España es uno de los países de la Unión Europea que presenta tasas de consumo de antibióticos más elevadas1,2, siendo prescritos en atención primaria aproximadamente el 85% de los mismos. Existen numerosos estudios que muestran un uso desmedido de este grupo de fármacos en nuestro país3–5, sin que parezca existir una justificación desde el punto de vista epidemiológico, dado que la incidencia de enfermedades infecciosas en nuestro país no tiene una magnitud tal que lo haga comprensible.
Con la finalidad de contribuir al conocimiento sobre la utilización de los antibióticos en atención primaria, realizamos un estudio descriptivo y transversal de los datos del período entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre de 2007 en el Área de Salud de Segovia. La fuente fue el sistema de información de farmacia denominado «Concylia». Los datos fueron suministrados en forma de DDD (dosis diaria definida) y el indicador utilizado es DHD (dosis por mil habitantes y día).
El subgrupo de penicilinas representó una prescripción del 64,4% del grupo J01, con una media de 11,63 DHD, correspondiendo el 31,9% a la amoxicilina y el 29,3% a la amoxicilina-clavulánico, documentándose un cambio de tendencia de prescripción a lo largo del período de estudio. Se observó una gran variabilidad entre las distintas zonas de salud (fig. 1).
La prescripción en el Área de Segovia ha presentado un consumo contenido, habiendo sido menor que el 62,3% hallado por Llor et al.4 y algo superior al 50% comunicado por Lázaro et al.5 al analizar una serie de 16 años publicada en 2002. Se ha observado un cambio en los hábitos de prescripción de antibióticos de uso sistémico a lo largo del periodo de estudio: disminución del uso de la amoxicilina e incremento de la amoxicilina-clavulánico, convirtiéndose esta en el antibiótico más prescrito a partir de 2004.
Comparando los datos con los de Lázaro et al.5, referidos a España, observamos una mayor prescripción de amoxicilina (7,17 DHD en 1999 frente a 5,6 DHD) y en menor medida de amoxicilina-clavulánico (5,15 DHD frente a 4,9 DHD).
Respecto a la prescripción de los distintos principios activos en las zonas de salud llama la atención la variabilidad en la prescripción, no encontrándose un patrón uniforme en ninguno de los principios activos sin una clara influencia demográfica o de tipo epidemiológico, pudiendo atribuir esta variabilidad entre zonas de salud a situaciones como la percepción individual de riesgo y/o los beneficios de un tratamiento más cómodo.