Sr. Director:
Agradecemos la publicación del artículo de Jiménez et al1 en Cirugía Española de septiembre, por su interés y rareza, sobre un caso de carcinoide biliar intrahepático, pero nos gustaría realizar algún comentario sobre los datos ofrecidos en él. Si hubiera sido un colangiocarcinoma hiliar (CCH), se describiría como IIIb en la clasificación de Bismuth-Corlette y, posiblemente, el tratamiento propuesto a priori habría sido insuficiente2. Como es sabido, el conducto hepático derecho es inconstante y corto (menos de 1 cm); el izquierdo, en el 97% de los casos, es más largo (1-5 cm), por lo que puede ser técnicamente posible la resección del tumor sin hepatectomía liberando la placa hiliar3,4. Pero uno de los problemas en el tratamiento de los CCH es lograr una resección R0 pues, a pesar de la agresividad quirúrgica, como describe el trabajo de Sano et al5, la tasas de margen positivo fueron del 39,2% para los 102 CCH a los que se asoció hepatectomía4. El tratamiento estándar del CCH tipo IIIb es una hepatectomía izquierda junto con resección del segmento 1 (S1), aunque la resección de S1 no está tan clara para CCH tipos I-IIIa4.
Dado que el diagnóstico del carcinoide biliar intrahepático fue posquirúrgico y que la sospecha prequirúrgica era de CCH, quizá habría sido más indicado realizar una hepatectomía izquierda + S1, con resección de la vía biliar extrahepática y linfadenectomía regional (linfadenectomías más extensas no se recomiendan, pues sólo hay un 1% de supervivientes a los 5 años con adenopatías positivas fuera de la zona), ya que si histológicamente se hubiera hallado un CCH, habríamos tenido una alta probabilidad de obtener márgenes positivos4.