¿Aún estamos a tiempo?

La respuesta a esta pregunta podría tener, con el debido respeto a los gallegos, una connotación dubitativa del tipo: «pues depende». En primer lugar depende de la propia intención y la formulación de la misma pregunta: a tiempo de, qué y para qué. ¿De tapar las grietas y desconchados cada vez más profundos y visibles del modelo de reforma de la atención primaria y comunitaria (APyC) diseñado a principios de los años 80 del siglo xx, sin modificarlo profundamente? ¿De analizar la capacidad del modelo actual para dar respuesta a los cambios en el contexto socioeconómico y cultural y a las necesidades y expectativas de atención de la población del siglo xxi y, consecuentemente, introducir los cambios conceptuales, estratégicos, de organización y recursos necesarios para optimizar dicha capacidad? La respuesta a la primera formulación necesita de una mínima voluntad política para inyectar nuevos recursos en el sistema, pero sobre todo de programas de gestión con una visión transversal clara de los acuciantes problemas existentes actualmente. Otro tema bien distinto es el de la respuesta al segundo planteamiento, que implica la reconsideración en profundidad del modelo y, en último término, del conjunto del sistema sanitario público español. Con la primera respuesta podemos atender a las «urgencias» de la APyC, pero dejaremos a su suerte y sin abordar los problemas de fondo, con el riesgo evidente de acentuación de la falta de capacidad de respuesta organizativa, asistencial, formativa e investigadora a los retos emergentes de la sociedad actual y futura.

Pero la respuesta a la pregunta también depende de la que estén dispuestos a dar los políticos, los gestores, los profesionales y, esencialmente, la propia ciudadanía a la situación actual de una APyC que, con independencia de la perspectiva ideológica que se aplique, está abandonando progresivamente los postulados teóricos estratégicos y las premisas prácticas, en términos asistenciales, docentes y de investigacion, que conformaban el núcleo del proceso de reforma iniciado en los años 80 del siglo xx.

Podemos centrar la discusión, tal como se hace frecuentemente, en la búsqueda de los culpables de la situación actual, pero lo realmente importante no está ahí. Es preciso huir de los reproches mútuos (esencialmente de los profesionales a los políticos y los gestores) y ser capaces de construir desde la racionalidad y el análisis más objetivo posible de las necesidades, expectativas de la población y de las posibilidades evolutivas de nuestro sistema sanitario y, dentro de el, de la APyC, un nuevo modelo capaz de responder mejor (sin utopismos) al presente y al futuro de una atención de salud más centrada en las personas, más equitativo, transversal e intersectorial.

No sé si en realidad aún estamos a tiempo de cambiar en positivo la negativa situación en la que se encuentra nuestro sistema sanitario y la APyC, pero de lo que sí estoy convencido es de que tenemos la obligación ética, política y profesional de intentarlo. Una y otra vez, sin infantilismos ni utopismos, sin rencores, centrando nuestras propuestas y acciones en el objetivo de mejorar la calidad y el bienestar de vida de las personas.

De estas ideas y reflexiones ha nacido la iniciativa del equipo editorial de la revista Atención Primaria Práctica de publicar un número monográfico sobre la «atención primaria y comunitaria en la encrucijada”», con la esperanza de que sea un instrumento más en la construcción de un nuevo modelo capaz de superar la crítica situación por la que hoy atraviesa este componente nuclear, a la vez transversal y vertical, de nuestro sistema sanitario.

Es obligado finalizar estas breves líneas editoriales agradeciendo de la forma más sincera y efusiva la disponibilidad de todos(as) los autores(as) que han accedido a nuestra petición de contribuir con sus análisis y propuestas al propósito enunciado. Son profesionales con amplia experiencia y prestigio reconocidos y, por ello, con la autoritas necesaria para reclamar que sus voces sean escuchadas atentamente.

Conflicto de intereses

Ninguno.