La pandemia de la COVID-19 supuso un reto para la alta demanda en el tratamiento de los pacientes. En ese sentido, la teleconsulta fue de gran ayuda para combatir el problema. El artículo «Adaptación de los centros de atención primaria a la virtualidad»1 plantea 3 preguntas al respecto para realizar con éxito este servicio en la actualidad: ¿por qué?, ¿para qué?, y ¿para quién? En esa línea, el contexto actual plantea nuevos retos ante un entorno denominado VUCA (volatilidad, incertidumbre [uncertainty], complejidad, ambigüedad).
La utilidad de la práctica de la teleconsulta se comprueba en la descongestión y desburocratización de las consultas. Muchas investigaciones recogen esos datos, como la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria2, la cual identifica el impacto de esta experiencia. Se observa además, la preferencia del uso de las TIC en la población, pero con un índice del 38% de mayores de 65 años con limitaciones en el uso de las herramientas digitales3.
En otro contexto, en el Perú, la teleconsulta ha tenido un largo camino para su implementación y ejecución desde el Estado4. El Ministerio de Salud del Perú (Minsa) creó en el año 2017 la Dirección General de Telesalud, Referencia y Urgencias. Luego, en el contexto de la COVID-19, se pudo implementar la «teleorientación» con 4.310 solicitudes de atención a distancia5. Cabe recalcar que el número de atenciones fue limitado. Para el caso peruano, es necesario entender que la telemedicina, como le denominan, es un «proceso»6. Este debe ser aprovechado en todo su potencial. Para una geografía de difícil acceso, como la peruana, donde existen regiones con pobreza extrema, y en donde los hospitales y el personal médico son escasos, esta metodología podría tener un gran éxito.
La COVID-19 ha significado un gran reto médico a nivel global. Los países de Sudamérica, como el Perú, sufrieron en mayor grado debido a las carencias institucionales y a las políticas. La telemedicina significa una gran oportunidad para lograr un alcance de gran envergadura en la atención médica. Para ello, se debe cambiar el paradigma sociocultural sobre la tecnología y sobre las enormes posibilidades que nos brinda.
En suma, si observamos el proceso que la teleconsulta ha tenido en España, podríamos aprovechar sus ventajas y enfrentar mejor las limitaciones (como la dificultad en el uso de aplicativos por parte de la gente mayor). Se debe aprender y analizar experiencias exitosas. Por ello, es imprescindible que las instituciones peruanas tomen en cuenta los procesos como el español a la hora de implementar la teleconsulta.
FinanciaciónNo existen fuentes de financiación públicas ni privadas.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.