Desde hace pocos años se ha iniciado una nueva era en el tratamiento del cáncer.
Lejana queda ya la época en la que el único tratamiento del cáncer los constituían la gran cirugía y, en ocasiones, el apoyo de una radioterapia de características bien distintas a la actual terapia con radiaciones. A ello se añadió más adelante la introducción de una incipiente quimioterapia, bastante discriminada y con importantes efectos secundarios.
El primer paso hacia la nueva era se dio con el diagnóstico precoz de la enfermedad, que permitió tratamientos quirúrgicos más restringidos, la introducción de nuevas y más eficaces técnicas de irradiación y la constante mejoría de la quimioterapia
Sin embargo, la gran laguna seguía siendo, hasta época bien reciente, el hecho de carecer del suficiente conocimiento de las bases del desarrollo de la enfermedad cancerosa. En efecto, probablemente el primer paso en ese camino se dio cuando investigadores japoneses, en el año 2007, hallaron una alteración genética en ciertos cánceres de pulmón en individuos jóvenes no fumadores, sobre la base de algunos hallazgos trascendentes durante las 2 décadas anteriores. De ahí arrancan las numerosas investigaciones posteriores encaminadas a profundizar en el conocimiento de la biología molecular de la célula cancerosa. El progreso incesante y acelerado en el descubrimiento de puntos vulnerable en las células malignas está también permitiendo avances continuos en la investigación y desarrollo de nuevos fármacos capaces de atacar moléculas clave de las células cancerosas, lo cual está mejorando los resultados de la quimioterapia al permitir actuar de forma discriminada sobre cada tipo de tumor e incluso en cada paciente individual.
Múltiples son ya los ejemplos actuales de esta forma de tratar el cáncer.
Por poner solo un ejemplo de nuestra especialidad, hemos podido asistir a cambios realmente espectaculares en el tratamiento y en la curación del cáncer de mama. Quienes vivimos aún el tratamiento de este proceso mediante la mutilante operación de Halsted, seguida o no de radioterapia, hemos recorrido, a lo largo de las últimas 5 décadas, un largo camino de mejora de resultados a través de un diagnóstico cada vez más precoz y de la práctica de una cirugía de continuo más restrictiva, con irradiación más selectiva y casi carente de efectos indeseados y, en especial, por el avance de la quimioterapia que ya permite tratar de forma individualizada a la mayoría de los pacientes de cáncer de mama.
Como se ha dicho con acierto, los avances actuales empiezan a permitir comprender «la ciencia del cáncer», lo cual ha abierto el camino de la curación de numerosos casos que hasta hace poco tenían pocas opciones en este sentido.
Señalemos, para concluir, que otra vía se abre para ganar la definitiva batalla contra el cáncer. Se trata de los hallazgos del investigador catalán Joan Massagué y su equipo de EE. UU. sobre el mecanismo de producción de las metástasis, que si se afianzan en los próximos años podrán significar otro trascendentalísimo avance hacia la curación del cáncer.