He leído con interés el artículo de Arqué et al., describiendo un caso de cirugía inusual para corregir una coartación aórtica1.
Hace 10 años nos encontramos con un caso parecido. Se trataba de un individuo de 70 años con recoartación aórtica y función ventricular deprimida. Elegimos la opción del bypass aorto-aórtico, para evitar la zona de cirugía previa, y debido a las dificultades técnicas que pueden surgir al reparar una coartación aórtica en pacientes mayores de 50 años2. La originalidad del caso radicaba en el uso de un dispositivo de elevación cardiaca para realizar la anastomosis retrocardiaca, y que, a pesar de utilizar circulación extracorpórea, la intervención se realizó con el corazón latiendo.
No he encontrado mención de este caso en la bibliografía reseñada por Arqué et al. en su artículo, a pesar de que fue publicado en una prestigiosa revista de nuestra especialidad3. Esta publicación dio pie a una carta al editor de aquella revista de un cirujano de la India en el que describía un caso similar4, utilizando también un dispositivo de retracción cardiaca. En mi respuesta le decía que en cualquier parte del mundo existen cirujanos con recursos. En justicia, pues, debo añadir la coletilla «incluyendo Málaga».
Sirva esta carta para que el Dr. Arqué, veterano cirujano y sus colegas constaten que «no hay nada nuevo bajo el sol» (Salomón dixit, Eclesiastés 1:9) y menos en cirugía cardiovascular.