Los quistes broncogénicos se desarrollan entre la tercera y séptima semana de vida intrauterina, y se deben a anomalías del desarrollo embriológico del intestino primitivo y del árbol traqueobronquial. Su localización típica es mediastínica, siendo los retroperitoneales muy infrecuentes y los situados de forma retrorrectal excepcionales1.
Presentamos el caso de una paciente de 32 años que ingresó por dolor abdominal hipogástrico y en fosa ilíaca derecha de 6 meses de evolución cuya intensidad fue incrementando en el último mes. No asoció fiebre ni otra sintomatología. A la exploración la paciente presentó molestias en hipogastrio y fosa ilíaca derecha, sin irritación peritoneal y no se palparon masas.
Se realizó una analítica sin hallazgos de interés y una tomografía abdominal en la que se objetivó una masa quística septada de 10×6cm pararrectal derecha. Ante los hallazgos se ingresó a la paciente y se completó el estudio con una resonancia magnética en la cual se evidenció tumoración quística presacra multiloculada de 10,3×7,8×5,7cm de diámetro sugestiva de hamartoma quístico retrorrectal o quiste de tailgut (fig. 1).
Dada la posible complicación de esta lesión, la posibilidad de degeneración y la sintomatología de la paciente se realizó una cirugía laparoscópica en la que se objetivó una gran masa quística que se extendía retrorrectalmente desde recto medio hasta los músculos elevadores del ano sin depender de ellos. Se llevó a cabo una disección dificultosa de toda la lesión, durante la cual se produjo una lesión incidental del recto de 1,5cm la cual se suturó endoanalmente. Finalmente se extrajo la lesión quística y se realizó una ileostomía de protección.
La anatomía patológica reveló una lesión cavitaria tapizada por epitelio de tipo respiratorio (cilíndrico seudoestratificado ciliado con células caliciformes), hallazgos compatibles con quiste broncogénico.
La paciente fue dada de alta al sexto día postoperatorio y actualmente se encuentra en espera para cierre estomal.
Los quistes broncogénicos se producen por un desarrollo anormal del divertículo ventral del árbol traqueobronquial y se localizan habitualmente en el parénquima pulmonar o mediastino2.
Cuando se separan totalmente del árbol traqueobronquial pueden migrar a localizaciones atípicas, siendo la retroperitoneal el 0,03%2 de los casos. A este nivel, la localización peripancreática será la más frecuente, el 28% de los casos3, siendo la retrorrectal muy inusual.
Su incidencia es similar en ambos sexos, la edad media se encuentra entorno a los 40 años, y el tamaño medio del quiste es de 6cm4.
La mayor parte de los casos son diagnosticados de forma incidental1, sin embargo, estos pueden sangrar, perforarse, comprimir estructuras adyacentes por su crecimiento e incluso malignizar5.
La tomografía y la resonancia magnética serán las pruebas fundamentales para su diagnóstico, pero, en caso de encontrar estas lesiones a nivel biliar o pancreático es recomendable la realización de una eco-endoscopia y punción de la lesión3.
El diagnóstico diferencial deberá realizarse entre una variedad de entidades como los hamartomas quísticos, el teratoma sacrococcígeo, el meningocele sacro anterior, los quistes de duplicación rectal y los leiomiosarcomas rectales6.
El tratamiento será quirúrgico para el control de los síntomas y evitar el riesgo de malignización3. El abordaje quirúrgico podrá ser vía sacrococcígea recomendado en lesiones localizadas por debajo de S4, transanal en las de tamaño inferior a 4cm o abdominal en lesiones de gran tamaño y por encima de S37. Si bien son los 2 primeros los más promulgados, el abordaje abdominal laparoscópico también ha sido descrito3,8.
El análisis histológico mostrará cartílago y glándulas bronquiales con contenido seromucoso9.
En el caso expuesto, el diagnóstico inicial por imagen fue de hamartoma quístico, un tumor benigno muy infrecuente. Para evitar el riesgo de diseminación en caso de tratarse de enfermedad maligna se decidió no realizar eco-punción de la lesión. Si bien es cierto que el abordaje laparoscópico ha sido poco descrito en la literatura, elegimos este ya que se trataba de una lesión grande localizada por encima de los músculos elevadores del ano en una paciente joven en la que no queríamos alterar la musculatura perineal.
Consideramos que, conocer una enfermedad rara, en una localización excepcional y con riesgo de malignización, así como la experiencia en el abordaje laparoscópico de esta es importante para cirujanos colorrectales.