resultados expuestos lo son de una muestra del conjunto de enfermos subsidiarios de tratamiento paliativo de atención primaria; en ella no apreciamos diferencias estadísticamente significativas en los parámetros valorados, pero es evidente que existe una mejoría apreciable de todos los parámetros considerados como exponentes de un nivel de calidad asistencial en el tratamiento del dolor crónico, si bien aún es inaceptable que un 41% de los pacientes esté recibiendo una pauta incorrecta de tratamiento analgésico, el escaso número de ellos que recibían morfina (16%) y el elevado número de pacientes que presentando dolor crónico aún no recibían tratamiento (16%).