Detección temprana de la esquizofrenia en alumnos de secundaria
En la escuela, dentro del amplio abanico de alumnos, un elevado porcentaje abandona los estudios sin terminar ciclo. En este abandono intervienen distintos factores: resultados académicos principalmente, pero también su situación sociofamiliar o aspectos relacionados con la salud. Respecto a este último apartado, existen aspectos de la salud física, pero también psíquica o psicológica. La esquizofrenia es una enfermedad que afecta al 1 % de la población mundial, independientemente de la raza y la clase económica o social. Se manifiesta en la adolescencia y produce un aislamiento social del alumno, con conductas extravagantes y con un rechazo por parte de sus iguales, cuestiones que no aparecen en otras enfermedades mentales (Salavera, Puyuelo y Orejudo, 2009; Salavera, Puyuelo, Tricás y Lucha, 2010).
Uno de los problemas que se constatan es que un elevado número de alumnos con esta enfermedad abandona la escuela sin diagnosticar y, por tanto, sin tratar adecuadamente, lo que les lleva al ostracismo y a encerrarse en casa, en un completo aislamiento de su entorno social. Trabajar con estos alumnos desde las primeras etapas permitiría que con los adecuados apoyos pudiesen continuar su formación en el sistema educativo.
Se hace necesario que los docentes conozcan la enfermedad y los síntomas para comenzar a trabajar desde el principio y disminuir las graves consecuencias para los alumnos que la presentan (Collins y Holmshaw, 2008; Larssen, Melle, Auestad, Friis, Haaher, Johannessen et al, 2006). El trabajo en la detección temprana se revela fundamental en este sentido (Klosterkötter, 2011; Morrison, Stewart, French, Bentall. Birch wood, Byrne et al, 2011; Salokangas y McGla shan, 2008).
El objetivo de este trabajo es desgranar las señales y los síntomas que pueden ayudar a los docentes en la detección temprana de la esquizofrenia, con los beneficios que esto supone no sólo para los docentes y los alumnos afectados por esta enfermedad, sino para los que comparten aula con ellos, cuestiones poco tratadas hasta ahora (Puyuelo, Orejudo y Salavera, 2009; Puyuelo, Salavera y Serrano, 2010).
Situación en la escuela
En el trabajo diario con los alumnos, un porcentaje cada vez más elevado comienza a presentar problemática de salud mental, ya sea ansiedad, depresión, fobias, trastornos de personalidad o esquizofrenia (Puyuelo, 2007). Una de las diferencias existentes entre los alumnos con pródromos de esquizofrenia y alumnos con otro tipo de problemas psicológicos o de comportamiento es que el primer grupo presenta una gran dificultad para mantener una conversación, ya no coherente, sino inteligible, dificultad que no es en principio observables en otro tipo de problemas psicológicos.
A esto hay que unir que una de las características de los alumnos con rasgos esquizofrénicos y de su enfermedad es el aislamiento social que, junto con la apatía y la falta de atención, les conduce a un abandono temprano de la escuela.
Señales de alerta de esquizofrenia
En estos alumnos hay indicadores que nos pueden ayudar en la detección precoz de la esquizofrenia (Badoud, Chanal, Van der Linden, Eliez y Debbané, 2010; Vallina, Lemos-Giráldez y Fernández, 2006). Se producen grandes cambios conductuales, con alteraciones del sueño, cortes en antebrazos u otras partes del cuerpo, posturas y conductas extrañas, apariencia física extravagante, falta de higiene personal, mirada fija e inquietud motriz. A esto hay que sumar una excesiva escritura de textos sin sentido alguno. También se produce un abuso de drogas.
Su afectividad cambia, con risas inoportunas, incapacidad de expresar sentimientos como el llanto o la alegría, una elevada ansiedad y una afectividad plana. Aparecen también sentimientos de depresión y puede pasar de la risa al llanto en segundos. Su personalidad se ve afectada, con cambios evidentes y drásticos. Su motivación se torna en escasa.
Las relaciones sociales se ven marcadas por la desconfianza y la suspicacia hacia los otros, un aislamiento social con tendencia a encerrarse en sí mismo, un rechazo a interactuar físicamente con personas o cosas, sensibilidad e irritabilidad en el contacto con los demás, grave deterioro en sus relaciones y una ansiedad social elevada.
Su pensamiento incluye afirmaciones irracionales y sinsentido, problemas de concentración y afectación en la memoria, hipersensibilidad ante determinados estímulos (luz directa del sol, ruidos comunes, etc.), creencias en seres extraños o en poseer poderes especiales, creación de palabras (neologismos) y estructuras nuevas en las frases, etc. Estas cuestiones quedan reflejadas en la comunicación, uno de los aspectos sin duda más afectados en las personas con esquizofrenia.
Señales de alerta en la comunicaciónLas alteraciones más graves y, por tanto, las que pueden dar más pistas sobre la aparición de esta enfermedad se producen en la comunicación. Estos alumnos hacen uso de una sintaxis correcta, pero su semántica es en ocasiones ilógica; de hecho, aunque sus habilidades léxicas, morfológicas, fonológicas, sintácticas y otras capacidades relacionadas no parecen estar mermadas, no sucede así en el campo de la semántica y la pragmática (McKenna y Oh, 2007).
Así, en la semántica, estos alumnos cambian el significado o la interpretación del significado de un determinado símbolo, palabra, lenguaje o representación formal. En el campo de la pragmática se refleja en una pobreza de contenido de discurso, perseveración y circunstancialidad (Crider, 1997); su oratoria es muy difícil de entender, no hacen uso de la habilidad para comunicar ironía y tienen que pedir aclaración, y tienen poca habilidad para las instrucciones verbales.
Los alumnos con esquizofrenia pueden utilizar el lenguaje de forma adecuada, pero no logran comunicarse bien debido a que no tienen en cuenta a sus interlocutores y las necesidades informativas de éstos. Su actuación cuando el número de elementos verbales es superior a tres o cuatro empeora drásticamente (Addington y Addington, 2006).
En el habla de estos alumnos se denotan algunas carencias y excesos, pero sobre todo se observa un discurso deteriorado y una dificultad para comunicarse de una manera coherente para el interlocutor y que éste les entienda. Se puede hablar de un lenguaje disgregado, con graves alteraciones semánticas, una sintaxis pobre y una pragmática deteriorada.
Las anomalías están presentes en todos los aspectos del discurso: componentes no verbales, paralingüísticos y verbales (tabla 1).
Conclusiones
Se ha observado deterioro del lenguaje en las personas con esquizofrenia (Andreasen, 1979 a,b; Chaika, 1974; Docherty, 1995; McKenna y Oh, 2005; Salavera y Puyuelo, 2010). Asimismo, se puede hablar de una estructura propia del lenguaje en esta enfermedad (Leroy y Beaune, 2007). Por lo tanto, se puede afirmar que los alumnos que presentan esquizofrenia hacen uso de un lenguaje distinto del resto. Se puede hablar de la existencia de un "lenguaje esquizofrénico" (Andreasen, 1979 a,b; Chaika, 1990; Salavera, 2008). Así, hay pautas en el lenguaje de los esquizofrénicos, desde el mismo comienzo de la enfermedad, no presentes en el resto de la población.
El discurso de las personas con esquizofrenia muestra peculiaridades, en especial en las habilidades comunicativas y en la pragmática comunicativa (Laguna y Turull, 2000). Estas características tienen una especial incidencia en su funcionamiento psicológico, social y laboral, afectando a su diagnóstico, pero sobre todo a su pronóstico. La comunicación es un aspecto fundamental en el desarrollo y el funcionamiento de una persona (Puyuelo, Rondal y Wiig, 2003). Uno de los problemas cotidianos que presentan los esquizofrénicos es su incapacidad para expresar los sentimientos o para comunicar los intereses y los deseos a los otros. Estos déficit sociales y de comunicación disminuyen notablemente la calidad de vida de estos pacientes (Liberman, 1988).
Se puede concluir que el déficit observado en la fluidez semántica se encuentra relacionado con la presencia de un deterioro neurocognitivo global y puede atribuirse a los síntomas negativos, ya que estos síntomas son conocidos por estar asociados a una reducción de la producción espontánea de expresiones. Hay, asimismo, una asociación entre fluidez verbal y presencia de síntomas negativos en pacientes jóvenes al comienzo de la enfermedad (Chen, Chan, Lam y Mak, 2000; Elvevåg, Folz, Weinberger y Goldberg, 2007).
La pragmática y la semántica presentan grandes alteraciones, siendo la primera la parte más afectada. Su sintaxis es correcta y tanto las habilidades léxicas como las morfológicas y fonológicas no parecen estar mermadas (Covington, He, Brown, Naçi, McClain, Sirmon et al, 2005). Esto se puede explicar si se considera que el lenguaje es una función cognitiva que, aunque realiza algunas tareas de manera automática (morfología), otras requieren un procesamiento atencional. Esto justificaría que la función que requiere mayores procesos atencionales (pragmática) sea la más afectada; los esquizofrénicos cometen más errores en la descodificación de las conversaciones, lo que refleja dificultades durante la exploración del contexto social (p. ej., reconocimiento de segundas intenciones del interlocutor), lo que indicaría una utilización de un lenguaje pragmático disfuncional en las personas con esquizofrenia (Tényi, Herold, Szili y Trixler, 2002). Las personas con esquizofrenia utilizan en su discurso las palabras de una manera peculiar, no consiguiendo adaptarse a las necesidades del interlocutor, lo que conlleva que su discurso no sea efectivo y comprensible. Éste no consigue una secuencia determinada ni integrar los distintos elementos lingüísticos de una forma efectiva, lo cual requiere de habilidades metacognitivas, además de un procesamiento controlado de la información (Salavera, 2010), por lo que éstas deberían estar implicadas en las distorsiones que se dan en el lenguaje.
Este trabajo es un intento de poner de manifiesto un modelo en el que el lenguaje, principalmente en su pragmática y semántica, pueden servir como método de detección de aspectos relacionados con la aparición de la esquizofrenia en sujetos jóvenes. No hay que olvidar que el lenguaje y el uso que se hace de él tienen mucho que ver con ese desempeño social que altera e influye en gran medida en la vida de estas personas y en su calidad de vida.
Estamos ante una enfermedad que, sin duda alguna, deteriora gravemente a las personas, su desempeño en la sociedad y el lenguaje que utilizan y el uso que hacen de él. No importa mucho el ajuste premórbido que los sujetos que presenten este trastorno tengan.
Esta enfermedad podemos calificar que deteriora gravemente el lenguaje, tanto en los aspectos psicolingüísticos como en el discurso utilizado. Tendremos, pues, en el futuro que seguir investigando estos aspectos y, en la medida de lo posible, proporcionar programas y/o tratamientos que palien estas dificultades que llegan a convertirse en déficit y que afectan a la persona y a su calidad de vida. Sólo así podremos aminorar el grave impacto de esta enfermedad para la persona, sus familias y los profesionales que trabajamos con ellos.
*Autor para correspondencia.
Correo electrónico:salavera@unizar.es (C. Salavera).
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