Hemos leído con gran interés el artículo de Ruiz et al sobre el tratamiento laparoscópico de un seudoquiste intraabdominal secundario a la colocación de un sistema de derivación ventriculoperitoneal (SDVP)1. A propósito del mismo, creemos oportuno complementar la información de los autores comunicando nuestra experiencia en el tratamiento de un varón de 20 años portador de un SDVP desde los 6 años, por hidrocefalia secundaria a espina bífida, el cual acudió a urgencias por dolor de 2 semanas de evolución en ambas fosas renales que irradiaba al abdomen. Exploración física: abdomen blando y depresible, doloroso a la palpación en ambos flancos, sin signos de peritonismo. Parámetros analíticos sin alteraciones. Se realizó una ecografía abdominal que demostró la presencia de un seudoquiste de líquido cefalorraquídeo intraabdominal, de 15,5 x 9,9 x 19,2cm de tamaño, localizado en mesogastrio y con válvula de derivación ventrículo peritoneal en su interior. Por todo ello, se decidió la exteriorización del extremo del catéter con anestesia local y una actitud expectante sobre el seudoquiste. Una semana después, como control evolutivo, se solicitó una tomografía computarizada craneal y abdominal. No se observaron alteraciones intracraneales y a nivel abdominal se constató la persistencia del seudoquiste (fig. 1). Se propuso drenaje percutáneo del mismo guiado por ecografía (fig. 2), con desaparición, tras el mismo, del dolor abdominal. Dos semanas después la colección intraabdominal había desaparecido y se pudo reintroducir el catéter en el peritoneo.
La patogénesis de los seudoquistes abdominales como complicación de un SDVP es incierta. Se han relacionado con la presencia de adherencias postcirugía abdominal, múltiples revisiones del catéter, alteraciones en la absorción de líquido peritoneal secundaria a procesos inflamatorios e infecciosos, entre otras. No obstante, no se ha demostrado un aumento de la incidencia de esta complicación ni con la edad de colocación ni en portadores de catéteres de largo tiempo de evolución2.
Efectivamente, coincidimos con Ruiz et al en que el abordaje laparoscópico es una opción válida -y recomendable- para el tratamiento de pacientes con SDVP3. Sin embargo, en casos como en el presentado, el abordaje percutáneo puede ser una también buena alternativa. En ocasiones, la simple exteriorización bajo anestesia local del catéter permite que el seudoquiste se reabsorba de manera espontánea, sin necesidad de otros tratamientos. En caso de que no se reabsorba, el drenaje percutáneo del seudoquiste puede evitar la necesidad de una intervención quirúrgica4.
En resumen, estamos de acuerdo con los autores sobre la controversia que existe en el tratamiento de los seudoquistes intraabdominales en pacientes portadores de SDVP pero creemos que el drenaje percutáneo debe incluirse como una opción plausible dentro del armamento terapéutico en estos casos.