Hemos leído con interés el artículo de Morales-Conde et al1 y una carta al director referida al mismo, remitida por Rosado et al2. Nuestro comentario va dirigido a la pertinencia del empleo sistemático de drenajes y también a su exteriorización, en este caso en cirugía laparoscópica por incisión única.
La cirugía de mínima invasión es no sólo un desiderátum, clínico sino ya una realidad aplicable a muchos casos en cirugía colorrectal, estando el empleo de un puerto único entre sus últimos desarrollos técnicos. Por ello queremos resaltar el citado artículo, ya que aporta gestos interesantes1.
Sin embargo, hace muchos años que no se sustenta la clásica frase de Lawson Tait «En la duda, drenar»3. La duración funcional de los drenajes en la cavidad abdominal es mínima4, su empleo no está exento de complicaciones y pueden ser nocivos en la vecindad de las anastomosis. Además su uso inapropiado no es banal y tiene un coste; cuando menos, se asocia a molestias, dificultad de movilización, y dificulta la participación activa del paciente en su recuperación, fundamentos de la cirugía fast-track5. De hecho, sendos metaanálisis no hallaron diferencias en la mobimortalidad de los pacientes en estudios prospectivos-aleatorizados, concluyendo que su uso rutinario no está indicado6,7.
Pese a ello, en una reciente encuesta, el 38,5% de cirujanos miembros de la Sección de Coloproctología de la AEC o de la Asociación Española de Coloproctología los emplean de forma rutinaria8. ¿Por qué pues sigue usándose el drenaje? Casi el 90% de los encuestados indican que porque les tranquiliza. Así de simple. Ello supone una influencia de la tradición quirúrgica que aún costará de modificar pese a las evidencias de que no es necesario. En el caso que nos ocupa, el segundo punto que comentan Rosado et al2 es sobre su exteriorización por la puerta de entrada. Obviamente, pueden aprovecharse orificios de trocares de pequeño calibre para dejar un drenaje que se crea necesario por peritonitis local, inadecuada hemostasia, etc., pero no parece lógico hacerlo a través de una incisión quirúrgica de 25mm pues obviamente interfiere con su cierre. En un reciente estudio se halló una incidencia de hernias a través de puertas de entrada laparoscópicas del 0,75%, todas en puertos de más de 5mm, recomendándose el cierre cuidadoso de los orificios mayores9. Por otra parte, se han descrito complicaciones importantes como la de herniación con necrosis de intestino delgado a través del orificio del puerto por el que se exteriorizó10.
Los autores, a los que felicitamos, buscan continuamente procedimientos menos invasivos siendo pioneros en la introducción de técnicas novedosas que benefician el postoperatorio de los pacientes. Gestos tan simples como omitir un drenaje pueden contribuir también al confort perioperatorio y a una menor morbilidad.