La canalización de la vena yugular es la más utilizada y la que permite una supervivencia más larga del catéter en pacientes en hemodiálisis, utilizando tanto catéteres temporales como permanentes o tunelizados.
Recuerdo anatómicoLa vena yugular (fig. 3) recoge la sangre intracraneal y sale, en la base del cráneo, por el foramen yugular, que se encuentra medial a la apófisis mastoides.
Baja por el cuello, recogiendo la sangre de cara y cuello y, en el tórax se une a la vena subclavia para formar el tronco braquiocefálico, que posteriormente drenará a la vena cava superior.
Desciende paralela a la arteria carótida, dentro de la misma vaina, por la zona más externa y anterior, teniendo en medio de ambas a varios nervios craneales y al nervio vago.
En la zona anterior está cubierta por el músculo esternocleidomastoideo y en la zona posterior asienta sobre los músculos escalenos.
Entra en el tórax, justo detrás de la clavícula, cerca de la articulación con el esternón.
El músculo esternocleidomastoideo, se inserta en la clavícula mediante dos fascículos, principal o esternal (medial) y accesorio o clavicular (externo).
Entre ambos y la clavícula se forma el triángulo de Sèdillot, que sirve como referencia para la canalización de la vena.
Variantes anatómicasRespecto al tamaño y localización normal distinguimos como variantes la vena pequeña, la superpuesta parcial o completamente y la inversa respecto a la normal (fig. 4).
Vías de canalizaciónSegún la punción respecto al músculo esternocleidomastoideo y la altura a la que la realicemos se distinguen distintos abordajes:
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Anterior: a la altura del cartílago cricoides, justo en el borde medial del esternocleidomastoideo y en dirección al pezón ipsilateral, a aproximadamente 30-45° de elevación respecto a piel.
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Anterior: en una zona un poco más craneal, palpando la carótida se pincha en dirección caudal entre la carótida y el músculo esternocleidomastoideo.
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Medial: en la parte superior del triángulo, en dirección hacia mamila y con una inclinación de la aguja de unos 45-50°.
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Medial: en la zona inferior del triángulo, en dirección caudal y con unos 50-60° de inclinación respecto a la piel.
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Posterior: a dos traveses de dedo desde la clavícula y junto al borde posterior del fascículo externo del esternocleidomastoideo, en dirección a la cruz esternal y con una inclinación de 10-20° respecto a la piel.
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Posición del paciente: en decúbito supino, brazos estirados y pegados al cuerpo, en posición de Trendelenburg (se puede poner una almohada debajo de los hombros para poner en hiperextensión el cuello) y con la cabeza en posición neutra o ligeramente girada en dirección contralateral;
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es conveniente la monitorización del paciente: TA, sat. O2, ritmo...
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posición de la cabeza: aunque se tiende a girar 90° en dirección contralateral, para resaltar más el triángulo de Sèdillot, se corre el riesgo de situar la arteria carótida debajo de la vena yugular con el riesgo de traspasarla y crear una fístula arteriovenosa.
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ángulo de punción: entre 50 y 60° era lo más habitual, si bien artículos recientes hablan de que debe ser mayor.
La canalización puede ser tanto guiada por referencias anatómicas como guiada por ecografía y por fluoroscopia.
Punción guiada por referencias anatómicas- -
Es la clásica, tiene en cuenta las referencias anatómicas para canalizar la vena. Pese a que hoy en día no es la de elección deberíamos conocer las referencias anatómicas que permiten localizar el punto de punción y la dirección de la aguja.
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Se basa en la descripción anatómica y la exploración física del paciente
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Se realiza en una sala en condiciones de asepsia.
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Personal: médico (personal entrenado: 50 cateterizaciones) enfermera y auxiliar de enfermería.
La punción guiada por ecografía es cada vez más utilizada por su seguridad y eficacia y es la que se recomienda por las guías; ofrece más seguridad y eficacia y debe ser la que se utilice habitualmente.
Antes de empezar hay que hacer una exploración para comprobar que la vena está permeable y que se visualiza bien, tanto el trayecto de la vena como la situación de la arteria para evitar que se interponga en el trayecto posterior de la aguja. La vena se diferencia de la arteria porque es fácilmente compresible con el transductor, escogiendo el lado derecho o izquierdo.
Una vez explorado el cuello, se protege el transductor con un sistema estéril y se procede a canalizar la vena. El transductor se puede colocar en posición transversal (permite valorar la profundidad a la que está la vena y su posición respecto a la arteria) o en longitudinal (permite ver la introducción de la aguja). Sin embargo esto es difícil de conseguir en la punción baja por la interposición de la clavícula.
Es importante, para evitar errores, que una vez explorado el cuello y establecido el trayecto de la vena, no se modifique nada la posición del paciente, para no perder las referencias que habíamos tomado.
En algunas ocasiones, bien porque la zona de punción es muy baja o por preferencia, no se usa la ecografía de visión directa, en tiempo real, sino que se punciona a ciegas, siguiendo las referencias que se tomaron previamente.
Con esta forma de punción si bien se conocen la situación y la morfología de la vena no se descartan las complicaciones en el momento de la punción.
A la hora de canalizar, lo más habitual es manejar con una mano el transductor y bajo control ecográfico directo utilizar la otra mano para manejar la aguja. Una vez canalizada la vena, soltaremos el transductor y seguiremos como con cualquier punción.
Punción guiada por control fluoroscópico- -
Habitualmente la emplean radiólogos vasculares.
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Permite visualizar la vena y la arteria y modificar el punto de punción si por alguna variante de la normalidad o por alguna anomalía anatómica el acceso fuese diferente.
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Vemos la introducción de la guía, del catéter...
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También facilita la colocación en aquellos casos en que se visualizan mal las referencias anatómicas (pacientes obesos, cuellos gruesos, operados, etc.).
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Se utilizan agujas de micropunción, de 4 o 5 F que producirían menos lesión en caso de punción accidental de la arteria carótida.
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En los catéteres temporales: introducción de guía, dilatador y finalmente catéter y sujeción.
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En el caso de los catéteres permanentes: introducción de guía, tunelización, empleo de dilatador y finalmente el catéter a través del dilatador-pelador y sujeción.
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Se debería hacer una Rx de tórax de control (fig. 4).
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Puede requerirse una utilización inmediata.
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Valorar el empleo de un antibiótico profiláctico.
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Empezar con las medidas de asepsia desde el inicio y dispositivo de sujeción sobreañadidos.
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Disfunción por malposición.
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Hemorragia.
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Punción arterial.
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Disección y/u oclusión de la arteria carótida.
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Embolia gaseosa.
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Arritmias.
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Pneumotórax.
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Hemotórax.
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Hemomediastino.
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Perforación auricular y/o taponamiento cardiaco.
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