Un varón de 82 años con antecedentes de hipertensión arterial, dislipemia y portador de un marcapasos monocameral por bloqueo auriculo-ventricular completo acudió a la consulta refiriendo notar durante los últimos 2 años rigidez y dolor a la presión de ambos pabellones auriculares con empeoramiento progresivo, hasta el punto de dificultarle conciliar y mantener el sueño. Negó antecedentes de traumatismos previos o perniosis, pero reconoció tener el hábito de manipular compulsivamente sus orejas desde hacía años. En la exploración física se observaba un aspecto brillante esclerodermiforme de la piel de ambos pabellones auriculares, aisladas placas hiperqueratósicas y ulceración focal (fig. 1A). En la palpación el cartílago auricular era rígido e inflexible, de consistencia pétrea, con preservación del lóbulo auricular (fig. 1B). Se realizó una radiografía simple de cráneo que demostró opacidad bilateral de las estructuras cartilaginosas del pabellón auricular, con densidad comparable a la del hueso, sugestivo de calcificación y posiblemente osificación del cartílago auricular (fig. 2). La analítica solicitada, incluyendo hemograma completo, glucosa, pruebas de función tiroidea, autoinmunidad, fosfatasa alcalina, calcio, fósforo, hormona paratiroidea y cortisol basal, arrojó todos los parámetros en el rango de la normalidad. Con el diagnóstico de petrificación auricular se inició el manejo sintomático y se recomendó al paciente el uso de una almohada con orificio central (doughnut-shaped pillow), usadas en el manejo sintomático de otras entidades como la condrodermatitis nodular del hélix, obteniendo un alivio sintomático completo y alta satisfacción por parte del paciente, no siendo necesarias más actuaciones.
La petrificación auricular, consecuencia de la calcificación u osificación del cartílago auricular, es una entidad poco reportada que afecta principalmente a los varones1. La calcificación auricular, al igual que la calcificación cutánea, puede ser distrófica (secundaria a daño tisular, principalmente congelaciones o traumatismos mecánicos), metastásica (principalmente por alteraciones del metabolismo fosfocálcico tales como hipervitaminosis D, síndrome de leche y alcalinos, hiperfosfatemia, hiperparatiroidismo primario y secundario y sarcoidosis) o idiopática2. La osificación auricular, menos frecuente, se ha asociado a la hipotermia grave o recurrente, traumatismos e insuficiencia suprarrenal, aunque el mecanismo fisiopatológico exacto se desconoce1,3. Ambas variantes son indistinguibles clínicamente y, aunque un TAC temporal puede ayudar a diferenciarlas, el diagnóstico definitivo de osificación se establece mediante el estudio histopatológico2,4. Curiosamente, se ha descrito un caso de osificación auricular atribuida a la manipulación constante de las orejas por parte del paciente, de forma similar al caso que presentamos5.
Clínicamente, los pacientes con petrificación auricular presentan induración y pérdida de la flexibilidad de la porción cartilaginosa del pabellón auricular, respetando el lóbulo1. Aunque típicamente se trata de un proceso progresivo y asintomático, en ocasiones los pacientes pueden presentar dolor con la presión y ulceración cutánea con riesgo de sobreinfección, a menudo de difícil manejo, siendo motivo de consultas recurrentes y llegando a precisar tratamiento quirúrgico4.
El reconocimiento de esta entidad es importante por su posible asociación con enfermedades metabólicas o endocrinológicas (a menudo subclínicas) y para evitar retrasos diagnósticos, proporcionando alivio sintomático de forma precoz. Unas simples recomendaciones posturales para evitar aplicar presión en la zona pueden mejorar significativamente la calidad de vida de estos pacientes y prevenir la aparición de complicaciones.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesLo autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
AgradecimientosNinguno