Agradezco sinceramente las palabras de elogio de Farran et al hacia nuestro trabajo recientemente publicado en CIRUGÍA ESPAÑOLA sobre la utilización de la toracoscopia y la laparoscopia en la esofagectomía por cáncer1. Estoy de acuerdo con ellos en que la dehiscencia de la sutura esofagogástrica tras la resección es uno de los principales problemas que tenemos los grupos que nos dedicamos a esta patología. La situación se agrava, como se desprende de nuestra experiencia y de la de otros muchos autores, cuando se trata de una anastomosis cervical.
Los autores que disponen de un volumen importante de pacientes intervenidos describieron hace tiempo que una plastia gástrica vaciaba mejor cuando era estrecha y no llevaba piloroplastia2. No obstante, esta práctica llevó a los autores que le siguieron a ver incrementado su índice de dehiscencias en anastomosis cervicales, al constatar un debilitamiento de la vascularización de la plastia3. La solución ha sido incrementar el ancho a un mínimo de 6 cm4; ésta es la técnica que nosotros venimos realizando.
La información aportada por el Dr. Farran de sólo un 3,3% de dehiscencias en 33 procedimientos es incluso mejor que los datos más optimistas de las series con más experiencia. Sería deseable conocer si hay una selección previa de los candidatos o bien se aplica a todos los pacientes a quienes se intervendrá de cáncer de esófago, así como las posibles complicaciones preoperatorias atribuibles a esa práctica. Es importante toda actividad encaminada a mejorar la vascularización de una plastia que debe ser desplazada tan lejos de su ubicación habitual y, en este sentido, esperamos con interés los futuros resultados de su experiencia.