Los tumores del cuerpo carotídeo, tumores glómicos o quemodectomas1, son los paragangliomas más frecuentes de cabeza y cuello. Son neoplasias raras, benignas, cuya presentación clínica más frecuente es una masa asintomática de crecimiento lento, que en ciertos casos provoca síntomas compresivos1,2.
La historia clínica, el examen físico y el diagnóstico radiológico son los pilares fundamentales en el diagnóstico y el tratamiento1,3. La angiografía es fundamental para estudiar la anatomía vascular, donde cabe destacar el «signo de la lira», típico de tumores de gran tamaño, que pueden distorsionar la bifurcación carotídea, extendiendo las arterias carótida interna (ACI) y arteria carótida externa (ACE)1,2.
El manejo es un desafío técnico debido al tamaño, la ubicación y al estado de hipervascularización. Por lo general, estos tumores reciben su suministro de sangre a través de ramas de la ACE2. La escisión quirúrgica temprana se considera la opción de tratamiento curativo primario1,2. Los avances en las técnicas endovasculares han permitido llevar a cabo técnicas híbridas, que consisten en la embolización del tumor previa a la exéresis quirúrgica. Dichas técnicas se llevan a cabo en los tumores de gran tamaño, con la finalidad de ocluir los vasos nutrientes del mismo, reduciendo el sangrado intraoperatorio y, por lo tanto, la morbimortalidad4–7. La embolización preoperatoria aún es un tema controvertido, pues no está exenta de riesgos, como el aumento de la morbilidad posterior y los efectos inflamatorios del tumor, que podrían dificultar la disección subadventicial precisa8. La vía más utilizada para esto es la embolización mediante vía transarterial, condicionada por la anatomía vascular de las arterias aferentes, es decir, su pequeño calibre, tortuosidad, o posibilidad de producir vasoespasmo durante la embolización, hacen que la intervención sea más compleja y requiera más tiempo5,6. La embolización mediante punción directa del tumor es una técnica más sencilla y con menos riesgo que la transarterial, simplificando así el procedimiento quirúrgico, y facilitando la resección completa del tumor, por delinear los límites del mismo, con tasas de complicaciones mínimas5,6,9. El tratamiento radioterápico se reserva para cuando son bilaterales o cuando la invasión es excesiva10.
Paciente mujer de 59 años de edad, fumadora activa como único antecedente de interés, valorada por otorrinolaringología (ORL) por masa cervical izquierda de 2 meses de evolución, asociada a vértigo y tinnitus. A la exploración, presentaba una masa cervical izquierda, con desplazamiento vertical y soplo. El angio-TC informaba de una masa heterogénea de 39×31×24mm en sus ejes longitudinal anteroposterior y transverso, respectivamente, la cual realza intensamente con el medio de contraste localizada en la bifurcación de la arteria carótida común izquierda, entre las ACI y ACE, con desplazamiento de las mismas sin signos obstructivos (fig. 1a). Se trataba de un tumor tipo II de Shamblin.
Se decidió intervención quirúrgica programada bajo anestesia general, tras embolización previa del tumor por el servicio de radiología intervencionista. Se realizó embolización del paraganglioma mediante punción percutánea directa con Onyx®, bajo control radiológico, vía femoral derecha (fig. 1b), con buen control posterior, donde se comprobó la ausencia de teñido de la lesión, y se visualizó defecto de repleción en ACE por pequeña cantidad de Onyx® en su interior. A los 3 días, se procedió a la resección quirúrgica, vía transcervical, con incisión longitudinal típica de la endarterectomía carotídea, disección por planos, con primer control con vessel loops de vena yugular interna, continuando con la disección arterial y control posterior de arteria carótida común, ACE, ACI, y arteria tiroidea superior. Se disecó tumoración de aproximadamente 3cm sin complicaciones (fig. 2). Se procedió al cierre por planos anatómicos.
La intervención quirúrgica finalizó sin incidencias, y la paciente no presentaba focalidad neurológica tras el despertar anestésico. En el primer día de postoperatorio, la paciente refirió disfagia leve, por lo que fue valorada por ORL quienes descartaron patología, evolucionando con mejoría sintomática posterior. Se procedió al alta sin complicaciones.
En el caso aquí descrito, la estrategia adoptada evitó el clampaje carotídeo, previniendo así la isquemia cerebral temporal y permitiendo realizar la resección quirúrgica de forma segura. Tuvo lugar, como complicación de la embolización, migración inadvertida de agente de embolización en ACE, pero sin comprometer vascularización. No obstante, la decisión de realizar una embolización prequirúrgica debe tomarse caso a caso, según las necesidades del paciente, las características del tumor, y teniendo en cuenta siempre los riesgos y beneficios.
Conflicto de interesesNinguno.