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Vol. 46. Núm. 136.
Páginas 417-421 (enero - abril 2013)
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Veinte consejos de jorge carpizo a jóvenes universitarios*
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Eduardo Ferrer Mac-Gregor*
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Doctor Carlos Fernando Almada, representante del ciudadano gobernador constitucional del estado de Nuevo León

Magistrada Graciela Buchanan, presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Nuevo León y del Consejo de la Judicatura

Diputado Luis David Ortiz, presidente del Congreso de Nuevo León

Doctor José Luis Prado Maillard, director de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León

Doctor Héctor Fix-Zamudio, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México

Doctor Germán Cisneros Farías, distinguido profesor de esta Facultad de Derecho y Criminología

Muy respetados miembros del Comité Organizador en Homenaje al Doctor Jorge Carpizo

Investigadores, profesores y alumnos de esta Facultad de Derecho y Criminología

Señoras y señores:

Apenas tengo palabras para expresar los sentimientos encontrados que hoy albergo, al participar en este merecido homenaje póstumo al doctor Jorge Carpizo Mac-Gregor. Por una parte, la tristeza de no tener más la presencia de un ser humano excepcional; por otra, la alegría que nos causa haber tenido la enorme fortuna de conocerlo, aprender de él y recibir siempre sus sabios consejos y apoyo moral.

Jorge Carpizo, ante todo, fue un caballero. Respetuoso de las formas, pero firme y sincero en el fondo. Siempre habló de frente y con la verdad. Actuó en todo momento con profunda convicción en sus ideales. Leal y cariñoso con sus amigos y familia, que cultivó permanentemente; fue el mejor anfitrión y un ameno conversador, que hacía gala de una memoria prodigiosa: narraba con lujo de detalle sus viajes por el mundo (que fueron una pasión para él), rodeado de infinidad de anécdotas. Sorprendía a todos cuando describía lugares visitados que ni siquiera los lugareños conocían. Las citas históricas y los datos culturales precisos en todo momento. Jorge Carpizo disfrutó de la vida como pocos y éste es un consuelo que tenemos ante su ausencia, que tanto nos sigue doliendo.

Deja un hueco muy difícil de llenar en la comunidad universitaria e iberoamericana; especialmente en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, su querido Instituto, al que perteneció y en el que laboró hasta el último día de su vida.

Sería ocioso en esta ocasión referirnos a la infinidad de logros como servidor público, investigador, docente, ciudadano comprometido y universitario ejemplar. Ahí están y hablan por sí mismos sus 21 libros y más de 700 artículos y otros trabajos publicados en obras colectivas y revistas especializadas, que dan cuenta de su rigurosidad y seriedad científica. Cultivó como pocos el derecho constitucional, especialmente temas trascendentales como el presidencialismo mexicano, el régimen federal, el sistema electoral, la democracia, los derechos humanos y la justicia constitucional. Su vida como figura pública y su importante obra jurídica está siendo estudiada, admirada y reconocida a través de innumerables homenajes que durante el próximo año le rendirá la Universidad Nacional Autónoma de México, como recientemente lo anunció el señor rector José Narro Robles en un desayuno con sus numerosos amigos y seres queridos.1

Por lo tanto, quisiera más bien aprovechar estos breves minutos que me fueron concedidos para recordar una serie de consejos que el hoy homenajeado externó hace 21 años, a la XXIV Generación de Licenciados en Derecho de la Universidad Autónoma de Baja California (1987-1991), a la que orgullosamente pertenezco y que lleva por nombre: “Generación Dr. Jorge Carpizo Mac-Gregor”.

Después de un emotivo discurso que pronunció el 31 de enero de 1992 en el auditorio principal de la Universidad Autónoma de Baja California, Campus Tijuana, Jorge Carpizo (en ese momento presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos), externó “veinte consejos” a sus ahijados;2 que hoy comparto con ustedes, porque creo que no hay mejor homenaje que recordar su pensamiento, especialmente hacia los jóvenes universitarios, como los que hoy aquí se encuentran:

Voy a manifestarles algunos elementos que considero contribuyen al éxito profesional y existencial, los cuales les deseo a todos y cada uno de ustedes, que logren la madurez de su mente para que sean lo más útiles posibles a la sociedad. Los enunciados que siguen son vivencias decantadas a través de los años y que quiero compartir en esta ocasión tan memorable para muchas personas, pero especialmente para ustedes:

Tengan presente que siempre seguirán siendo estudiantes, que es necesario seguirse preparando y sobre todo actualizando, más en una época en que los cambios en los conocimientos son vertiginosos. Estudien cinco días a la semana cuando menos una hora diaria. Tómense unas dos horas a la semana para reflexionar sobre los nuevos temas y materias estudiadas. Sean constantes en el estudio y en todas las actividades de su vida.

Trabajen en algo que les guste, que les sea agradable, si les apasiona, mucho mejor. En el trabajo se pasan muchas horas al día; por ello, debe ser fuente de alegría y entusiasmo, no de carga o molestia.

Trabajen porque hay que hacerlo, porque es la forma de sostener una familia y porque es parte indispensable para la realización personal; pero piensen que si la fortuna les hubiera dado recursos económicos que hicieran posible vivir sin trabajar, de todos modos se laboraría en lo que uno está desarrollando, porque hacerlo es un gusto y una forma de ser útil a la sociedad.

Siempre realicen su trabajo bien, háganlo lo mejor que puedan. Pónganse metas que permitan una superación personal constante en la forma de hacer su labor. La apatía y la abulia destruyen la voluntad y la mente. Jamás vayan a permitir que sean compañeras de ustedes.

Consideren que el trabajo es indudablemente un medio legítimo para la realización personal, pero véanlo también como una obligación, como un servicio que estamos obligados a dar a la sociedad. Usen sus conocimientos para hacer el bien y algunos de ellos que sean en forma gratuita para quienes más lo necesitan y son de recursos económicos escasos.

Actúen siempre con honestidad y con la verdad. Nunca mientan. La verdad, más tarde o más pronto, siempre se conoce. El mentiroso se desprestigia y se aísla. Sean francos, que se sepa que para ustedes sólo hay una verdad y esa la defienden.

Así como en la existencia es indispensable un marco ético y moral que nos sostenga y delimite, el mismo jamás debe perderse o vulnerarse en el ejercicio profesional.

Sean leales a sus jefes, subalternos y clientes. La traición envilece y complica la existencia. Al traidor siempre se le tendrá desconfianza y temor.

Nunca sacrifiquen los principios por conveniencia o pragmatismo. Cuando en la vida se pierde la congruencia, ésta se convierte como una nave sin rumbo ni dirección.

Es probable que en su carrera no todo sea éxito constante, habrán fracasos y caídas. Es natural. Lo importante es siempre levantarse y seguir luchando, nunca desilusionarse, menos darse por vencido. Cada caída es una experiencia y de ella se debe salir fortalecido para continuar la lucha cotidiana.

Hasta donde sea posible, siempre hay que conservar la ecuanimidad. Los triunfos no deben llevarlos a la euforia; los fracasos no deben conducirlos a la depresión. Son únicamente circunstancias en el peregrinar de la existencia.

Edifiquen su prestigio profesional con pasos firmes aunque sean lentos. No se dejen llevar por espejismos ni falsos prestigios. Lo que no es sólido, un día se cae de las manos como el polvo.

Cuiden y enriquezcan su prestigio profesional porque es un patrimonio invaluable. Es una riqueza tal que nunca se pierde, es de aquellas a las que se refería Cervantes al aconsejarnos que acumuláramos tales riquezas que al salir de un naufragio las siguiéramos conservando.

Indudablemente que el dinero es útil y necesario y puede ser un elemento que contribuya a la felicidad. Todos tenemos derecho a llevar una vida decorosa. Acumular dinero sólo por acumularlo, es inútil porque se llega a un momento en que no se agrega nada al nivel de vida. El dinero malhabido quema y destruye internamente.

Los que tengan vocación impartan una cátedra universitaria, es una forma de darse a los demás, de estar actualizado en los conocimientos, de aprender a expresarse con claridad y sencillez. Convivir con la juventud, rejuvenece.

En el ejercicio de su carrera, realicen trabajos de servicio social, dejen a un lado egoísmos y comodidades y contribuyan a construir una sociedad mejor y más justa. Hay que auxiliar a quienes son más débiles social y económicamente.

Cuando se equivoquen y les demuestren que así es, no se obstinen en permanecer en el error. Admítanlo y contemplen el incidente como algo natural de la existencia. Nadie es poseedor de la verdad absoluta.

En aras de la profesión no se deben descuidar otros valores como el de la familia. Cuando las cosas superfluas se evaporan y quedan las trascendentemente valiosas, ahí la familia ocupa un lugar sobresaliente. Nunca estarán solos si saben cultivar los valores familiares.

Todos deseamos en ciertos aspectos de la vida tener una segunda oportunidad. Si está en sus manos y es justo, denles a los que les rodean, esa segunda oportunidad que tal vez ustedes alguna vez necesiten.

Traten a todos, jefes y subalternos, especialmente a estos últimos, como seres humanos, con respeto y cordialidad. Recuerden que la idea vertebral de nuestra cultura es la de la dignidad humana. Que ella influya en todos sus actos.

La vida humana es como una escultura siempre inacabada. Todos la vamos cincelando cada día. Hay que ir esculpiéndola como la obra de arte que es. Ustedes ya han hecho una buena tarea con la terminación de sus carreras universitarias. Pero nunca dejarán de golpear a la materia para seguir dándole forma y eso es lo que les espera en su ejercicio profesional. Continúen haciéndolo para que la belleza de la obra de arte, irradie la luz y el equilibrio que enriquecen la existencia…

Hasta aquí la lectura textual de sus palabras. Como pueden advertir, estos veinte consejos los hizo suyos y los aplicó cotidianamente en su vida. Para mí han significado una guía permanente y hoy más que nunca valoro sus sabias palabras y las recuerdo frecuentemente, como un tesoro precioso que guardo en mi mente y corazón.

Su ejemplo de vida seguirá influyendo en muchos jóvenes y su legado estará siempre presente en quienes recuerden su pensamiento, lean su obra escrita y sigan sus enseñanzas.

Jorge Carpizo, hombre grande que hoy se inmortaliza en bronce dentro de la Plaza de los Juristas Ilustres, ubicado en los jardines de esta Facultad de Derecho y Criminología; al lado derecho de su entrañable amigo y compañero, el Maestro Fix, como cariñosamente le decía. Nuevamente, como hace 45 años cuando Jorge Carpizo ingresó como secretario académico del entonces Instituto de Derecho Comparado siendo Héctor Fix-Zamudio el director, discípulo y maestro se reúnen hoy para continuar ese diálogo fecundo, siempre abierto, sincero y trascendente que los ha unido y los seguirá uniendo a través de los años.

Honor a quien honor merece. Honor a Jorge Carpizo, ¡que siempre vivirá en el corazón de todos nosotros!

Palabras pronunciadas en la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, con motivo de la develación del busto de Jorge Carpizo en la Plaza de Juristas Ilustres (23 de octubre de 2012). La obra en bronce es del escultor Cuauhtémoc Zamudio.

Investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y juez electo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Desayuno que tuvo lugar debido a la convocatoria del rector de la UNAM, José Narro Robles, el 21 de septiembre de 2012, en la Unidad de Seminarios Ignacio Chávez de la UNAM, con una asistencia de centenares de amigos, discípulos, compañeros y familiares de Jorge Carpizo.

Extracto de las “Palabras del doctor Jorge Carpizo Mac-Gregor, ante la XXIV generación de licenciados en derecho de la Universidad de Baja California”, Tijuana, B.C., 31 de enero de 1992.

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