Germán Camejo falleció la madrugada del pasado 29 de noviembre, durmiendo y en paz, consumido por un cáncer, según las palabras de Eva, su viuda, cuando me lo comunicó esa misma mañana. Muchos socios de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) hemos perdido con tristeza a un gran amigo y, a nivel internacional, se ha ido un excelente investigador de la patogenia de la aterosclerosis y del metabolismo lipídico.
Tras su licenciatura en 1962 en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela con una tesis sobre «The structure and properties of Phaseolotoxin A», solicitó un visado para llevar a cabo su tesis doctoral en Estados Unidos, que le fue denegado por el consulado de ese país. German era un joven inquieto (lo siguió siendo hasta sus últimos días) y le mostraron fotografías donde aparecía apedreando al automóvil del vicepresidente Richard Nixon durante su visita a Caracas. Recuerdo esas fotos porque, en su momento, las vi publicadas en la revista Life, sin imaginar que un día conocería al joven apedreador. Tuvo que esperar a la llegada de la administración demócrata del presidente Kennedy para solicitar otra vez el visado, y al preguntarle el nuevo cónsul por qué apedreó el coche de Nixon, contestó, en sus propias palabras: «Porque era republicano y yo soy demócrata». Con el visado en el bolsillo marchó al Albert Einstein College of Medicine, donde permaneció tres años y obtuvo su PhD con una tesis sobre «The structure of rat plasma lipoproteins: interaction of apolipoproteins with lipid surface monolayers», dirigida por Maurice M. Rapport. Fue este, sin duda, el inicio de su primordial línea de investigación sobre el factor inicial de la aterosclerosis, la retención de las lipoproteínas portadoras de ApoB por los proteoglicanos de la pared arterial.
Regresó a Caracas y se incorporó al Instituto Venezolano de Investigación Científica (IVIC) fundado por Augusto Pi Sunyer, exiliado en Venezuela tras la guerra civil española y que tanta influencia magistral tuvo sobre la formación científica de varias generaciones de investigadores venezolanos.
Cuando conocí a Germán, en mi primer viaje a Venezuela en julio de 1985, era subdirector del IVIC y, a lo largo de una semana, participamos en varias mesas redondas en el Hospital de Clínicas y en un programa de televisión, defendiendo el aceite de oliva. En el IVIC continuaba investigando sobre el tema de su PhD, ampliando y publicando media docena de trabajos. Me contó que cuando se sintió seguro de sus datos, se recluyó en un hotel de Isla Margarita para redactar su trabajo seminal sobre retención de ApoB por los proteoglicanos y su papel en el desarrollo de la aterosclerosis, que apareció publicado en 1982 en Advances in Lipid Research (Camejo G. The interaction of lipids and lipoproteins with the intercelular matrix of arterial tissue: its possible role in atherogenesis. Adv Lipid Res. 1982;19:1-53). Algo más de 50 páginas, con gran impacto internacional, que merecieron una carta de felicitación de Rodolfo Paoletti. En la semana que permanecí en Caracas iniciamos una amistad y una colaboración científica que han perdurado hasta ahora.
En 1986 Germán y su esposa, Eva Hurt-Camejo, recibieron una invitación para pasar un año sabático en el Laboratorio Wallenberg del Hospital Universitario de Gotemburgo (Suecia). El año sabático se extendió 35años más, siendo nombrado Investigador y Profesor de Bioquímica Clínica en la Universidad. Posteriormente se incorporó a AstraZeneca como Jefe del Departamento de Bioquímica, manteniendo su colaboración con el Laboratorio Wallenberg, hasta su jubilación. En los últimos años fue nombrado Investigador Asociado en el Departamento de Química Clínica del Instituto Karolinska de Estocolmo.
Sus investigaciones sobre el desarrollo de la aterosclerosis abarcan numerosos trabajos que caracterizan los componentes de los proteoglicanos con mayor afinidad para las lipoproteínas con ApoB, identificando las secuencias ricas en arginina y lisina de la apoproteína B-100 responsables de la interacción con los proteoglicanos arteriales. Quedó así establecido que el desarrollo de las lesiones aterosclerosas es el resultado de la respuesta tisular al depósito de lipoproteínas con ApoB en la íntima arterial, demostrando que la elevada afinidad de las LDL por los proteoglicanos arteriales estaba asociada a un aumento del riesgo cardiovascular. Al mismo tiempo, mostró que los ácidos grasos libres, la hipoxia o determinados fármacos modulaban la retención de lipoproteínas en la pared arterial.
Además de esta línea de investigación, su paso por AstraZeneca le llevó a interesarse por el desarrollo y la caracterización de los moduladores PPAR (tesaglitazar y pemafibrato) y la resistencia a la insulina. Fui invitado por AstraZeneca a participar allí en un seminario sobre este tema y aprendí mucho con las preguntas y con los consejos constructivos de Germán, siempre dispuesto a compartir generosamente sus conocimientos. Su colaboración con el Karolinska versó sobre el papel protector de las lipoproteínas del oso pardo sobre la pared arterial. Nuestro incansable amigo era aficionado al trekking por los bosques suecos y se interesó por los osos pardos.
En 1986 lo invité a Valencia, donde dio un par de conferencias y sirvió para su introducción en el mundo español de la aterosclerosis, con el que a partir de entonces fue un magnífico y generoso colaborador. Además de con nuestro grupo, estableció también una fructífera colaboración con el grupo de Luis Masana en Reus, nos ayudó a crear la SEA en Valencia en 1987 y participó en numerosos congresos de nuestra sociedad.
Además de ser un hombre muy culto y extraordinariamente inteligente, Germán fue un tipo jovial, simpático y muy divertido que supo disfrutar al máximo de la vida. Buen bailarín y gran cocinero, presumía de saber preparar cien tipos de paella, y era un placer desayunar en su casa un plato de perico andino venezolano recién preparado por él.
Germán deja a Eva, su esposa, y su hija Sarah Elena, así como sus hijos Teobaldo, Germán Jr. y Maqui de un primer matrimonio. Con profunda tristeza, la SEA ha querido así rendir este merecido recuerdo y homenaje póstumo a un gran amigo y excelente investigador.