Hace 25 años el desarrollo infantil temprano (DIT) estuvo casi ausente de la agenda de los gobiernos del Mundo Mayoritario (en ese entonces, Tercer Mundo), así como de la de las organizaciones internacionales. En México, como en otros países, el desarrollo temprano fue visto como una tarea y preocupación de las familias y no de los gobiernos. El énfasis en salud pública fue reducir la mortalidad infantil; en educación, la tarea fue incrementar la matrícula en educación primaria. La atención extrafamiliar a niños pequeños en centros fue muy reducida. Destacaba el cuidado custodial en “guarderías” y no el desarrollo integral; en su mayoría, esta atención fue restringida al 10% de los niños y las niñas de madres trabajadoras en el sector formal que tuvieron la suerte de encontrar cupo. La investigación relacionada con el DIT se realizó principalmente desde la psicología y desde un marco conductista. Excepciones extraordinarias fueron los estudios de Chávez y Martínez1 y de Cravioto y colaboradores2,3 en las décadas de los 70 y los 80. Los fondos para trabajar en el tema fueron escasos.
2AvancesHoy es posible describir un panorama más alentador gracias a influencias tales como la reducción en mortalidad infantil, la entrada de muchas más mujeres en la fuerza de trabajo pagado, la realización y diseminación amplia de resultados de investigación que han mostrado la importancia de los primeros años para el desarrollo y comportamiento durante el resto de la vida (ha sido notable la influencia de resultados de estudios desde la neurobiología y la economía)4 y la participación de México en acuerdos internacionales tanto sobre derechos (Convención de los Derechos de la Niñez)5,6 como sobre salud y educación. A la fecha, la educación preescolar es obligatoria y la matrícula para niños de 5 años de edad es mayor al 90%. Existen múltiples programas dirigidos a las familias para mejorar las prácticas de crianza que afectan el desarrollo. La atención extrafamiliar de los niños ha incrementado notablemente y no está restringida a los niños de mujeres trabajadoras7. El Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 incluye explícitamente la atención al DIT8. Se cuenta con el Seguro Médico Siglo XXI, que asegura el financiamiento para los menores de 5 años del país beneficiarios del Seguro Popular9, además de un componente más activo de DIT para la población beneficiaria del Programa PROSPERA10. El programa de transferencias condicionales a familias en condiciones de pobreza, PROSPERA, ya incluye un componente de DIT en sus talleres comunitarios dirigidos a madres y padres de familia10,11.
Desde 1990 han aparecido dentro del sector salud nuevas instancias con la encomienda de mejorar el desarrollo temprano; entre ellas, el Centro Nacional de la Salud para la Infancia y Adolescencia (CeNSIA) y la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo del Hospital Infantil de México Federico Gómez, fundada en 2012,12 cuyo extraordinario y amplio trabajo sobre la detección y atención oportuna de problemas del desarrollo infantil en México se presenta en este número del Boletín Médico del Hospital Infantil de México. Dedicar una edición de la revista al DIT es, por sí mismo, un indicador del reconocimiento de la importancia asignada ahora al estudio y acción en este campo.
La base de información sobre el DIT está en vías de mejorar con varias estrategias: la aplicación de la prueba Evaluación del Desarrollo Infantil o EDI13 —diseñada y validada en México14–16— a una proporción más amplia de la población, la inclusión de indicadores de desarrollo en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, las iniciativas del Instituto Nacional de Salud Pública de aplicar una encuesta de hogares y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para medir los resultados y la calidad a nivel preescolar.
El financiamiento internacional para la investigación y para programas dirigidos al DIT ha incrementado en los últimos años. El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo han prestado montos importantes para el DIT. UNICEF apoya varias iniciativas y fundaciones tales como Kellogg y LEGO; ofrecen fondos para trabajar sobre DIT. En el artículo de O'Shea-Cuevas y colaboradores se presentan datos que indican un marcado incremento en el presupuesto nacional en salud dedicado al DIT10.
En resumen, es posible identificar avances no solamente en el discurso y la ley17 sino en los programas, en los recursos humanos, institucionales y organizacionales (y hasta cierto punto financieros) disponibles, y en acciones concretas dirigidas a mejorar el DIT.
3RetosA pesar de estos avances, quedan retos importantes para fortalecer el DIT, tanto conceptuales como de diseño e implementación de programas:
Equidad y calidad. El aumento en la disponibilidad y participación de niños, niñas y sus familias en programas de DIT no necesariamente reduce inequidades sociales y culturales asociadas con el mismo DIT. Falta mejorar la calidad y la distribución de esta calidad de una manera equitativa entre los programas18. Hasta ahora, los programas y servicios para la población que vive en pobreza tienden a ser de menor calidad.
Respeto a diferencias contextuales y culturales. Aunque se habla de la importancia de respetar diferencias culturales relacionadas con diferencias en condiciones físicas, creencias y cosmovisiones para criar a los niños y niñas, la tendencia es pensar que el modelo para promover el DIT debe ser universal, con la misma metodología, instrumentos y contenidos aplicados a toda la población. El reto es entender mejor el origen de las prácticas en contextos específicos, buscar áreas de concordancia entre lo que dice “la ciencia” y “la sabiduría tradicional” y las áreas de diferencia para trabajarlas, basados en el diálogo y la negociación y no en la imposición por medio de “mensajes” que pueden o no ser aceptados.
Del desarrollo infantil temprano hacia el desarrollo integral temprano. En el sector salud ha sido difícil realizar la transición de un modelo basado en la enfermedad a un modelo de desarrollo. También existe una tendencia de enfatizar la atención al desarrollo físico, con menos atención en lo social, emocional y cognitivo. A la par, en el sector educativo, con frecuencia la atención en problemas de salud es muy débil. En ninguno de estos casos se aprovecha el sinergismo posible entre las distintas dimensiones del desarrollo.
Estimulación e interacción. Especialmente en salud existe una tendencia a pensar en la estimulación como la estrategia para mejorar el DIT. Aunque es obvio que los niños y las niñas requieren de estimulación para desarrollarse, la estimulación es algo que se hace al otro, y no incorpora lo que muchas investigaciones muestran que es de igual importancia: la interacción entre los cuidadores y las niñas y niños a su cargo. Implica, además de ofrecer estimulación, escuchar, responder y ajustar comportamientos según lo que el niño requiera.
No se recibió financiamiento para la realización del presente manuscrito.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.