Tradicionalmente, han sido muchas las maniobras encaminadas a favorecer el alumbramiento. Una de las más populares ha sido la maniobra de Kristeller1, ejerciendo presión sobre el fondo uterino hacia el canal del parto en el abdomen de la madre desde costillas a pelvis. Aunque su uso es mayoritario y su finalidad fundamental ha sido facilitar el nacimiento del bebé, bien como rutina o para evitar complicaciones (sufrimiento fetal, falta de progreso, agotamiento de la madre)2,3, su utilización es ampliamente controvertida y se desconoce la prevalencia de su uso. Además, no se ha documentado un beneficio confirmado del procedimiento y se han notificado eventos adversos en asociación con su uso, como son por ejemplo, rotura uterina, laceración cervical, episiotomía, incontinencia urinaria, lesiones del plexo braquial, fracturas neonatales y daños cerebrales4.
Documentamos el caso de una mujer de 35 años (GS) con antecedente de un alumbramiento que conllevó gran trabajo de parto y en el que se realizó la maniobra de Kristeller. En la hora siguiente del alumbramiento, la matrona alerta de cuadro de hipotensión mantenida que no responde a fluidoterapia y la presencia de signos de shock hipovolémico. La paciente es valorada por cirugía, que ante los signos de alarma progresivos decide intervención urgente. En laparotomía de urgencia se aprecia hemoperitoneo de unos 2-3 li y rotura de vena ovárica derecha a nivel de su inserción en vena cava, procediéndose a su ligadura. La paciente evolucionó favorablemente siendo dada de alta a los 2 días sin complicaciones.
La aplicación de la presión del fondo durante la segunda etapa del parto, también conocida como la maniobra de Kristeller, sigue siendo una de las maniobras más controvertidas, poco estudiadas y menos informadas en obstetricia3,5. La utilización de esta maniobra, que se aplica generalmente para acelerar el parto es de uso muy variable y mientras que en algunos centros nunca se usa y se considera obsoleta, en otros se considera un procedimiento rutinario6. Lo cierto es que las cifras sobre su utilización a menudo no están documentadas y han sido muchas las complicaciones asociadas a la maniobra2,3,7. Muchos estudios no han encontrado ningún beneficio comprobado en su aplicación. La calidad de la evidencia existente sobre los beneficios y riesgos de la maniobra es generalmente pobre. Una revisión reciente de Cochrane encontró que no hay pruebas suficientes para sacar conclusiones sobre los efectos benéficos o perjudiciales de la presión del fondo, y estos autores alentaron una mayor investigación3.
En este sentido y tratando de disminuir el número de procedimientos no basados en la evidencia en la atención al parto, en 2007, el Ministerio de Salud de España publicó una Guía estratégica para la Asistencia en el Parto Normal8. Después de 5 años tras la implementación de la estrategia se comprobó que la maniobra aún se usaba en el 25% de los partos vaginales en hospitales públicos españoles. En 2014, la campaña «Stop Kristeller» intentó crear conciencia social sobre su utilización9.
Las intervenciones obstétricas con un nivel de evidencia pobre que no justifica su uso prevalecen en muchos sistemas de salud y pueden dañar a las madres y los bebés durante los nacimientos10. La maniobra de Kristeller puede ocasionar complicaciones graves que pueden conducir a la muerte y su utilización debe de estar basada en una evidencia de una calidad elevada que justifique su uso.