Han sido muchas las sustancias que se han venido utilizando para aumentar el volumen mamario; desde los primeros intentos con parafina, vaselina o silicona hasta el creciente uso actual del ácido hialurónico1. Se ha abandonado la utilización de las 3 primeras sustancias por sus múltiples efectos secundarios. Debido a la frecuente utilización del ácido hialurónico, resulta de interés la presentación de 2 casos clínicos en los que se inyectó este compuesto en las mamas; se evalúan las diferentes formas de inyectarlo y los resultados obtenidos.
Caso 1Mujer de 57 años, a la que se intervino hace 5 años mediante biopsia guiada con arpón por presentar microcalcificaciones sospechosas de malignidad en la mama izquierda, cuyo resultado histológico fue de benignidad. Como secuela de la intervención presentó una asimetría mamaria que se trató en un centro no médico con la inyección de ácido hialurónico. Tras la inyección, se realizó a la paciente una mamografía dentro de un programa de cribado poblacional, en la que se observaron las imágenes que aparecen en la figura 1. La palpación demostró un aumento del volumen mamario, con múltiples nodulaciones dispersas en la región centromamaria. Se realizó una ecografía pero, ante la dificultad de establecer un diagnóstico firme de lesiones malignas, se le propuso completar el estudio con una resonancia magnética nuclear. La paciente rechazó realizarse alguna otra prueba.
Caso 2Mujer de 35 años, con antecedente materno de cáncer de mama a la que se le había inyectado, 3 meses antes, ácido hialurónico en ambas mamas en un centro de medicina estética. La exploración física de las mamas fue normal. Se le realizó una mamografía de control y una ecografía de ambas mamas, que mostraron las imágenes de la figura 2.
El ácido hialurónico es una macromolécula polisacárida que se encuentra en la matriz del tejido extracelular de diversos tejidos y cuya función es estimular el crecimiento de los fibroblastos y disminuir el depósito de colágeno en las cicatrices, con lo que disminuye el tamaño de estas2. Debido a sus características reconstructivas y remodeladoras, se ha utilizado ampliamente para el tratamiento y el relleno de lesiones faciales, así como para la corrección de cicatrices y asimetrías2,3. Las principales ventajas de la inyección de ácido hialurónico son las siguientes: técnica sencilla y rápida que puede realizarse bajo anestesia local, menor incidencia de reacciones de hipersensibilidad que otras sustancias inyectables (es biocompatible, biodegradable, no antigénica y no tóxica) y que sus resultados cosméticos se obtienen de forma inmediata4. Por estos motivos, algunos autores han propuesto su utilización también en la mama, y su uso se ha popularizado cada vez más.
No obstante, la ausencia de ensayos clínicos que demuestren la seguridad y la eficacia de este producto a largo plazo obliga a la prudencia, pues han sido muchos los productos que, tras su uso generalizado, demostraron complicaciones inadmisibles y tuvieron que abandonarse y prohibirse. Conviene resaltar que el uso del ácido hialurónico para su inyección mamaria se ha aprobado en Europa y en Asia, pero no así la Food and Drug Administration de los Estados Unidos1.
Aunque, según consta en la información proporcionada por el fabricante, el ácido hialurónico se reabsorbería en 8–12 meses sin producir complicaciones, el primer caso que presentamos muestra que, como se ha descrito previamente con otras sustancias o para el ácido hialurónico inyectado en otras localizaciones, pueden aparecer granulomas por cuerpo extraño5–7, que serán tanto más frecuentes cuanto mayor sea el número de inyecciones. En nuestro primer caso, el ácido hialurónico se inyectó a nivel subcutáneo, lo que dio lugar a la formación de estos granulomas, mientras que en el segundo caso, se hizo sobre la fascia prepectoral, con lo que se obtuvieron mejores resultados. Dado que el principal problema de la inyección de estas y otras sustancias radica, fundamentalmente, en la dificultad para la interpretación de lesiones patológicas subyacentes (como ocurrió en nuestra primera paciente), estas deberían inyectarse en el espacio prepectoral en una inyección única, con lo que, como puede observarse en las imágenes, se logra un aumento uniforme de la glándula.
Aunque algunos autores han indicado que el ácido hialurónico podría aumentar el riesgo de cáncer de mama1, esto no ha podido demostrarse todavía3, por lo que no parece justificado realizar algún tipo de intervención quirúrgica sin evidencia de malignidad. No obstante, todavía se desconoce el comportamiento de estos «hialuronomas» a largo plazo, por lo que pensamos que debería hacerse un seguimiento estrecho de estas pacientes. Por último, queda por definir la posible influencia sobre distintas técnicas quirúrgicas como la biopsia selectiva del ganglio centinela, pues la migración de los trazadores podría verse hipotéticamente afectada, o si estas sustancias permitirán posteriores resecciones segmentarias en las mamas.
En resumen, la inyección de ácido hialurónico para aumentar el volumen mamario no es una técnica exenta de complicaciones. No existen suficientes estudios de seguridad para la generalización de este procedimiento.