En la madrugada del día 6 de mayo 2024, una triste y sorpresiva noticia desoló a todos los amigos, compañeros cirujanos y familia de Víctor Artiz Cohen, cirujano cardiaco de la Fundación Jiménez Díaz (FJD). Nos dejaba de forma súbita.
Cuántas veces a lo largo de nuestra trayectoria profesional, en conversaciones entre compañeros, hemos referido esta como la mejor manera de irnos, probablemente condicionados por nuestra profesión y las duras experiencias que nos ha tocado vivir con nuestros pacientes a lo largo de los años. Afortunadamente Víctor se fue sin sufrir.
Excelente cirujano cardiaco, profesional completo, exigente y autocrítico, siendo estos los valores que nos transmitió y que pudimos aprender de él para enriquecer nuestra vida profesional y personal.
Fue un cirujano dotado de gran habilidad manual, así como de una inagotable capacidad para resolver situaciones imprevistas de manera eficaz.
Tuvo la suerte de vivir en primera persona, la evolución de la cirugía cardiaca, desde sus difíciles etapas iniciales hasta su consolidación.
Toda su trayectoria profesional trascurrió en la Fundación Jiménez Díaz, desde 1982 a 2015.
Destacó en el campo del trasplante cardiaco ortotópico, desarrollando el programa de trasplante en la FJD, junto al Dr. Santiago Serrano, excelente compañero y cirujano cardiaco, embarcándose juntos en esa maravillosa aventura.
Realizó su entrenamiento en trasplante en Barnes Hospital (Missouri, EE.UU.) y Papworth Hospital (Cambridge, Reino Unido).
Desarrolló la cirugía de las arritmias cardiacas, desde 1982 a 1992, donde trabajó estrechamente con el Dr. Jerónimo Farré, quien le recuerda como cirujano siempre dispuesto y colaborador y un gran apoyo.
Otra de sus pasiones dentro de la cirugía cardiaca, e importante aportación para la FJD, fue el desarrollo de la cirugía coronaria arterial con y sin CEC, y las reoperaciones de revascularización coronaria, para lo cual se formó durante 1991 en The Cleveland Clinic Foundation, Cleveland, Ohio (EE.UU.).
En definitiva, fue un excelente maestro para todos los que coincidimos con él, tanto fuera como dentro de quirófano. De carácter «disfrutón», ameno y conciliador, hacía fácil el trabajo diario, generando siempre ambiente de equipo entre cirujanos y cardiólogos.
En su ámbito familiar, como no podía ser de otra forma, estas mismas cualidades le hacían ser un marido, padre y abuelo modélico, protector, divertido y orgulloso de los suyos.
Gracias, Víctor, por todo lo que has aportado a la cirugía cardiaca de la Fundación Jiménez Díaz, y a los cirujanos que tuvimos el placer y el privilegio de aprender de ti, tanto a nivel profesional como en valores humanos.
Tu trabajo y enseñanzas permanecerán.
Descansa en paz.