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Vol. 50.
Páginas 119-127 (enero 2014)
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La Cuarta Ola
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Mónica Meltis, Carolina Torreblanca, María Zilli, Cristina Mac Gregor, Jimena Soria, América Soto, Leticia Ramírez, Alejandra Leyva, Daniela Tejas
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La Cuarta Ola es una organización feminista conformada por estudiantes provenientes de distintos entornos que busca generar debate alrededor de temas que nos parecen trascendentes y a menudo ignorados en una sociedad que aparenta ser democrática pero que en realidad esconde actitudes intolerantes, sexistas, misóginas y opresivas. También es una organización que busca reflexionar sobre por qué estas actitudes están siendo reproducidas por gente de nuestra edad.

Somos jóvenes de entre 20 y 25 años, estudiantes de relaciones internacionales y ciencia política, provenientes de distintos estados de la república y distintos entornos académicos y sociales, que coincidimos en el itam. A pesar de que compartimos ciertas características, como haber crecido en un contexto de clase media y clase media alta, de formar parte de familias heterosexuales y haber asistido a escuelas privadas, existen también contrastes importantes entre nosotras. Hay algunas diferencias en cuanto a formación académica y formas de vida familiar. Algunas fuimos a escuelas católicas mientras que otras fuimos a escuelas laicas y muy liberales. Un par tienen familias más conservadoras que otras, y distintos estilos de vida, sobretodo en cuanto a relaciones interpersonales. El común denominador fue, sin embargo, una vida de privilegio, representada en una educación privada.

¿Por qué jóvenes formarían un grupo feminista? Parece algo del pasado. Entre la gente de nuestra generación, el feminismo se identifica con los grandes movimientos del siglo xx y las luchas por los derechos civiles de los sesenta y setenta. El feminismo, también, aparenta ya haber cumplido con sus objetivos. En términos prácticos en la mayoría del mundo occidental hay una aparente igualdad legal: en los niveles doméstico e internacional existen leyes y convenciones que garantizan la igualdad de derechos, buscan remediar el rezago social y económico, y prohíben la discriminación en la mayoría de sus presentaciones. Al mismo tiempo, hoy en día, especialmente si lo comparamos con el siglo pasado, muchas mujeres son profesionistas exitosas; hay mujeres en la política, la ciencia, el deporte y la economía. Sin embargo, creemos que estamos muy lejos de alcanzar una igualdad real.

¿Qué hace falta, entonces? Un sin fin de reivindicaciones, posiblemente no tan aparentes, pero igual de importantes, las cuales hemos ido descubriendo poco a poco conforme platicamos nuestras experiencias personales que, luego se volvió evidente, eran compartidas. Experiencias en clase donde por ser mujer se esperaba que adoptaras una posición pasiva, hablaras poco y te dedicaras a decorar tus apuntes con plumas de colores para luego prestárselos a los niños que sí se involucraban en las discusiones. Actitudes sexistas tan arraigadas y cotidianas que criticarlas resulta en miradas de extrañeza, “mejor ignóralos” te dicen cuando caminas en la calle y te gritan albures, te chiflan y te intimidan, miedo de salir en vestido en la noche. Ideas de “culpa a la víctima” cuando se acosa a alguien que enseña la pierna o un mínimo escote. Cuidados extras para “señoritas” que se traducen en reglas diferentes que las de nuestros hermanos, peores horarios de llegada, menos permisos, más protección. Presión familiar para estar en una relación seria, Dios no quiera que te “quedes”. Techos de cristal, pocos ejemplos en la escuela y en el trabajo de mujeres exitosas, actitudes sexistas cuando eres ambiciosa en la escuela y la oficina. Roles de género muy limitados, regurgitados de otras generaciones. Caminar la delgada línea entre verse atractiva, lo que se espera de nosotras, y verse como “puta”. Nuestras amigas diciéndonos “para qué comprarían la vaca si les da la leche gratis”, nuestras familias diciéndonos que cuándo les presentamos al novio, pregunta que misteriosamente no le plantean a los miembros del otro género. La preocupación de nuestras madres al creer que porque alguna de nosotras se identifica como lesbiana, perderá su feminidad, porque «no hay nada peor que una señorita vestida como hombre», como si la razón por la que le atrae alguien de su mismo sexo fuera porque en realidad no es feliz con quién es ella. Porque incluso en las relaciones homosexuales seguimos recibiendo preguntas como “¿quién es el hombre?”. Tu valor es proporcionalmente inverso a la talla de jeans que usas, todo lo demás da igual.

¿Cuándo empezó la Cuarta Ola? En diferentes momentos para todas. Se cumplían los 50 años de The Femenine Mystique, el icónico libro de Betty Friedan y decidimos empezar un grupo de lectura para discutirlo. Nos juntábamos en casa de Marta Lamas, a quien conocimos por haber sido la profesora de algunas de nosotras en clase de Género y Política. Ella asumió con gusto la responsabilidad de guiar la discusión. De ahí, una sesión se convirtió en muchas más y a partir de entonces, poco a poco, el grupo de lectura se volvió un grupo de conciencia que se volvería la Cuarta Ola.

Leyendo a Betty Friedan nos sorprendió descubrir actitudes nada ajenas, sino todo lo contrario. En el malestar de las amas de casa estadounidenses de los cincuenta y en las expectativas construidas a su alrededor (aunque pueda sonar ridículo), vimos reflejadas muchas de las aspiraciones y actitudes que la sociedad mexicana sigue teniendo para nosotras. Ser buenas esposas y grandes amas de casa, perfectas cocineras. Crear el hogar perfecto para nuestra pareja, verte siempre bien, comprar lo más nuevo para complacerlo, ser servil, siempre ceder. Tu trabajo es hacerlo feliz, siempre tiene él la razón. Tener hijos, no hay mayor felicidad que procrear, etc. etc. y un largo etc.

Nuestro abrupto despertar a la existencia del género nos hizo querer leer más, hablar más, saber más, entender más y mejor esta fuerza que moldeó todas nuestras vidas y que no sabíamos ni siquiera que existía. Avivó nuestra curiosidad. Empezamos a cuestionarnos qué otras cosas tomábamos por sentado. Un libro se convirtió en otro y pronto dejamos de necesitar el pretexto de leer algo para juntarnos en lo que, quedó claro, más que un grupo de lectura era un grupo de apoyo. Poco a poco se fueron incorporando más personas a éste y mientras más diverso se hacía, nuestras preocupaciones se volvían más profundas y más amplias.

No podíamos prever cuánto nos revolucionaría compartir nuestras experiencias con alguien más. Empezamos a entender por qué vivíamos nuestra sexualidad como algo culposo, pecaminoso, dicotómico y preestablecido y comenzamos a verlo como algo natural y que no estaba dado, como algo fluido y cambiante, que teníamos la posibilidad de experimentar. Realizar con éxito el acto de malabarismo que es ir a una sex shop para comprar un disfraz de enfermera sexy con esperanzas de sorprender a tu fuck buddy y al mismo tiempo no sentirte una mala feminista que se objetiviza. Tener 20 años y salir a bailar y ligar y tener miedo de decirle al tipo con el que estás ligando que eres una feminista, que no quieres que te invite una ronda pero que si quiere tú invitas esta y él la siguiente, que puedes despertarte al día siguiente e irte de su casa sin sentirte mal, habiendo disfrutado la noche.

El feminismo viene con nuevos deber ser. En ocasiones parecía que además de lo que sabíamos correspondía a una mujer en una sociedad mexicana tenemos que sumarle lo que ahora corresponde a ser una “buena feminista”. A menudo entran en conflicto, es natural. ¿Cómo conciliar estas dos perspectivas? Es el dilema de las feministas de la Cuarta Ola.

Esto para decir que a pesar de que entender de dónde venía nuestra culpa no era lo mismo que trascenderla. Seguimos viviendo con lo que hemos introyectado a lo largo de nuestras vidas pero ya no estamos dispuestas ni queremos hacerlo, no es sano.

Fue liberador tener un espacio donde podíamos discutir libremente temas que en otros ambientes eran tabú, prohibidos o vistos con desaprobación. Pronto se volvió aparente que necesitábamos pasar de lo privado a lo público. Era obvio que no éramos las únicas que lo pensábamos y sentimos que este nuevo hallazgo traía consigo la responsabilidad de compartirlo con otras personas. Lo que resultaba tan evidente para nosotras debía serlo también para todos los demás. No nos culpen de ingenuas, evidentemente este no fue el caso.

Empezamos en nuestras casas. Nos pronunciamos orgullosas feministas. En el mejor de los casos nos ignoraron y en el peor nos intentaron disuadir. El prejuicio que estábamos intentando combatir lo escuchamos reproducido por algunos de nuestros familiares más cercanos: “¡ay mijita, esas son puras lesbianas!”, “así nunca te vas a casar”, o las menos graves: “mejor deberías concentrarte en tus estudios”. Estas reacciones completamente inesperadas no nos disuadieron pero sí nos previnieron sobre lo que podíamos esperar de los demás. Incluso con algunas de nuestras amistades, hasta las más cercanas, nos encontramos con muros de indiferencia o incomprensión, donde los pocos que compartían nuestras frustraciones en última instancia decían que proclamarse como feminista es una pérdida de tiempo o en la peor de las instancias, suicidio social. Lo tomaban como una etapa, como si fuera algo que se fuera a pasar con el tiempo: “espérate a que tengas hijos”.

El siguiente paso fue la universidad. Decidimos que la mejor manera para volver accesible nuestras ideas a la comunidad estudiantil era crear una organización, así podríamos hacer eventos, exposiciones y debates en el campus. Queridos lectores, ustedes se imaginarán lo que pasó. Los auditorios que esperábamos atiborrar y las filas que esperábamos fuera de los salones nunca llegaron. En lugar de eso nos encontramos con salones medio vacíos y un desinterés general de la población estudiantil. A pesar de esto, las pocas personas que estaban interesadas fueron suficientes para inspirarnos a continuar con los seminarios. Ellas no se movían sólo por curiosidad, sino por un genuino interés y preocupación sobre los temas que planteábamos, lo cual nos motivó a seguir comprometidas. Incluso hubo un par de personas que se acercaron para unirse a la discusión. Era claro, la batalla no estaba perdida, sentíamos que estábamos haciendo lo que teníamos que hacer.

Publicamos un par de artículos en el periódico de la universidad para darnos a conocer (los cuales fueron relativamente bien recibidos) y realizamos tres seminarios. El primero, “Ética y Feminismo” en el que Rodolfo Vázquez y Gustavo Millán participaron como ponentes y Marta Lamas como moderadora. Este, nuestro primer seminario y acercamiento de este tipo a la comunidad estudiantil tuvo poco quorum pero se desarrolló exitosamente.

En el segundo seminario decidimos probar suerte con un tema polémico con la intención de llegar a un público que probablemente jamás iría a un evento que tuviera en el título la palabra “feminista”: el porno. Esta vez acertamos. Nuestras expectativas se cumplieron. El seminario fue taquillero, por el tema y por una excelente ponente, Estefanía Vela. A este seminario fue un público más amplio. Algunos asistieron por curiosidad, otros por morbo, otros por el factor tweet star. Independientemente de la razón, a partir de este momento comenzamos a recibir más atención, para bien o para mal.

Seguimos organizando seminarios. El tercer seminario del semestre fue sobre cuotas de género. Javier Aparicio (cide), Joy Langston (cide), Juan Pablo Micozzi (itam), Marina Lacalle (itam) y Alejandro Díaz (itam) fueron los ponentes. En este seminario se presentaron diversos trabajos y perspectivas tan distantes entre ellas que incluso un par de moderadores se proclamaron como no feministas. Este seminario, en términos de asistencia no fue tan popular.

Organizamos, junto con Diversidad itam, la “Primera Feria de Organizaciones de Género y Equidad” a la que acudieron distintas organizaciones no gubernamentales como: Fondo María, gire, ipas México, gendes, amh México, Instituto Simone de Beauvoir y ddser. La idea fue que cada organización pusiera un stand en la plaza principal del itam en la que compartiera con los alumnos qué hace su organización. Algunos llevaron botargas, folletos y materiales didácticos para el stand. Mucha gente se acercó y dio un pequeño tour por cada stand, recibiendo los folletos que les daban y haciendo preguntas. Hubo distintas reacciones, algunas de rechazo y varias de sorpresa sobre la poca información que tenían previamente, a pesar de haber llevado cursos de sexualidad en la prepa. amh México llevó una botarga de condón y regalaba condones y folletos de pruebas gratis de detección de vih, lo cual fue recibido diferente por hombres y mujeres. Algunas mujeres se negaban a recibirlo o se sentían avergonzadas, mientras que los hombres iban al stand específicamente por su cupón y sus condones. Las chavas de ddser llevaron un dildo que utilizaban por un lado para “romper el hielo” y por otra para explicar cómo usar un condón. También platicaron sobre condón femenino y protección para las mujeres de enfermedades transmitidas por sexo oral.

Continuamos escribiendo en el periódico de la universidad. La gente empezó reconocer a la organización. Sin embargo, esta nueva popularidad no solo estaba conformada por gente que simpatizaba con nuestra causa, teníamos bastantes detractores. Incluso, apareció una cuenta de sátira en Twitter con un nombre francamente hilarante, La Cuarta Cola, lo que, irónicamente, consideramos como el máximo halago, señal que todo lo que estábamos haciendo iba por buen camino.

Con esta nueva popularidad se comenzaron a hacer evidentes algunas complicaciones que incluso existían dentro de nuestro grupo. Empezando por la toma de decisiones colectivas sobre cómo actuar ante situaciones no anticipadas como la creación de La Cuarta Cola, organización interna, la definición de posturas sobre diferentes temas polémicos en el feminismo, coincidir en horarios ante la carga académica que sigue siendo parte de nuestras responsabilidades, entre otras cosas.

¿Qué significa la Cuarta Ola para nosotras? La confrontación de nuestras vulnerabilidades y complejos, y al mismo tiempo un disfrute, un refugio. Una serie de epifanías que fue diferente para cada una de nosotras, sin embargo, con un mismo hilo conductor. A fin de cuentas es algo diferente para todas, entonces es mejor que cada quien lo diga por sí misma.

Entendí que no había nada inherentemente mal conmigo porque no me salía natural las actitudes, gustos y ambiciones que tenían todas mis amigas. Fue darme la oportunidad de dejar de intentar cambiarme a mí misma y empezar a cambiar al mundo.

Carolina

Fue darme cuenta que el paradigma en el que vivimos es una reducción absoluta de algo tan inmenso que es un ser humano en una realidad muy acotada que todos perpetuamos y aceptamos como completa. Existen tantas maneras de vivir y pensar como personas y nosotros lo estamos reduciendo a tres posibilidades: lo femenino, lo masculino y lo anormal. Yo soy lo anormal. Y no quiero eso: quiero tener todas las posibilidades para elegir.

Mónica

Para mí fue muy diferente. No fue tanto un desahogo como el que ya tenía con mis amigas de la preparatoria que eran muy abiertas, sino encontrarme con estas nuevas personas con las que podía compartir aspectos cotidianos de mi vida sin miedo ni pena a que fuera visto como algo “malo”. Fue muy reconfortante encontrarme con estas personas y descubrir que no solo había mujeres escandalizadas por experiencias ajenas, desconocidas y cargadas de prejuicio sobre lo que se esperaba de ellas en una universidad privada como la nuestra.

María

Fue buscarle fondo y contenido a cuestionamientos que llevaban mucho tiempo rondando en mi cabeza. Además del tema de los roles de género, cuestionamientos a una moral estática que no llegaba a comprender como el resto de mi familia parecía hacerlo. Una rebeldía que parecía ser una rebeldía sin fundamentos cada vez fue adquiriendo forma y cada vez entendía mejor su razón de ser. Cuestionar temas de género significó cuestionar más a fondo las estructuras invisibles de las relaciones sociales. Me di cuenta que la desigualdad y la discriminación de las que siempre me sentí excluida están en todas partes, y el movimiento feminista no trataba de ayudar a las demás, a las víctimas, sino de ayudarnos a todas.

Cris

Ha sido uno de los proyectos que más me ha emocionado. Por un lado, porque ha sido la consolidación de ideas que tenía previamente y la posibilidad de poner mi granito de arena para tener una sociedad más igualitaria. Por el otro, porque ha sido un reto tanto leer textos que me cuestionan todo el tiempo como asumirme feminista e intentar que todas las cosas que digo y pienso sean congruentes con esto. Además, ha sido emocionante ver los pequeños debates y cuestionamientos que generan en los demás las cosas que hemos hecho dentro del itam.

Jime

Cuando me enteré por twitter que existía una organización estudiantil que buscaba crear conciencia sobre la equidad de género fue maravilloso. Inmediatamente busqué la manera de hacerles ver que apoyaba lo que estaban haciendo, pero en el fondo seguía creyendo que no era feminista. No obstante, ese tabú desapareció al darme cuenta que no sólo no compartía las creencias de la mayoría sobre cómo debe ser y comportarse una mujer, sino también entendí que toda aquella persona que se identifica como mujer, en cualquier parte del mundo, sigue sin estar a la par de los hombres en todos los aspectos de la vida cotidiana. Por tal razón, La Cuarta Ola me parece un proyecto relevante que debe tomarse con seriedad en el ámbito académico, pero que también debe ser compartido con el resto de las personas para que entonces sí podamos ver un cambio real.

América

Es la posibilidad de exponer la esencia de quien soy. Es conocer mis miedos, mis deseos de experimentar, y las preocupaciones compartidas de cosas que para muchos parecen “naturales” pero que en realidad no lo son para mí. Es conocerme desde adentro, sin filtros. Saber que falta algo por resolver y que no soy la única que lo cree.

Leticia

La Cuarta Ola es la posibilidad de ver reflejado en hechos mi forma de pensar; ha reconfigurado mis creencias y mi forma de actuar dando un giro total a mi persona. Cosas en las que yo no había pensado con anterioridad porque no las conocía y que han abierto una ventana de posibilidades cognitiva. Más de acotarme a un modo de pensar, me otorga la libertad de elegir la forma en la que quiero vivir. Al conocer que hay algo más de la categoría tradicional que existe de la mujer me enfrento a otro tipo de problemas como el hecho de que ya no es posible llevar mi vida diaria sin ponerme el lente feminista. Esto hace que a veces me indigne de cosas que anteriormente me parecían normales, pero también hace que me de cuenta que aún hay muchas cosas que cambiar dentro de nuestra sociedad.

Alejandra

Visualizar la fuerza del género es como una maldición, no lo puedes dejar de ver. Vemos discriminación y marginación en todos los aspectos de nuestras vidas, igual que no podemos dejar de verlo no podemos dejar de pelearlo. Queremos remediarlo. A partir de toda esta discusión logramos llegar los siguientes puntos. Estos principios, que asume la Cuarta Ola como propios, engloban la postura ética que adoptamos.

  • 1.

    La participación activa de las mujeres en la política: tanto en capacidad de gobernantes como en la toma de decisiones en todos los niveles, como mujeres líderes de partidos políticos, gobernadores, alcaldes (6 de cada 100 son alcaldes y 3 de 10 son diputadas)

    Las cuotas a nivel federal son necesarias pero no suficientes, necesitamos que la misma política sea adoptada en congresos locales y partidos políticos.

  • 2.

    La legalización del aborto en el resto del país, emanciparnos de la moral conservadora que no permite la incorporación de temas fundamentales para brindar lo que hoy es una educación sexual comprehensiva: masturbación y homosexualidad en los libros de texto de la sep, por ejemplo.

  • 3.

    Acceso a una digna educación de calidad, salud, vivienda, condiciones laborales, guarderías, sin importar el género y/o sexo.

  • 4.

    Crear una red solidaria de personas que crean y defiendan en el derecho de la autonomía y autodeterminación de las mujeres.

  • 5.

    Que se abran espacios en los medios de comunicación para que se pueda escuchar la pluralidad de las voces que existen: ubiqüidad.

  • 7.

    Trabajar activamente para visibilizar la problemática de género que existe en el país.

  • 8.

    Crear espacios de debate libre plural e incluyente donde juntos podamos crear nuevas formas de lo pensable.

  • 9.

    Contribuir a la aceptación y respeto de las formas alternativas de proyectos de vida y convivencia.

  • 10.

    Hacer aparente la cotidianidad de la violencia de género y sus efectos tan nocivos para la sociedad. La existencia de herramientas jurídicas como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la tipificación del hostigamiento (más allá de nada más las violaciones sexuales) como delito en el Código Penal Federal, no han garantizado para las mujeres un ambiente de seguridad y comodidad ni en el espacio público ni en el privado.

  • 11.

    Activismo ciudadano para influir en políticas públicas con una perspectiva de género.

  • 12.

    Paridad en salarios, en toma de decisiones, en oportunidades, en responsabilidades. Igualdad de condiciones, de trato e igualdad sustantiva. Es escandaloso que incluso en Presidencia, que se supone consagra los principios de equidad de género de igualdad ante la ley, se le paga a las mujeres 6 centavos por cada peso que gana un hombre* y

  • 13.

    Desestigmatizar la palabra feminismo. A fin de cuentas ¿qué es la Cuarta Ola? Un conjunto de jóvenes que quiere lo que nos prometieron: mismas oportunidades, mismo trato en el trabajo, misma paga, respeto, mismo reconocimiento por capacidades intelectuales, una sociedad más justa, una sociedad más democrática

Fuente: Zarkin, Jessica y Mariana Nolasco, 2014. “Por cada 10 pesos que gasta Los Pinos en salarios, sólo 3 son para mujeres”, Animal Político, 9 junio. Acceso 9 septiembre, http://www.animalpolitico.com/2014/06/por-cada-peso-que-un-hombre-gana-en-presidencia-las-mujeres-ganan-65-centavos/#axzz3Crg8mmq6)

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