Una problemática que cada día se presenta con mayor frecuencia ante el ginecólogo está constituida por el conjunto de manifestaciones que se ha agrupado en el denominado síndrome urogenital por la edad, también designado como síndrome urogenital por deficiencia estrogénica.
El progresivo incremento de la esperanza de vida y una mayor atención clínica a este tipo de trastornos justifican la primera afirmación.
El mencionado síndrome incluye todo un conjunto de síntomas que no siempre aparecen de forma simultánea, antes al contrario, entre los que se hallan la sequedad vaginal por atrofia, la incontinencia de orina (ya sea de estrés o de urgencia), la mayor frecuencia de infecciones urinarias, el dolor y algunos otros.
Es bien sabido que la carencia estrogénica desde la menopausia conduce progresivamente, no solo a la atrofia concomitante de los tejidos del área urogenital, sino también a importantes trastornos de su musculatura, a alteraciones de la trasmisión neuromuscular, a la reducción del flujo arterial periférico de esa zona y, en definitiva, a profundas modificaciones estructurales y funcionales, que explican la aparición del denominado síndrome urogenital. No se olvide que se ha demostrado la existencia de receptores de estrógenos en la vagina, la uretra y el trígono vesical.
Por todo ello, resulta fundamental para el tratamiento correcto de esas alteraciones conocer en profundidad la anatomía y la fisiología del aparato urogenital femenino, así como distinguir cada tipo de alteración para poder aplicar el tratamiento más conveniente a las características de cada situación.
En todo caso, lo que es totalmente imprescindible es prestar atención creciente a este tipo de problemas, ya que, como acertadamente se ha afirmado, junto a la osteoporosis, la pérdida del control sobre la micción constituye un problema de primera magnitud al incidir de forma silente sobre la calidad de vida de muchas mujeres.