El año que se ha ido nos ha dejado de camino una triste noticia, la del fallecimiento de nuestro socio y amigo Juan Antonio Gómez Gerique.
El terrible momento al que sin duda todos estamos condenados, no le permitió ni siquiera llegar a la edad de jubilación, pues ha fallecido pocos días después de cumplir 64 años. Barcelonés de nacimiento cursó la carrera de Medicina en la Universidad Autónoma de Barcelona donde se licenció en 1974 y obtuvo el doctorado en 1990. Era especialista en Bioquímica Clínica y Análisis Clínicos. A lo largo de su vida profesional estuvo 10 años en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona, de ahí pasó como jefe de servicio a la Fundación Jiménez Díaz de Madrid donde permaneció 15 años más, siendo su último destino el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander.
Difícilmente puede resumirse su currículum pero es necesario destacar que en nuestra Sociedad fue miembro fundador, vicepresidente y secretario; secretario de redacción de la revista Clínica e Investigación en Arteriosclerosis, y director del Programa de educación continuada en lípidos y lipoproteínas.
Asimismo ha sido presidente de la Comisión de expertos en lipoproteínas y enfermedad vascular; fundador del Club español para la investigación en dislipemias; miembro asociado del «Expert panel on apolipoproteins»; miembro asociado y representante nacional del «IFCC Working Group on the Standardization of Lp(a) assays» de la IFCC; coordinador del Manual de las clínicas de lípidos españolas; presidente de la Comisión de expertos en investigación cardiovascular (FIS); presidente del Comité Ético de Investigación Clínica; y director de investigación de la FJD.
Fue el creador del Grupo DRECE y vicepresidente del mismo. Grupo de Investigación epidemiológica que mantiene el seguimiento de una cohorte de 5.000 españoles (actualmente 20 años de seguimiento). Miembro fundador de la Sociedad Española de Química Clínica (hoy Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular); y presidente de la comisión de Lípidos y Lipoproteínas de la misma sociedad.
Evaluador de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) y autor de numerosas publicaciones, libros y capítulos de libros.
Eso, que nos es poco, es lo que queda para los archivos profesionales, pero para los que tuvimos la suerte de conocerlo y trabajar junto a él han quedado otras circunstancias que nos serán difícil de olvidar y, por supuesto, más importantes que las anteriores. Conocí a Juan a principio de los años ochenta; mi afición por los lípidos hizo que me fichara para su equipo de amigos y así ha transcurrido hasta días antes de su fallecimiento. Hable con él por última vez a mediados de diciembre, se notaba la tremenda cornada que le había dado la enfermedad, pero aun así tuvo ganas de pedirme el teléfono de un compañero para algo de un curso. Ha sido una persona tremendamente trabajadora, jamás negó a nadie una colaboración y más de una vez sufrió el olvido de algunos para los que había realizado todo el trabajo de investigación.
Fue pionero en muchas cosas, siempre relacionadas con la investigación o la docencia. Los cursos, por aquella época en la que la informática estaba comenzando, eran espectaculares. Nuestras diapositivas quedaban en un segundo plano ante los montajes que Juan hacía, con animaciones, con música y con todo aquello que él incorporaba con el fin de atraer la atención del oyente. Fue asimismo un orador nato, y con sus explicaciones los metabolismos más complicados quedaban perfectamente aclarados y comprendidos. Nunca negó una colaboración, una charla o incluso la petición de sus famosas diapositivas y eso hace grandes a las personas.
Con él recorrí toda España dando cursos y charlas y estoy seguro que hoy todos lamentaran su falta. Su carácter y su forma de ser eran especiales, pero eso no impidió jamás, que llegara a todos y sintiéramos admiración hacia su persona.
Querido Juan, estrenar tu ausencia cuando se acaba un año nos hace sentir que el tiempo hacia el que ahora nos encaminamos ya no es el nuestro.
Descansa en paz