Aunque tengo casi todos los números de Debate Feminista debajo de mi mesa, no puedo menos de llorar. Lloro por una revista cuya lectura ha sido tan amena por muchas razones —por su tamaño tan satisfactoriamente gordo, por la variedad y hasta por lo divertido de sus artículos. La mayoría de las revistas nos ofrecen 6 o 7 ensayos. El número 47 de Debate Feminista, entre ensayos, documentos y despachos nos ofrece 20. Y no es que termino los números después de consultarlos. Hay números —sobre violencia, sobre cuerpos sufrientes, sobre Viejas (por supuesto) que he leido y consultado mucho. Me parece una lástima que no ha podido llegar Debate a muchos lugares fuera de la capital o en Europa. Tampoco la vi en otros países de América Latina ni en el Congreso de Latinoamericanistas en los Estados Unidos. Pero lo importante para mí era tenerlo debajo de la mesa, donde estaba al alcance de mi mano. El elenco de autoras mexicanas y extranjeras que incluía era vasto y hay que reconocer con gratitud que hay pocas revistas contemporáneas que incluyen ensayos académicos, consignas, novedades, teoría y hasta los toques de humor y ironía que proporcionaron Jesusa y Carlos Monsiváis. Y de repente ha dejado de existir. ¿Qué hacemos ahora? pregunto. ¿Cómo nos ponemos al día con las nuevas vueltas del feminismo mundial, con la política, con la injusticias? Es cierto que las editoras y contribuidoras merecen un descanso pero desgraciadamente no va a ser posible compensar su ausencia
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Vol. 50.
Páginas 13 (enero 2014)
Vol. 50.
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¡Ay, ay, ay, ay, lloro y no canto!
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Jean Franco
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