La presencia de tejido esplénico ectópico en la cavidad abdominal se ha reportado en la población general en un 10 a un 15%, y se encuentra habitualmente localizado próximo al hilio esplénico. Su presencia intrapancreática se observa en el 1 al 2% de los casos1. Generalmente, se trata de anomalías que permanecen asintomáticas, por lo que en su mayoría se descubren en forma accidental. La importancia de esta entidad anatomopatológica radica en que pueden simular neoplasias pancreáticas malignas, lo que genera laparotomías innecesarias2,3.
Presentamos el caso de una paciente de sexo femenino, de 72 años de edad, que concurre a la consulta por antecedentes de anemia sintomática. Durante su evaluación se le realiza una ecografía abdominal que evidencia una lesión quística uniloculada de 19 × 13 × 13mm en la porción caudal del páncreas con conducto de Wirsung no dilatado y sin otras alteraciones evidentes. Una tomografía computarizada (TC) realizada en forma posterior informa imagen hipodensa de bordes netos, con densidad líquida, que medía 12 × 12 × 9mm en la cola del páncreas (fig. 1).
La imagen se interpreta como una neoplasia pancreática en el contexto de la edad de la paciente, por lo que se decide realizar una laparotomía exploradora. Se le realiza esplenopancreatectomía corporocaudal, sin complicaciones perioperatorias. La anatomía patológica informó bazo ectópico incluido en el parénquima pancreático (fig. 2). La paciente evolucionó sin complicaciones perioperatorias.
El tejido esplénico ectópico puede clasificarse en 2 grupos: esplenosis y bazo accesorio. La esplenosis se presenta cuando el tejido esplénico es autotrasplantado dentro de la cavidad abdominal o el tórax mediante intervenciones quirúrgicas o por rotura traumática del bazo. En el caso del bazo accesorio, se trata de tejido esplénico duplicado en forma congénita con ubicación ectópica. En estudios de autopsia, esta entidad se presenta en un 10 a un 15% de la población general, de los cuales un 80% de los casos se localiza en el hilio esplénico; sin embargo, su ubicación puede variar y situarse en cualquier porción de la cavidad abdominal, desde el diafragma hasta la pelvis4. Luego de la fusión esplenorrenal, el bazo ectópico puede ubicarse en forma pararrenal y retroperitoneal, y luego de la fusión esplenogonadal puede descender a la pelvis o incluso al escroto.
Su situación intrapancreática es rara y se reporta en un 1 a un 2% en la literatura médica mundial, de los cuales un 16% está ubicado en la cola1.
Como consecuencia del curso asintomático y generalmente benigno de este proceso, el bazo accesorio intrapancreático no requiere tratamiento alguno, pero debido a que puede simular una neoplasia pancreática maligna se debe considerar como diagnóstico diferencial en presencia de masas pancreáticas asintomáticas.
Los estudios por imagen representan la piedra angular para acercarnos al diagnóstico, ya que determinan la naturaleza de la masa y evitan así una cirugía innecesaria. El diagnóstico se puede sospechar en una TC o una resonancia magnética (RM), con o sin contraste, ante la presencia de una masa con densidad idéntica o similar a la del tejido esplénico. Se han probado los estudios que emplean radionucleótidos, pero no han demostrado mejores resultados a la hora de realizar el diagnóstico de bazo ectópico.
El reconocimiento de determinadas características ya definidas en las múltiples modalidades imagenológicas contribuye a excluir procesos malignos del páncreas que pueden plantearse como diagnósticos diferenciales ante el hallazgo de una masa pancreática5. También son de suma importancia los aspectos epidemiológicos del paciente, como la edad, el sexo y los antecedentes patológicos, la ausencia de síntomas y la localización del proceso.
La introducción de la ecoendoscopia al arsenal diagnóstico representa una herramienta de probada utilidad ante la presencia de una masa pancreática. A pesar de que las características del ultrasonido endoscópico no son específicas, una citología negativa obtenida por este método podría diagnosticarse o permitir un control evolutivo del paciente al hacer más improbable el diagnóstico de malignidad6.
Como conclusión, si bien el bazo ectópico representa en la mayoría de los casos un hallazgo accidental, el porcentaje de la población con esta entidad anatomopatológica no es despreciable y, ante la magnitud de una laparotomía por sospecha de una masa pancreática maligna, resulta indispensable descartar previamente la presencia de procesos que no requieren tratamiento quirúrgico mediante métodos por imagen accesibles, como son la TC y la RM o la ecoendoscopia.