Introducción
La reconstrucción de defectos complejos de pared abdominal representa en ocasiones un verdadero reto para el cirujano general. La introducción de las prótesis han facilitado el tratamiento de estos pacientes pero con relativa frecuencia debemos enfrentarnos a casos muy complejos cuyo manejo todavía es difícil. El cirujano puede elegir entre una reparación simple con una única malla (en posición intraabdominal, retromuscular o preaponeurótica) o valorar la conveniencia de una reparación con doble malla1-4. Esta última se ha propuesto como refuerzo parietal extraabdominal del defecto. Nosotros proponemos aplicar a la reparación el concepto actual de máximo solapamiento a ambas mallas y espacios de reparación, incluido el intraabdominal. El propósito de este trabajo es actualizar y validar la técnica de reparación protésica doble para corregir hernias complejas de pared abdominal.
Pacientes y métodos
Estudio prospectivo de 15 casos consecutivos con defectos complejos de pared abdominal intervenidos en un hospital universitario, entre enero de 2000 y junio de 2005. Los criterios utilizados para definir a los pacientes con defectos complejos fueron: tamaño superior a 15 cm, localización no medial > 15 cm, hernia multirrecidivada (> 3 veces) o recidivas con malla previa, ulceración cutánea o ausencia de cubierta de piel estable, infección o exposición de la malla, fístula enterocutánea, hernia paraestomal asociada y eventración tras cirugía bariátrica con dermolipectomía asociada. Las causas de exclusión fueron: pacientes que precisaron cirugía de urgencias, necesidad de cierre secuencial de la pared abdominal, enfermedad maligna no tratada o ausencia del adecuado consentimiento informado.
Todos los pacientes eran evaluados en una unidad multidisciplinaria especializada en pared abdominal donde se realizaba una historia clínica detallada y un examen físico adecuado, y una tomografía computarizada para valorar el volumen del contenido del saco, el tamaño del defecto y el estado de los tejidos adyacentes. Después eran evaluados por un cirujano plástico (por la posible necesidad de tratamientos adicionales) y un anestesista (para definir el riesgo de la intervención y verificar su mejor preparación posible). La infección y las úlceras tróficas de la piel eran tratadas previamente. Los pacientes eran dados de alta cuando recuperaban su autonomía y el dolor era bien aceptado. El seguimiento se realizaba en consulta al mes y a los 3, 6 y 12 meses.
Técnica quirúrgica
La técnica se realizó bajo anestesia general o regional, según decisión final del anestesista, y la posición del paciente dependió de la localización y el tamaño del defecto. La cicatriz se resecó y se disecaron los colgajos cutáneos laterales con bisturí eléctrico. El saco peritoneal se abrió y se entró en la cavidad abdominal, donde se realizó una adhesiólisis completa que permitió un amplio solapamiento del defecto (mayor 6-8 cm). Como primera reparación se empleó una malla compuesta o bilaminar de 30 x 25 cm (Parietex Composite®, Sofradim, Villefranche sur Saone, Francia) que se fijaba a nivel intraabdominal con 8 puntos transabdominales irreabsorbibles. Los bordes del defecto se aproximaban sin tensión, intentando cubrir la malla en lo posible, para ello se utilizó el saco herniario. Como segunda reparación se utilizaba una malla de polipropileno de 30 x 30 cm que se situó cubriendo superficialmente el defecto y fijada con 8-10 puntos irreabsorbibles. Se dejó un drenaje en el tejido subcutáneo y se cerraron los colgajos cutáneos (figs. 1-5).
Fig. 1. Eventración con gran lesión cutánea y fibrosis. La reparación inicial con una malla de politetrafluoroetileno se complicó con una infección crónica.
Fig. 2. Tomografía computarizada que muestra la atrofia del músculo recto anterior, prácticamente sustituido.
Fig. 3. Plastia de reparación doble: situación intraabdominal de la primera reparación con una malla compuesta.
Fig. 4. Plastia de reparación doble: situación preaponeurótica de la malla de polipropileno, como segunda reparación con un máximo solapamiento.
Fig. 5. Situación final del paciente a los 3 meses.
Resultados
Todos los pacientes presentaban hernias incisionales multirrecidivadas de tamaño > 15 cm y con mallas previas (duramadre, polipropileno y politetrafluoroetileno). En cuanto a la localización, 9 casos fueron laterales, 3 lumbares, 1 parapúbica y 2 de línea media, uno aso-ciado a una hernia parestomal gigante y otro tras cirugía bariátrica. Ocho pacientes asociaban pérdida tisular importante (3 de músculo recto anterior del abdomen, 5 de músculos laterales), 5 pacientes lesiones tróficas de piel y 2 pacientes infección supurativa crónica.
Las características de los casos se presentan en la tabla 1. La media del diámetro transversal de los defectos fue de 17,5 cm, 240 cm2 (rango, 15-23 cm). La media del tiempo quirúrgico fue de 122 min (rango, 93-150 min). Ningún paciente precisó transfusión intra o postoperatoria. Las complicaciones registradas fueron 3 casos de seroma y una necrosis cutánea menor de 2 cm de anchura que se trató ambulatoriamente con curas locales sin cirugía. La estancia hospitalaria media fue de 4,3 días (rango, 2-7 días). Durante el seguimiento no se han detectado complicaciones abdominales (obstrucción intestinal, fístula enterocutánea, etc.), parietales (abscesos, rechazos, etc.), recidivas ni mortalidad.
Discusión
El 80% de las hernias incisionales responden a un patrón de tamaño pequeño o moderado, y de localización en línea media. Estos defectos pueden corregirse mediante técnicas estandarizadas con buenos resultados1,2. El 20% restante son hernias complejas en cuanto a su localización (posteriores, laterales o con límites óseos), tamaño (> 15 cm) o con pérdida de tejidos de la pared abdominal. Hasta hace una década, estos casos eran reparados por cirugía plástica mediante colgajos e injertos complejos, lo que suponía una importante agresión quirúrgica para el paciente y la necesidad de una especialización o centralización de los casos para poder adquirir una adecuada experiencia por parte del cirujano. El desarrollo de la cirugía protésica ha cambiado esta perspectiva radicalmente, pero todavía no existe un consenso acerca de cuál es la mejor solución para estos pacientes.
Una malla puede colocarse 3 niveles en la pared abdominal. La posición clásica es la retromuscular, situación que tiene una limitación para conseguir un gran solapamiento del defecto excepto si se abren los compartimentos musculares; además, no es fácilmente aplicable a defectos laterales o cuando existe un déficit tisular3-5. Tradicionalmente, la posición intraabdominal se ha evitado por dejar una prótesis en contacto con asas intestinales. Actualmente, el desarrollo de materiales compuestos ha modificado esta clásica norma, existiendo en la literatura médica una sólida evidencia clínica de su eficacia6-10. Esta localización es técnicamente sencilla de abordar y ofrece un máximo solapamiento sin aumentar la agresión quirúrgica. La colocación de la malla a nivel supraaponeurótico es todavía la menos aconsejada de las tres posibilidades por sus teóricas desventajas (complicaciones de la herida), pero cada vez se utiliza más como opción en determinados casos11-13.
Las operaciones de Chevrel y de Arnaud están basadas en un concepto de reparación doble1,6. Estas técnicas combinan una reparación protésica con una autoplastia que supone una agresión añadida y una limitación a defectos, fundamentalmente de localización medial y con tejidos conservados. La técnica de doble malla fue descrita como una reparación intraparietal de dos mallas como refuerzo del defecto. ¿Por qué añadir dos reparaciones protésicas? A nuestro entender, por 3 motivos: a) para evitar plastias o desdoblamientos musculoaponeuróticos de la pared abdominal que aumentan el tiempo quirúrgico y las complicaciones locales; b) para evitar la posible tensión en cualquier zona de la pared abdominal, y c) para disminuir la posibilidad de recidiva. Una revisión por expertos ha encontrado que la tasa de recidivas parece ser menor con una doble reparación14. En ocasiones hemos observado que la malla intraabdominal en grandes hernias debe mantener cierta tensión para conseguir un buen resultado estético y funcional, la malla en posición supraaponeurótica se integra de forma eficaz y aporta tensión y solidez a la reparación 13,15. Por todo ello, preferimos utilizar la prótesis como único elemento de reparación, sin modificar los tejidos locales (evitando autoplastias y mioplastias), es decir, hemos introducido unas modificaciones con respecto a la descripción clásica de Condon, justificable por el desarrollo tecnológico y un mejor conocimiento del comportamiento de las prótesis acumulado durante estos años (tabla 2)16. Asimismo, aunque no sea posible encontrar una estrategia común a todos estos casos complejos y cada defecto deba de ser reparado de una forma individualizada, pensamos que la técnica de doble reparación es aplicable fácilmente a muchas localizaciones, tipos de defecto o presencia de destrucción tisular, y es fácil de aprender y de reproducir por la mayoría de los cirujanos. En conclusión, los defectos complejos de la pared abdominal pueden ser corregidos mediante una reparación doble con malla con relativa sencillez y baja morbilidad y estancia hospitalaria.
Correspondencia: Dr. A. Moreno Egea.
Profesor Asociado de Cirugía.
Avda. Primo de Rivera, 7, 5.o D. 30008. Murcia. España.
Correo electrónico: moreno-egea@ono.com
Manuscrito recibido el 1-12-2005 y aceptado el 10-4-2006.