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Vol. 20. Núm. 5.
Páginas 219-220 (octubre 2008)
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Javier Martínez
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Objetivo: El consumo moderado de alcohol forma parte de un estilo de vida saludable; sin embargo las actuales guías de práctica clínica se oponen a que se les recomiende a los abstemios de mediana edad iniciar el consumo de alcohol. El objetivo de este estudio fue evaluar si el inicio de un consumo moderado de alcohol en la edad media de la vida da como resultado una reducción del riesgo cardiovascular.

Métodos: Este estudio examinó una cohorte de adultos de edades comprendidas entre 45 y 64 años que participaron en el estudio ARIC (Riesgo de Arterioesclerosis en las Comunidades) durante un período de 10 años. El resultado primario fueron los episodios cardiovasculares mortales y no mortales.

Resultados: De un total de 7.697 participantes que no tenían historia de enfermedad cardiovascular y eran abstemios en el momento del reclutamiento, a lo largo de un período de seguimiento de 6 años un 6,0% inició un consumo moderado de alcohol (2 bebidas diarias o menos para los varones, una bebida diaria o menos para las mujeres), y un 0,4% inició un consumo de alcohol más elevado. Después de 4 años de seguimiento, los sujetos que habían iniciado un consumo moderado de alcohol tuvieron una probabilidad de desarrollar enfermedad cardiovascular un 38% menor que la de los sujetos que habían permanecido abstemios. Esta diferencia persistió después del ajuste para los factores de riesgo demográficos y cardiovasculares (odds ratio: 0,62; intervalo de confianza del 95%, 0,40-0,95). No hubo diferencia en la mortalidad total entre los nuevos bebedores y los abstemios persistentes (odds ratio: 0,71; intervalo de confianza del 95%, 0,31-1,64).

Conclusión: Los sujetos que inician el consumo de alcohol en la edad media de la vida raramente lo hacen en cantidades superiores a las recomendadas. Los que comienzan un consumo alcohólico moderado experimentan un beneficio relativamente precoz con incidencias más bajas de enfermedad cardiovascular, sin cambios en la mortalidad pasados 4 años.

COMENTARIO

El vino es el más antiguo de los medicamentos conocidos por la humanidad, y para muchos sigue siendo el mejor. Hace ya más de 100 años que el patólogo Richard C. Cabot estableció la relación inversa entre consumo de vino y la arterioesclerosis, y en la actualidad la evidencia acumulada sobre los efectos cardioprotectores del consumo moderado de alcohol es abrumadora. Pero ningún medicamento es inocuo y obviamente tampoco lo es el alcohol. Actualmente las guías terapéuticas recomiendan que no se aconseje el consumo de alcohol a los pacientes abstemios con el objetivo de mejorar su salud cardiovascular, pero esta recomendación podría estar basada en una sobreestimación de los riesgos más que en una consideración objetiva del conjunto de la evidencia disponible.

ARIC es un ambicioso estudio iniciado en 1987 que reclutó a casi 16.000 sujetos de 4 comunidades norteamericanas con el fin de estudiar la etiología, la epidemiología y la historia natural de la enfermedad arterioesclerótica. Hasta la fecha ha dado lugar a más de 500 publicaciones. El presente artículo publicado en el American Journal of Medicine en marzo de 2008 por un grupo liderado por el profesor Dana King, de Charleston (Carolina del Sur) aporta evidencias muy relevantes para la controversia sobre el inicio del consumo de alcohol.

Los pacientes que iniciaron un consumo de alcohol moderado redujeron en un 38% su riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, independientemente de su edad, sexo, índice de masa corporal y la presencia de hipertensión, dislipemia o diabetes mellitus. Este efecto fue considerablemente más positivo en los que consumieron solamente vino (reducción de riesgo del 68%) que en los que tomaron cerveza o licores (reducción de riesgo del 21%). Se observó un marcado incremento del colesterol ligado a lipoproteínas de alta densidad y no hubo aumento de la presión arterial. Sólo uno de cada 250 sujetos inició un consumo de alcohol superior al recomendado.

Un punto débil de este estudio es el tiempo limitado de seguimiento, que como consecuencia no ha alcanzado un poder estadístico suficiente para poder demostrar una reducción significativa de la mortalidad total, aunque el riesgo relativo de muerte se redujo considerablemente (29%) y no parece plausible atribuir este resultado al azar. Por el mismo motivo, tampoco pudo demostrarse una reducción significativa de la mortalidad por cáncer, aunque existe abundante evidencia de que el consumo moderado de alcohol también reduce notablemente este riesgo. Otras limitaciones del estudio son su carácter no aleatorizado y la probable presencia de múltiples variables desconocidas de confusión, aunque los resultados se han ajustado estadísticamente para una larga lista de estas posibles variables. Además, es bien conocido que la estimación del consumo de alcohol por los propios sujetos es una fuente de error sistemática. Por otra parte, hay que resaltar que, aunque se han realizado muchos estudios epidemiológicos en consumidores habituales de alcohol, existía muy poca información disponible acerca de los efectos del inicio de dicho consumo sobre el riesgo cardiovascular en sujetos de mediana edad.

Este subestudio del ARIC aporta argumentos a favor de recomendar el consumo moderado de alcohol (y muy especialmente vino) en sujetos de edad intermedia con riesgo cardiovascular elevado, puesto que este riesgo parece reducirse intensamente en un tiempo relativamente corto. Por supuesto esta recomendación no puede ser indiscriminada. Debería considerarse de forma cuidadosamente individualizada y, obviamente, nunca en sujetos con historia de alcoholismo, depresión, ulcus gastroduodenal y otras patologías susceptibles de empeorar con el consumo de alcohol.

Todos los fármacos tienen efectos indeseables y no por ello dejamos de utilizarlos. No podemos exigirles una seguridad absoluta, sino un cociente beneficio/riesgo adecuado. Tal vez esté llegando el momento de considerar de igual manera el consumo moderado de alcohol, aunque desearíamos disponer de estudios aleatorizados, con una estimación objetiva del consumo de alcohol y un tiempo de seguimiento más prolongado.

Copyright © 2008. Sociedad Española de Arteriosclerosis y Elsevier España, S.L.
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