INTRODUCCION
El estudio anatomopatológico de la placenta, es en muchas ocasiones una valiosa fuente de hallazgos de gran utilidad para comprender el normal desarrollo anatómico y fisiológico del feto y para llegar al diagnóstico de posibles afecciones gravídicas. Pensamos que esta afirmación alcanza una especial relevancia cuando los hallazgos observados se corresponden con estructuras normalmente sometidas a involución y cuyo desconocimiento puede ocasionar errores de interpretación y de diagnóstico, como puede suceder en el caso que exponemos seguidamente.
CASO CLINICO
Secundigesta de 33 años de edad, sin antecedentes personales ni familiares de interés, que tras un embarazo a término y un parto vaginal eutócico, dio a luz un varón de 3 kg de peso, carente de malformaciones. El estudio anatomopatológico mostró una placenta monocorial y monoamniótica de 580 g de peso, con integridad de los cotiledones. El cordón umbilical, de inserción central, mostró, al realizar su estudio histológico, junto a las normales estructuras vasculares fetales (una vena y dos arterias) una cuarta luz. Esta luz revestida por una mucosa cilíndrica, de tipo enteroide, rica en células caliciformes, fue identificada como un remanente del conducto onfalomesentérico fetal.
En torno a este remanente se observaron, de igual modo, pequeños vasos accesorios (figs. 1 y 2).
Fig. 1. Cordón umbilical: restos del conducto onfalomesentérico (HE 25).
Fig. 2. A mayor aumento, se observa la mucosa enteroide, rica en células caliciformes, así como los vasos accesorios periductales (HE 100).
DISCUSION
El conducto onfalomesentérico se caracteriza por ser una estructura involutiva, que comunica el intestino fetal con el saco vitelino1. De normal obliteración y desaparición entre la quinta y la novena semanas de vida fetal, su persistencia total o parcial ocasiona diversas afecciones, de las que la más conocida es el divertículo de Meckel2-5. Esta persistencia, en ocasiones, puede consistir en el hallazgo de meros restos microscópicos, reconocibles por el típico aspecto de la mucosa que reviste la luz del conducto6,7, lo que permite su diferenciación de otros vestigios embrionarios como, por ejemplo, el conducto alantoideo8.
En nuestro caso nos hallamos ante un cordón umbilical que muestra junto a los restos del conducto onfalomesentérico, revestidos por una mucosa típica, pequeños vasos embrionarios supernumerarios. Estos hallazgos, descritos por algún autor hasta en el 23% de las placentas estudiadas, en ocasiones puede ser motivo de una alerta infundada, ya que no se ha observado una mayor tendencia de estos fetos a presentar malformaciones asociadas, por lo que no están justificadas medidas extemporáneas de ningún tipo9. No obstante, en ocasiones esta persistencia se ha correlacionado con pequeños problemas regionales, tales como su transformación quística o el desarrollo de pólipos umbilicales10. De igual manera, el aspecto benigno del revestimiento epitelial nos hace descar-tar cualquier sospecha de malignidad, tanto primaria como metastásica.
Basándonos en lo anteriormente expuesto, consideramos de interés la presentación de nuestro ejemplo, tanto para divulgar su conocimiento como para resaltar la importancia de la colaboración entre patólogos y ginecólogos en la diaria labor asistencial.
RESUMEN
Presentamos los hallazgos observados en el cordón umbilical de un recién nacido a término, consistentes en la presencia de restos microscópicos del conducto onfalomesentérico junto a estructuras vasculares accesorias. Comentamos brevemente la frecuencia e importancia de estos hallazgos, recalcando la necesidad de hacer aún más estrecha, si cabe, la colaboración entre clínicos y patólogos.