Desde hace varias décadas, el progreso más constante se viene desarrollando en el ámbito de la oncología, tanto por lo que hace referencia al diagnóstico como al tratamiento.
El último y más significativo avance se está produciendo en el terreno del diagnóstico —que, a su vez, condiciona el tratamiento— con el desarrollo de la denominada «biopsia líquida», técnica que algunos consideran nueva, pero que inició su andadura hace ya más de 15 años.
La «biopsia líquida», conocida también como «test de biomarcadores en sangre», es una técnica rápida y simplificada para observar la aparición de mutaciones en células cancerosas circulantes en la sangre de pacientes afectos de cáncer metastásico. Ello permite conocer de forma rápida y sin problemas para el paciente (ya que no requiere biopsiar el tumor y el resultado se obtiene en un par de días) la evolución biológica del cáncer, lo cual, a su vez permite orientar o modificar el tratamiento de acuerdo a las características biológicas del tumor en cada etapa de su evolución.
El hallazgo ya no reciente de que los tumores malignos liberan células y material genético al torrente sanguíneo está permitiendo al fin el estudio de las mutaciones específicas del tumor con una simple extracción de sangre, abriendo así un escenario nuevo en el campo del tratamiento individualizado de cada caso y en cada momento evolutivo.
Por el momento, la mayoría de estudios que se vienen efectuando en importantes centros de todo el mundo se centran en el cáncer de colon, el de mama y el de próstata.
Los resultados que se van publicando son altamente positivos y esperanzadores, ya que se ha demostrado que, junto a la inocuidad de la prueba, la «biopsia líquida» permite una mejor comprensión de la biología de la enfermedad en tiempo real y la adecuación del tratamiento a las características específicas de cada situación, al proporcionar información sobre la situación evolutiva de la enfermedad.
Se predice que en un futuro próximo se tendrá ya la oportunidad de adquirir información sobre la evolución de la enfermedad sin tener que recurrir ni a la biopsia ni a sucesivos diagnósticos por la imagen, más molestos para el paciente, menos fidedignos y de coste mucho más elevado.
Se ha afirmado que hoy se puede concluir que en la sangre está todo lo que se necesita saber para entender la biología de la enfermedad cancerosa, seleccionar el tratamiento y predecir el resultado (Cristofanilli M/2014).