Elegir la revista apropiada para publicar se ha convertido en un asunto clave para el éxito en la vida científica del investigador, dado que hoy el rendimiento se mide por la calidad de las revistas donde publicamos.
Criterios, indicadores, procedimientos y herramientas para evaluar la calidad de las revistas se han propuesto muchos. Un inventario exhaustivo y un análisis crítico de las mismas puede encontrarse en Delgado López-Cózar et al.. La edición de revistas científicas: directrices, criterios y modelos de evaluación. Madrid: FECYT; 2007.
Intentaremos en este breve ensayo sintetizar y explicar este tema lo más claramente posible.
¿Qué es la calidad de una revista?Cuando hablamos de calidad en las revistas científicas nos referimos a la calidad en 2 planos diferentes: a) la de los procesos que lleva a cabo para cumplir su principal misión: la rápida difusión de información científica inédita y veraz, y b) la calidad de la revista como medio de difusión científica.
También, por extensión, la calidad se asocia al prestigio de los actores involucrados en estos procesos, al impacto que los trabajos publicados obtienen en la comunidad científica –normalmente vinculado al impact factor y otros indicadores basados en citas–, la presencia en bases de datos de prestigio u otros reconocimientos externos que significan a la revista como excelente (premios, certificados, etc.).
¿Cómo identificar la calidad en los procesos editoriales?Ante la imposibilidad de involucrarse directamente en el análisis de los procesos evaluativos, el autor debe limitarse a aquellos matices declarados por la revista, por este motivo la transparencia en una revista científica es de suma importancia. El investigador juzgará, por tanto, aspectos como la profesionalidad del servicio de evaluación editorial; la experiencia científica de sus miembros, es decir, la idoneidad como investigadores del staff de la revista y especialmente de sus editores y revisores, y aquellos otros parámetros que indican que se ha llevado un proceso evaluativo serio y riguroso como son el número de revisores utilizados y el cumplimiento de los diferentes plazos (evaluación, comunicación a los autores y publicación) a los que se comprometen las revistas, especialmente si son cortos. Una fórmula común es comparar los aspectos formales de las revistas con el de las publicaciones referentes en el área, puesto que cada área tiene sus propios patrones y las revistas de calidad deben adecuarse a las características propias de su especialidad.
Para detectar la calidad de una revista también podemos examinar la calidad de los trabajos que publica. Un aspecto que teóricamente podría sernos de ayuda a la hora de detectar revistas con malos procesos de verificación es la existencia de artículos retractados, aunque en este sentido existe un hecho paradójico: son las revistas de mayor impacto las que atraen a los autores defraudadores y solo las revistas de calidad reconocen estos problemas.
¿Cómo identificar la calidad de una revista como medio de difusión científica?Las revistas deben adaptarse a las costumbres y normativas internacionales específicas de la publicación científica, que les permita una distribución editorial adecuada exhaustiva y eficiente.
Los formatos de impresión deben ser compatibles con los principales aparatos reproductores del sistema y sus formatos digitales con las principales bases de datos y buscadores científicos, a través del uso de los diferentes lenguajes de marcado (etiquetas), lo que les permita ser recuperados con facilidad y eficiencia a partir de los términos clave de su documento, o, en definitiva, cualquier término que aparezca en el trabajo.
Hoy día el principal buscador científico es Google Scholar; la mayor preocupación para el equipo técnico de una revista digital debería ser que sus trabajos sean incorporados con rapidez y correctamente a este buscador, para que puedan ser recuperados de forma óptima.
Por tanto, los contenidos publicados en una revista de calidad deben estar accesibles desde los principales buscadores científicos abiertos, así como en las bases de datos científicas de su especialidad, a la vez que deben cumplir los aspectos necesarios para optar a ingresar en bases de datos exclusivas, como Web of Science o Medline.
¿Por qué evaluar la calidad de las revistas científicas?Las revistas se evalúan por su papel primordial en la investigación científica; son el principal medio de comunicación científica en las ciencias naturales y experimentales1, y su protagonismo se está contagiando a otras áreas, en detrimento de las monografías. Ello hace que las revistas sean el principal elemento de evaluación de la investigación, pilar fundamental de la universidad. Las revistas científicas son un instrumento que «determina el ascenso en la escala profesional y social de los científicos e influye decisivamente en la asignación de recursos económicos para la investigación»2.
La evaluación sirve principalmente a 2 propósitos: internamente, para que el equipo editorial conozca la situación de la revista con la legítima aspiración de mejorar su estatus dentro de los patrones que marca la comunidad científica internacional3; externamente, los resultados de estas evaluaciones se asocian a los trabajos publicados en ella, lo que nos permite aproximarnos a la calidad de estos trabajos e indirectamente evaluar a investigadores y los centros productores, aspecto destacado, junto con el impacto de las publicaciones, cuando se trata de evaluar la producción científica de un sistema.
Históricamente, ¿cómo se ha percibido la calidad de las revistas?En un primer momento, con la aparición de las primeras revistas científicas en el siglo xvii, la calidad venía asociada al prestigio del editor de la revista, normalmente una asociación científica. Por tanto, era el prestigio el principal criterio de evaluación; prestigio de la asociación que respalda la publicación, de los miembros del comité editor de la revista y prestigio de los autores que publican en ella. Es por ello que, en 1731, para aumentar el prestigio de la revista Proceedings of the Royal Society of Edinburgh, esta asociación solicitó la participación de investigadores externos en sus procesos de revisión4, investigadores en su mayoría de la Royal Society of London, lo que dio lugar al peer review.
En el siglo xix, la aparición de revistas de abstracts –predecesoras de nuestras actuales bases de datos bibliográficas– crea de facto un grupo de revistas de élite, aquellas cuyos trabajos tienen la suficiente calidad para ser resumidos en esta nueva tipología de revistas, obteniendo una difusión extraordinaria. Gregorio Marañón recomienda en su obra La medicina y nuestro tiempo5 priorizar la lectura de los trabajos resumidos en este tipo de publicaciones.
El punto de inflexión en la evaluación científica de revistas se produce con la creación de los Current Contents Connect (1955), base de datos predecesora de la Web of Science (1964), ambos creados por Eugene Garfield, así como su indicador para medir el impacto de las revistas, el impact factor, y los rankings de revistas por áreas que en un principio formaban parte de los Science Citation Index: los Journal Citation Reports. Los procedimientos de evaluación anteriores, basados en procedimientos subsidiarios (prestigio y presencia en revistas de resúmenes), son sustituidos por un indicador objetivo que pretende representar el impacto de los trabajos en la comunidad científica a través de las citas recibidas y que, además, presenta una evolución anual, es decir, Eugene Garfield crea un indicador científico para evaluar revistas científicas.
En la actualidad estamos en un periodo que se caracteriza por la multiplicación de productos de evaluación (Scopus, Google Scholar Metrics, Microsoft Academic Search, etc.) e indicadores de impacto basado en las citas (SNIP, Eigenfactor, SJR, etc.), aunque sigue prevaleciendo la base de datos Web of Science y el impact factor como referentes. No obstante, con la digitalización de las revistas científicas están apareciendo una nueva serie de indicadores basados en la Web 2.0 que analizan diferentes aspectos de la actividad académica, los denominados Altmetrics, que desde una nueva perspectiva abordan la investigación y su impacto científico y social, lo que en la actualidad supone un nuevo enfoque para la evaluación de los trabajos científicos.
Impacto versus calidadEs un error común el confundir el término «calidad» e «impacto» cuando hablamos de revistas científicas. La calidad depende principalmente de la editorial, del equipo humano y de los medios que posea la revista, mientras que el impacto es mayormente responsabilidad de la comunidad de investigadores que publica en ella.
Una revista de impacto es aquella que, demostrando calidad en sus procesos formales y editoriales, publica los trabajos que mayor repercusión tienen en el área, medida habitualmente en número de citas, lo que los sitúa en las posiciones preferentes de los rankings de citas en sus respectivas áreas. Es por ello que todas las revistas de impacto son revistas de calidad, pero, en cambio, solo un porcentaje pequeño de las revistas científicas de calidad consiguen ser revistas de impacto.
¿Cómo reconocer una revista de impacto?El término impacto proviene del indicador de Eugene Garfield impact factor, por lo que las revistas de impacto son aquellas que tiene un impact factor calculado por la base de datos Web of Science y, por tanto, aparecen en los Journal Citation Reports.
Externamente podemos identificar a una revista científica de impacto por su manifestación en los principales actores del sistema: a) los autores del área compiten por publicar en sus volúmenes, en ocasiones pagando por ello; b) las empresas del sector pagan un alto precio por colocar sus anuncios entre sus páginas; c) los investigadores consolidados del área participan activamente en sus procesos editoriales, normalmente filantrópicamente, y d) los lectores acceden a sus documentos con asiduidad, incluso cuando son de pago, lo que obliga a las principales bibliotecas y bases de datos científicas a estar suscritas y ofrecer estas revistas. De estas afirmaciones se derivan una serie de indicadores externos para identificar revistas de impacto:
- a)
Las revistas de impacto son aquellas donde publican los mejores autores del área.
- b)
Las revistas de impacto atraen la publicidad más rentable de su sector.
- c)
Las revistas de impacto cuentan en su staff con los investigadores de mayor prestigio del área.
- d)
Las revistas de impacto están presentes en las principales bases de datos científicas de su especialidad y en los catálogos de bibliotecas de investigación.
Como hemos visto, el elemento económico está presente constantemente, lo que nos indica que el impacto científico es el principal garante de la viabilidad económica de una revista académica como medio de difusión.
¿Qué se debe tener en cuenta al elegir una revista?Parafraseando la segunda y tercera ley de Ranganathan, «cada lector tiene su revista» y «cada revista tiene sus lectores» (1931), el éxito en la publicación científica consiste en publicar en aquellas revistas cuyos lectores coinciden en mayor medida con el target de nuestro trabajo. Por tanto, si como autores creemos que el principal objetivo es la divulgación de los resultados de nuestros trabajos, elegiremos siempre aquellas revistas que, realizando procesos de evaluación y verificación serios, tengan mayores posibilidades de llegar a nuestro lector objetivo, renunciando si es necesario a revistas con un mayor impacto en la comunidad internacional a favor de una difusión más exhaustiva y eficiente.
Responsabilidades éticasProtección de personas y animalesEl autor declara que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datosEl autor declara que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informadoEl autor declara que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener ningún conflicto de intereses.
No puedo más que dar las gracias a Emilio Delgado López-Cózar, mi maestro, que me enseñó todo lo que sé sobre revistas científicas y que amablemente revisó este manuscrito, y a Ignacio Aguaded, que me permitió aplicar este conocimiento en la revista Comunicar como coeditor.