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Vol. 399.
Páginas 34-58 (julio - agosto 2016)
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2008
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Trayectorias laborales durante la crisis económica 2008-2009 en México
Labor trajectories during the economic crisis of 2008-2009 in Mexico
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2008
Sara María Ochoa León1
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Tablas (6)
Cuadro 1. Trayectorias laborales de acuerdo a la condición de ocupación al inicio del panel
Cuadro 2. Trayectorias laborales de los ocupados al inicio del panel, según características seleccionadas
Cuadro 3. Trayectorias laborales de los ocupados al inicio del panel, según inserción laboral
Cuadro 4. Trayectorias laborales de los ocupados en el primer y el último trimestre del panel
Cuadro 5. Matriz de transición en la condición de ocupación y el tipo de inserción laboral, 2008-III a 2009-III
Cuadro 6. Matriz de transición en la condición de ocupación y tipo de inserción laboral, 2006-III a 2007-III
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Resumen

En el presente artículo se utiliza el panel rotativo de la enoe del tercer trimestre de 2008 (2008-III) al tercer trimestre de 2009 (2009-III), para analizar las trayectorias laborales de la población durante el período de crisis económica en México. Asimismo, se compara con un período de estabilidad económica que va de 2006-III a 2007-III. Mediante un análisis descriptivo, se encuentra una alta movilidad en el mercado de trabajo mexicano, con un tránsito importante entre la ocupación y la inactividad. La estabilidad laboral está relacionada con mejores condiciones laborales, por lo cual, las trayectorias inestables se asocian con vulnerabilidad laboral. Incluso quienes se mantuvieron ocupados durante la crisis experimentaron un proceso de precarización, mediante la disminución de ingresos o pérdida de cobertura de salud. Así también, la crisis está asociada con un incremento de las trayectorias con desempleo.

Palabras clave:
Panel
Crisis
Trayectorias laborales
Abstract

Using panel data of the Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (enoe) from the third quarter of 2008 (2008-III) to the third quarter of 2009 (2009-III), this paper constructs and analyzes labor trajectories during the economic crisis of 2008 in Mexico. For comparative purposes, we also use a panel in an economically stable period from 2006-III to 2007-III. Descriptive analysis shows that the Mexican labor market presents high mobility, especially between occupation and inactivity. Labor stability is related to higher quality employments, so instable trajectories can be seen as a form of vulnerability. Even those who remained employed during the crisis, experienced a process of precarization, through income reductions or loss of health coverage. In addition, crisis is associated with higher unemployment trajectories.

JEL:
J
J23
J31
C23
Keywords:
Panel Data
Crisis
Labor Trajectories
Texto completo
Introducción1

Diversos estudios han encontrado una alta movilidad en el mercado de trabajo en México, incluso en períodos cortos de tiempo, como un trimestre (Calderón Madrid, 2010; Levy, 2010; Pacheco y Parker, 2001). De hecho, se considera que México tiene niveles de movilidad laboral especialmente altos (Duryea, et al., 2006). Lo anterior apunta a que éste constituye un rasgo estructural del mercado laboral mexicano en su forma actual.

Las razones que explican esta alta movilidad siguen estando sujetas a investigación (Levy, 2010). Algunos argumentos señalan que la frecuencia de los movimientos dentro y fuera de la fuerza de trabajo está relacionada con la institucionalidad laboral existente en un determinado momento histórico. Por ejemplo, ante la pérdida de trabajo, la falta un seguro de desempleo que provea una red de seguridad al trabajador, propicia su rápida inserción en actividades precarias, ante la imposibilidad de permanecer sin ingresos por periodos prolongados (García y Sánchez, 2012).

En el presente artículo se revisa la movilidad laboral en dos de sus manifestaciones principales: por un lado, entre un momento y otro las personas cambian su condición de ocupación, esto es, transitan entre la ocupación, la desocupación o la inactividad (inestabilidad laboral) y, por el otro, los trabajadores cambian el tipo de inserción laboral, por ejemplo, pasan de ser asalariados a ser trabajadores por cuenta propia (inestabilidad profesional) (Kaztman, 2000). Se parte de la hipótesis que una alta movilidad laboral, que implica cambios frecuentes en alguna de estas dos dimensiones, configura una forma de vulnerabilidad del trabajador, ya que limita sus posibilidades de enfrentar los riesgos sociales y lo expone constantemente a la reducción de su nivel de vida.

El objetivo general es dar cuenta de la movilidad que se presentó en el mercado de trabajo durante la crisis económica y financiera de 2008 en México, al identificar su magnitud y el tipo de movimientos más frecuentes. Mediante la construcción de las trayectorias laborales de las personas, buscamos crear un círculo analítico que parte de las condiciones laborales iniciales, pasa por la movilidad laboral y deriva en las condiciones laborales finales.

Tomaremos en cuenta un enfoque de vulnerabilidad laboral, nos interesa analizar la relación de los movimientos en el mercado de trabajo con la posición inicial en la inserción ocupacional y en la calidad del empleo. Si la movilidad es un fenómeno más extendido en trabajadores con empleos no protegidos y de bajos salarios implicaría que está asociada con la precariedad del empleo. Lo anterior sin perder de vista otras posibles fuentes de vulnerabilidad como el sector de actividad, el género, la edad, o el nivel educativo.

Con la intención de analizar si esta movilidad está asociada a la crisis, los resultados se comparan con lo ocurrido en un período considerado de estabilidad económica en términos del Producto Interno Bruto, usamos el panel que va del tercer trimestre de 2006 al tercer trimestre de 2007.

La fuente de información utilizada es el panel rotativo de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (enoe) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), que reemplaza a 20% de la muestra cada trimestre. Usamos el panel que va del tercer trimestre de 2008 al tercer trimestre de 2009, se construyen las trayectorias laborales para las mismas personas a través del tiempo durante el período de crisis.

Se trata de un primer acercamiento a la movilidad laboral, de tipo descriptivo, pero que puede ser de gran utilidad para construir hipótesis relevantes sobre el funcionamiento del mercado de trabajo en México y para orientar el tipo de políticas públicas necesarias, que estén centradas no sólo en las características del puesto de trabajo en un determinado momento, sino en la trayectoria laboral de las personas y su posibilidad de enfrentar los riesgos sociales a lo largo del curso de vida.

Después de esta introducción, en el segundo apartado se revisan aspectos teóricos de la movilidad laboral. Posteriormente, se revisan algunos estudios previos de trabajos que utilizan el panel de la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (eneu) y de la enoe en México. En el cuarto apartado se hace un análisis descriptivo de las trayectorias laborales. Por último, se incluyen las reflexiones finales.

2La movilidad laboral

En su análisis de la transformación de los riesgos sociales en las sociedades modernas, Castel (1998) identifica dos grandes cambios en los mercados de trabajo: el aumento del desempleo y el aumento de la precarización laboral.2 Con ambos fenómenos, el trabajo estable y protegido se vuelve cada vez más una especie en extinción y aumentan las “formas particulares de empleo”. El proceso es amplio y dinámico: cada vez más personas se insertan en ocupaciones inestables y desprotegidas, pero también, quienes todavía mantienen empleos protegidos están en riesgo de perder esta posición, ya sea a través de la precariedad o del desempleo. Lo anterior disminuye la probabilidad de que una persona se mantenga en un puesto de trabajo y, en contraparte, aumenta la probabilidad de tener trayectorias laborales intermitentes e, incluso, erráticas.

En el mercado de trabajo en América Latina se enfrentan retos de gran importancia. Por un lado, la insuficiente creación de empleos ha llevado a un aumento del desempleo, el autoempleo y la informalidad. Por otro lado, ha aumentado la precariedad laboral, que reduce las protecciones que ofrece el puesto de trabajo para enfrentar los riesgos sociales e implica una disminución de la estabilidad en el puesto de trabajo. Lo anterior configura una mayor vulnerabilidad ya que se está expuesto a la pérdida de bienestar.

Los movimientos laborales pueden ser voluntarios y forman parte natural de los mercados de trabajo. Por ejemplo, un trabajador puede cambiar de empleo debido a la búsqueda de un mejor salario o de condiciones laborales más adecuadas a sus necesidades (congruencia con el nivel de calificación, horarios flexibles o cercanía al hogar), o bien, ante los cambios en sus circunstancias de vida las personas optan por entrar o salir de la fuerza de trabajo (estudios, maternidad, etc). Sin embargo, los cambios frecuentes de empleo de un mismo trabajador pueden ser indicativos de una inestabilidad de los puestos de trabajo, los cuales carecen de contratos o son de tipo temporal.

La alta movilidad laboral puede tener importantes repercusiones negativas en el nivel de vida de los trabajadores y sus familias. El trabajador pierde certeza sobre su situación laboral a mediano y largo plazos. Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal, 2000), el aumento mismo de la variabilidad del ingreso es considerado como una forma de vulnerabilidad de los hogares debido a que no cuentan con flujos constantes y conocidos de ingreso. Dada la importancia del trabajo en los activos de los hogares, aumenta la inseguridad sobre su nivel de vida, y llevan a que se pospongan decisiones relevantes sobre la formación de patrimonio. La movilidad laboral puede incidir negativamente en la acumulación del tiempo de cotización necesario para acceder a pensiones y jubilaciones, con lo cual se reducen los recursos para la vejez, y se fomenta la vulnerabilidad a la pobreza en la edad avanzada. La movilidad laboral puede afectar particularmente a las mujeres, sobre las que recaen las responsabilidades familiares de la crianza de los hijos, si no se cuenta con las redes de protección adecuadas.

La movilidad laboral se registra incluso durante períodos de estabilidad y de crecimiento económico, lo que implica que no está necesariamente asociada a las recesiones o a las crisis económicas (Levy, 2010). No obstante, es posible suponer que el ciclo económico influye en un mayor número de cambios en la ocupación y en el tipo de movimientos que se registran. Evidentemente, como resultado de las crisis económicas se espera que un mayor número de personas pasen de estar ocupadas a estar desocupadas debido a la pérdida de fuentes de empleo. No obstante, como señalan Pacheco y Parker (2001), existen otros movimientos que se dan durante las crisis y que requieren atención, principalmente el aumento de la inactividad. Las personas pueden pasar de estar ocupadas a estar inactivas debido al desempleo desalentado, o bien, pueden pasar de estar inactivas a formar parte de la población ocupada al incrementarse la participación en el mercado de trabajo de ciertos grupos de la población, como las mujeres, debido a la necesidad de obtener mayores ingresos en el hogar (Cortés y Rubalcava, 1991). Asimismo, los cambios en el tipo de inserción laboral también se asocian al ciclo económico, tal es el caso del aumento del autoempleo o del trabajo asalariado en microempresas como formas de enfrentar los efectos negativos de un menor crecimiento económico.

El análisis anterior nos remite a la necesidad de dar seguimiento a las trayectorias de las personas a lo largo del tiempo. Un primer acercamiento para abordar estas preguntas es comparar la situación de las variables de interés en un momento inicial y uno final para diferentes grupos de la población, de forma tal que podamos saber qué grupos fueron más afectados por la crisis. Sin embargo, no hay que perder de vista que las personas que conforman los grupos de población definidos de acuerdo a su situación inicial experimentan movimientos en su condición de ocupación y en el tipo de inserción laboral durante el período. Por ejemplo, las personas que inician en el grupo de asalariados no necesariamente se mantienen como tales al final del período, ya que es probable que algunas caigan en el desempleo o la inactividad, o bien, que se ubiquen en un empleo diferente del inicial.

Por tal motivo, la pregunta de investigación remite a la necesidad de seguir a las mismas personas a lo largo del tiempo. En este sentido, las fuentes de información son escasas. En este artículo se utiliza el panel rotativo de la enoe, elaborada por el inegi, que reemplaza a 20% de la muestra cada trimestre y, por tanto, la reemplaza totalmente cada cinco trimestres (inegi, 2007). Esto permite que podamos seguir a 80% de la muestra durante dos trimestres, a 60% de la muestra durante tres trimestres, y así sucesivamente, hasta cubrir a 20% de la muestra durante cinco trimestres.3

En este caso, se construye un panel durante el período de crisis. Dado el comportamiento del Producto Interno Bruto (pib), consideramos que es adecuado tomar el tercer trimestre de 2008 como el primer periodo del panel, dado que puede interpretarse como una situación inicial, que ocurre antes de que la crisis mundial tenga un efecto sobre el crecimiento y sobre las variables laborales en México.4 Si seguimos al panel durante cinco trimestres, éste comprende hasta el tercer trimestre de 2009, que incluye el momento más álgido de la crisis que se da entre el primer y el segundo trimestre de ese año.

Cabe señalar que la movilidad en el mercado de trabajo puede ser aún mayor que la que se capta con la información de las encuestas de empleo, dado que éstas registran cambios de forma trimestral con base en lo que pasó en la semana de referencia, por lo que pueden ocultarse cambios a lo largo del trimestre (Pacheco y Parker, 2001: 6). Al manejar datos trimestrales, también es posible que se capte un efecto de estacionalidad, que es independiente del efecto de la crisis, por lo que es necesario prestar mayor atención a los cambios al principio y al final del período que se refieren al mismo trimestre. Como se señaló, la muestra del panel representa sólo una fracción de la muestra total de la enoe, por lo cual, en este análisis únicamente señalaremos las tendencias más evidentes en las cifras y no cambios de menor magnitud que pueden deberse a variaciones muestrales.

Por último, es importante hacer una nota de precaución. En las últimas décadas se han configurado tendencias en el mercado de trabajo que responden a cambios estructurales y de largo plazo, tal es el caso de la precarización del empleo o el aumento de la participación femenina, por lo que es necesario tomar en cuenta que los cambios durante períodos de crisis en muchos casos refuerzan estas tendencias, pero no implican necesariamente que las crisis sean su causa principal.

3El uso del panel de la eneu y la enoe en México

En México, el uso del panel de las encuestas de empleo ha sido limitado. La mayoría de los trabajos utilizan el panel de la eneu que se aplicó en México hasta 2005, cuando fue reemplazada por la enoe. A continuación hacemos un breve repaso por algunos de los principales estudios que han utilizado esta fuente de información.

El panel de las encuestas de empleo en México ha sido utilizado principalmente para analizar los determinantes y la duración del desempleo, la evidencia de movilidad laboral y el comportamiento de los ingresos laborales. Algunos de estos estudios buscan analizar lo que ocurre en período de crisis en contraposición de períodos de crecimiento del producto.

Revenga y Riboud (1992) usaron la eneu del tercer trimestre de 1990 al tercer trimestre de 1991 para estudiar las características y determinantes del desempleo, mediante la estimación de modelos probit para hombres y mujeres con diferentes variables (edad, educación, ubicación geográfica y estatus marital). También se utilizó un modelo de riesgos proporcionales para estimar la duración del desempleo. Entre sus resultados se encuentra que la duración promedio del desempleo es alrededor de seis meses para hombres y siete para mujeres.

Cruz Piñeiro (1994) analiza la naturaleza de la participación económica de las mujeres en los mercados laborales fronterizos usando doce trimestres de la eneu, de enero-marzo de 1987 a octubre-diciembre de 1989. Lleva a cabo un análisis comparativo entre la fuerza de trabajo estable y volátil de dos ciudades fronterizas, Tijuana y Matamoros, así como de Monterrey. Posteriormente, Cruz Piñeiro (1998) analiza las entradas y salidas del mercado de trabajo de la población femenina para el mismo período de tiempo y encuentra que es más probable que las mujeres casadas y con hijos tengan volatilidad en el mercado de trabajo que las mujeres solteras y sin hijos.

Parker y Pacheco (1999) usaron la eneu con los individuos que se mantuvieron en la muestra del segundo trimestre de 1987 al segundo trimestre de 1988. Las autoras usaron modelos logit para estimar la probabilidad de haber estado alguna vez desempleado, usando una muestra de individuos que estuvieron en la fuerza de trabajo al menos una vez durante los cinco trimestres. Asimismo, estiman la probabilidad de dejar el desempleo porque se encontró trabajo, o bien, por la salida de la fuerza de trabajo, usando la muestra de individuos que estuvieron desempleados en el primer o segundo trimestre. La pérdida de seguimiento que encontraron fue de aproximadamente 20% y, respecto a la posibilidad de sesgo debido a esta pérdida, señalan que las estimaciones de desempleo en un punto en el tiempo son similares a las que obtienen usando toda la sección transversal de la eneu.

En un trabajo posterior, Pacheco y Parker (2001) usan la eneu con todos los individuos que permanecieron en la encuesta durante las cinco entrevistas realizadas del segundo trimestre de 1987 al segundo trimestre de 1988 y del segundo trimestre de 1995 al segundo trimestre de 1996. La finalidad es analizar la extensión de las entradas y salidas del mercado de trabajo en dos períodos de crisis, para lo cual se comparan las características sociodemográficas y las condiciones de trabajo de tres tipos de trayectorias laborales: continua, intermitente y con desempleo. También se analizan las características del desempleo y los factores determinantes del mismo mediante un probit de efectos aleatorios para tomar en cuenta la heterogeneidad de los trabajadores no observados.

Cunningham y Maloney (2000) usan el panel de la eneu en los años 1994-1997, durante un período de crisis y un período de recuperación, para identificar a los grupos demográficos que sufrieron las caídas más grandes en el ingreso durante la crisis de 1995 en México y a los que se recuperaron más rápidamente. Utilizan regresiones en los percentiles 20, 50 y 80 para identificar a quienes sufrieron caídas “catastróficas” en el ingreso y emplean pesos distribucionales para identificar a los más “vulnerables”. También se examinan la incidencia y el impacto general de estrategias comunes para enfrentar la crisis, en particular, poner miembros de la familia adicionales en la fuerza de trabajo.

Encuentran que los hogares pobres y con menos educación no sufrieron las mayores caídas de ingresos. Este resultado se explica porque estas familias pusieron a otros miembros del hogar en el mercado de trabajo, lo cual es una estrategia que permite enfrentar la crisis a nivel individual, pero no a nivel agregado. Cuando se usan pesos distributivos para capturar la posición en la distribución del ingreso, los menos educados muestran pérdidas desproporcionadas en la utilidad ponderada y, por tanto, son más vulnerables. Algunos grupos que se considera que sufren caídas desproporcionadas del ingreso, como las madres solteras o los asalariados informales no presentan este comportamiento. Además, los menos educados y los pobres están entre quienes recuperan más rápido sus pérdidas de ingreso en el período posterior a la crisis.

Entre las variables que utilizaron para el análisis se encuentran características de la familia como capital humano del jefe de familia (edad, escolaridad), estructura del hogar (madres solteras, hogares de parejas casadas con hijos, y número de hijos), variables del mercado de trabajo (asalariado formal, asalariado informal, autoempleado informal), si el padre quedó desempleado, estrategias para enfrentar la crisis (aumento de la participación laboral de miembros de la familia).5 La variable dependiente es el porcentaje de cambio en el ingreso a través de los cinco períodos.

Maloney, Cunningham y Bosch (2003) analizan el tipo de hogares que sufrieron las caídas de ingreso más grandes durante la crisis de 1995 en México. Comparan la distribución entre periodos normales y de crisis para ver si las diferencias observadas se deben a la crisis o son intrínsecas a los tipos de hogares. Se preguntan si la distribución relativa de los shocks exante es un predictor razonable de la vulnerabilidad a los shocks de ingresos durante las crisis. Se utiliza el análisis de cuantiles para generar una distribución completa de los shocks.6

En cuanto a la información, se usa la eneu para el periodo 1994-1996. Se inicia con un panel de 9 877 familias a partir del tercer trimestre de 1994 y hasta el tercer trimestre de 1995, el cual cubre el inicio de la crisis y el periodo de mayores pérdidas salariales en la crisis del Tequila. Para la comparación de la distribución de los choques antes y durante las crisis, se usan cinco paneles de cinco trimestres: 1992:4-1993:4, 1993:1-1994:1, 1993:2-1994:2, 1993:3-1994:3, 1994:3-1995:3. Dado que en estos paneles se incluye el período de la crisis, se utilizan variables dummy que interactúan con cada una de las variables para el período de crisis que va de 1994:3-1995:3.7

Se encuentran grandes diferencias en la distribución de los choques entre tipos de hogares tanto antes como durante la crisis, pero se encuentra relativamente poco cambio en sus posiciones relativas durante las crisis, por lo que el impacto parece haberse esparcido de forma bastante equitativa. Los hogares con jefe de familia menos educados (pobres), madres solteras y en el sector informal no parecen experimentar caídas del ingreso desproporcionadas en tiempos normales o en las crisis.

Duval Hernández (2007) estudia la movilidad de los ingresos individuales en el corto plazo en el México urbano de 1987 a 2002 y analiza si los individuos con ventajas iniciales experimentan movilidad de ingresos más positiva que quienes tenían desventajas iniciales. También estudia si los ingresos convergen o divergen a través del tiempo a su media condicional y cuál es el impacto de características socioeconómicas en la movilidad de ingresos. La unidad de análisis es el trabajador individual.

El autor usa una serie de paneles cortos de la eneu que se traslapan con información trimestral siguiendo individuos por un máximo de un año. El período de estudio va de enero de 1987 a diciembre de 2002, cubriendo un periodo de 15 años. La movilidad se analiza en términos anuales, lo que evita preocuparse por estacionalidad de los datos. Dado que se trata de un análisis anual con dos observaciones no se usan técnicas econométricas de datos de panel.8 Se estima una regresión mediana pero los resultados fueron iguales a los de Mínimos Cuadrados. Utiliza técnicas especiales para analizar el efecto potencial de errores de medición en la variable de ingresos y el attrition de individuos en el panel.

Encuentra que hay gran convergencia en los ingresos de ricos y pobres en un año, pero esta convergencia se debe en su mayoría a ajustes transitorios en los ingresos, esto es, debido a su convergencia a su media condicional. Los individuos con características que les dan una ventaja permanente en los mercados de trabajo (como altos niveles de educación, ser hombre, por ejemplo) usualmente mantienen ganancias altas a lo largo del año, con la excepción de lo que ocurrió después de la crisis del peso de 1994 cuando todos experimentaron pérdidas proporcionales de ingresos y quienes tenían ventajas permanentes experimentaron mayores pérdidas en términos absolutos. Manteniendo lo demás constante, tener altos niveles de educación, ser hombre, pasar del sector formal a ser autoempleado, y vivir en ciudades en la frontera con Estados Unidos y en el norte del país se asocia usualmente a movilidad positiva. Por el contrario, transiciones hacia el trabajo asalariado informal y vivir en el centro y el sur del país trae más movilidad condicional negativa.

Calderón Madrid (2010) analiza los determinantes de la duración del desempleo de trabajadores con diferentes características, así como las tasas de transición del desempleo a empleos formales e informales, autoempleo y salida de la fuerza de trabajo. Utiliza tres conjuntos de datos de panel balanceados de dos trimestres de la enoe en los años 2005, 2006 y 2007. Las cohortes corresponden al primer trimestre de cada año y el número de respondentes inicial total fue de 6 322. Esto implica un attrition de 20% de los individuos entrevistados en el primer trimestre de cada año, esto es, aquellos que estaban en su quinta entrevista (no se incluye a quienes se incorporaron después de la primera entrevista del año). El análisis se restringe a hombres desempleados entre 18 y 65 años con experiencia de trabajo previa.

Levy (2010:138) usa la eneu de 1998 y 2001 y la enoe de 2006 para estudiar la movilidad entre trabajo formal e informal para los trabajadores que permanecieron todo el año en la fuerza laboral (no considera el movimiento fuera de la fuerza de trabajo).9 Para llevar a cabo el análisis divide a los trabajadores en hombres y mujeres y en perceptores de salarios altos y bajos (los perceptores de salarios altos son aquellos que ganaban tres veces el salario mínimo o más). Entre sus resultados se encuentran los siguientes: 1) Los tránsitos entre empleo formal e informal fueron cualitativamente similares en esos tres años a pesar de tratarse de un periodo de crecimiento alto, uno de crecimiento negativo y uno de crecimiento modesto, de lo que concluye que los tránsitos no son motivados por el ciclo económico, 2) En cualquiera de esos años, entre 10 y 20% de los trabajadores cambian de estatus laboral, 3) La gran mayoría de los cambios son de empleo formal a informal y viceversa, no al desempleo abierto.

Encuentra que las medias salariales son más altas en el sector formal que en el informal, pero que esto no implica necesariamente que el movimiento de un trabajador individual implique siempre que los trabajadores que pasan del sector formal al informal disminuyan su salario ni los que pasan del sector informal al formal lo aumenten. Esto se mantiene tanto para los trabajadores de salarios altos como para los de salarios bajos.

4Trayectorias laborales durante la crisis4.1Trayectorias laborales de acuerdo a la condición de ocupación al inicio del panel

En este apartado construimos las trayectorias laborales de las personas en el panel, de acuerdo a su condición de ocupación inicial, con la intención de conocer con mayor detalle su tipo y frecuencia. En principio, es posible distinguir a quienes siguieron trayectorias constantes de ocupación, de desocupación y de inactividad, esto es, quienes permanecieron en la misma condición de actividad a lo largo del tiempo, mostrando estabilidad en sus trayectorias. En el caso de quienes iniciaron como ocupados, también podemos distinguir a quienes tuvieron trayectorias intermitentes con desempleo o inactividad, o con ambos. Algo similar puede hacerse para quienes iniciaron el período como desocupados o como inactivos (cuadro 1).

Cuadro 1.

Trayectorias laborales de acuerdo a la condición de ocupación al inicio del panel

  2006-20072008-2009
  Porcentaje  Porcentaje del total  Porcentaje  Porcentaj del totale 
Ocupados en el primer trimestre del panel
Trayectorias con ocupación continua  71.4  40.8  68.5  39.0 
Trayectorias con desempleo
Un período de desempleo  3.1  1.8  4.2  2.4 
Dos o más períodos de desempleo  0.7  0.4  1.3  0.7 
Trayectorias con inactividad
Un período de inactividad  10.5  6.0  10.9  6.2 
Dos o más períodos de inactividad  12.3  7.0  12.3  7.0 
Trayectorias con desempleo e inactividad  1.1  2.8  1.6 
Total  100  57.2  100  57.0 
Desocupados en el primer trimestre del panel
Trayectorias con desocupación continua  0.6  0.0  0.9  0.0 
Trayectorias con ocupación
Un período de ocupación  1.7  0.0  2.9  0.1 
Dos o más períodos de ocupación  44.4  0.9  41.8  0.9 
Trayectorias con inactividad
Un período de inactividad  1.5  0.0  1.8  0.0 
Dos o más períodos de inactividad  15.7  0.3  16.5  0.4 
Trayectorias con ocupación e inactividad  36.7  0.7  36.1  0.8 
Total  100  2.1  100  2.2 
Inactivos en el primer trimestre del panel
Trayectorias con inactividad continua  64.7  26.4  63.8  26.0 
Trayectorias con ocupación
Un período de ocupación  14.9  5.7  13.5  5.5 
Dos o más períodos de ocupación  16.2  6.6  16.2  6.6 
Trayectorias con desempleo
Un período de desempleo  1.9  0.8  2.5  1.0 
Dos o más períodos de desempleo  0.4  0.2  0.7  0.3 
Trayectorias con ocupación y desempleo  2.7  1.1  3.4  1.4 
Total  100  40.8  100  40.8 
Total    100    100 

Fuente: elaboración propia con base en la enoe.

En principio, únicamente 39% tuvieron trayectorias de ocupación continua, 26% estuvieron inactivos todo el período y no se registran trayectorias de desocupación continua. Por tanto, 3.5 de cada 10 personas tuvieron algún cambio en su condición de ocupación en el periodo. Como se señaló anteriormente, esto coincide con estudios anteriores que han demostrado la existencia de una alta movilidad en el mercado de trabajo mexicano.

Respecto a las trayectorias laborales de quienes iniciaron como ocupados, observamos que únicamente 68.5% de las personas que iniciaron como ocupados en el panel estuvieron en esa condición durante los cinco trimestres, de forma tal que casi una tercera parte de los ocupados dejaron de estarlo durante un período de un año. Además, 5.5% tuvieron uno o más episodios de desocupación, y 23.3% tuvieron uno o más episodios de inactividad, lo que revela que los ocupados se mueven más a la inactividad que al desempleo.

Menos de 1% de las personas que iniciaron como desocupadas, permanecieron como tales en todo el período, lo que es consistente con los hallazgos de bajo nivel de desempleo de larga duración en México (Parker y Pacheco, 1999). No obstante, es interesante señalar que 8.2% de las personas en el panel tuvo algún episodio de desocupación durante los cinco trimestres, cifra mayor que las tasas de desempleo en un momento en el tiempo (la tasa de desempleo más alta fue de 6.2% en el tercer trimestre de 2009). De quienes iniciaron como desocupados, casi la mitad tuvieron al menos un episodio de ocupación en el período, a lo que hay que añadir el alto porcentaje que combinó ocupación con inactividad, por lo que 8 de cada 10 desempleados al inicio del período tuvieron al menos un trimestre en el que estuvieron ocupados.

Por otro lado, entre quienes iniciaron como inactivos, 63.8% tuvieron una trayectoria de inactividad continua, y cerca de 30% tuvieron al menos un período de ocupación. Esto pone de manifiesto la movilidad existente entre la ocupación y la inactividad. Es posible suponer que existe un sector de la población inactiva que no tiene interés en incorporarse al mercado de trabajo (inactividad continua), pero también existen personas que aun estando inactivas están disponibles para trabajar aunque no busquen empleo y, por tanto, no se contabilicen como desempleadas.

Estos resultados apuntan a la necesidad de estudiar con mayor detalle la dinámica de la inactividad y las razones por las cuales las personas se declaran en esa situación, ya que el panorama del mercado de trabajo cambia de forma importante cuando al problema del desempleo, al cual suele darse mayor visibilidad en el análisis laboral, se incorpora la situación de inactividad.

Ahora bien, si comparamos con el período 2006-2007, vemos que no existen grandes diferencias entre la movilidad existente entre ambos períodos, por lo que ésta es bastante estable en un período de crisis y un período de estabilidad económica, apoyando el argumento de que la movilidad existente en el mercado de trabajo mexicano es de corte estructural. Este resultado coincide con Levy (2010) quien encuentra una movilidad similar en tres períodos estudiados que incluyen crecimiento bajo, moderado y alto.

No obstante lo anterior, es posible identificar algunas tendencias interesantes y que van en el sentido esperado debido a la crisis. En el período 2006-2007, entre las personas que iniciaron como ocupadas es mayor el porcentaje que tuvo trayectorias continuas y, por tanto, es menor el porcentaje con trayectorias intermitentes, en particular, con trayectorias de desempleo. Así, la crisis tuvo el efecto de aumentar la inestabilidad laboral, especialmente a través del aumento del desempleo. Entre las personas que iniciaron como desocupadas, son menores los porcentajes de desocupados continuos y de trayectorias con inactividad, al tiempo que es mayor la participación de las trayectorias con algún período de ocupación, indicando una menor exclusión de largo plazo del mercado laboral. Por último, entre quienes iniciaron como inactivos es menor el porcentaje de trayectorias con desempleo.

4.2Perfiles de trabajadores ocupados al inicio del panel de acuerdo a su trayectoria laboral

En este apartado se analiza el perfil de las personas que iniciaron como ocupadas, de acuerdo a la trayectoria de ocupación que siguieron en el período. Con este análisis, se busca tener una primera aproximación descriptiva a las variables asociadas con el deterioro en las condiciones de empleo a raíz de la crisis, como el paso de la ocupación al desempleo o la inactividad. Esto aporta una nueva perspectiva a la forma en que se ajustó el mercado de trabajo durante este período de crisis.

Se observa que los hombres tuvieron un alto porcentaje de trayectorias de ocupación continua, pero también altos niveles de desempleo, mientras que las mujeres tuvieron un alto porcentaje de trayectorias con inactividad (cuadro 2). Este resultado es consistente con estudios anteriores sobre el tipo de trayectorias que caracterizan a cada sexo. En general, se ha encontrado que las mujeres tienen trayectorias con mayor número de entradas y salidas del mercado de trabajo (hacia el desempleo o la inactividad), sobre todo en el caso de las mujeres con responsabilidades familiares (Cruz Piñeiro, 1998; Cerrutti y Roberts, 1994).

Cuadro 2.

Trayectorias laborales de los ocupados al inicio del panel, según características seleccionadas

  2006-20072008-2009
  Ocupados continuos  Desem  Inact  Desem e inact  Ocupados continuos  Desem  Inact  Desem e inact  Total 
Sexo
Hombre  78.5  4.8  14.8  1.9  74.5  7.4  15.5  2.6  100 
Mujer  60.2  2.2  35.6  2.1  59.0  2.6  35.4  3.0  100 
Edad
Menores de 18  36.8  5.3  52.6  5.9  36.0  6.8  51.1  6.1  100 
De 18 a 30 años  70.1  6.3  20.5  3.1  66.6  8.6  20.9  4.0  100 
De 31 a 45 años  80.4  3.2  10.7  1.1  77.0  5.1  16.0  1.9  100 
De 46 a 60 años  75.4  2.4  21  1.3  72.3  3.9  21.6  2.2  100 
Mayores de 60  45  47.8  1.2  49.5  1.1  47.8  1.6  100 
Nivel educativo
Sin instrucción  57  2.5  39.4  1.2  54.2  4.4  39.2  2.1  100 
Primaria  67  3.2  28.2  1.6  63.7  5.5  28.1  2.6  100 
Secundaria  70.3  4.6  22.6  2.5  67.0  6.4  23.6  3.0  100 
Preparatoria o Bachillerato  71.6  4.7  21.0  2.7  68.3  6.6  21.6  3.5  100 
Carrera técnica o normal  79.8  2.6  16.4  1.2  75.4  3.6  18.8  2.3  100 
Licenciatura o posgrado  80.6  3.7  13.8  1.9  78.9  4.5  14.0  2.5  100 
Sector y rama de actividad
Agropecuario  64.2  2.1  32.3  1.4  61.7  4.0  32.2  2.0  100 
Construcción  74.0  8.1  15.2  2.7  66  14.0  15.4  4.6  100 
Industria manufacturera  72.5  4.3  21.3  1.8  68.7  7.1  21.1  3.1  100 
Comercio  64.3  3.4  30.2  2.1  63.2  4.2  30  2.6  100 
Servicios  73.7  2.9  21.4  1.9  71.2  22.5  2.4  100 
Serv. profesionales  73.5  5.6  18.1  2.9  70.1  6.9  18.8  4.1  100 
Gobierno y org inter.  89  2.7  7.5  1.2  87.2  2.5  8.8  1.5  100 
Tamaño de localidad
Mayores de 100 000 hab.  74  4.7  20  2.0  70.7  20.4  3.1  100 
De 15 000 a 99 999 hab.  72.3  21.5  2.3  68.3  5.0  24.4  2.3  100 
De 2 500 a 14 999 hab.  66  3.8  28.9  2.2  64.6  5.6  27.1  2.7  100 
Menores de 2 500 hab.  64.9  2.6  31  1.5  63.3  4.6  30.1  2.1  100 

Nota: debido al bajo número de personas con desempleo continuo, las estadísticas sólo se presentan con fines ilustrativos.

Fuente: elaboración propia con base en la enoe.

En cuanto a la edad, la mayor estabilidad (ocupados continuos) la encontramos en personas entre 36 y 60 años. Sobresale la baja estabilidad como ocupados tanto de los menores de 18 años como de los mayores de 60, además que ambos grupos comparten altos niveles de desempleo y de inactividad. El mayor porcentaje de desempleo se presenta en las personas menores de 35 años. Este resultado coincide con las altas tasas de desempleo que presentan los jóvenes.

Es de gran relevancia el hecho de que la permanencia como ocupados va aumentando conforme aumenta la escolaridad, mientras que el desempleo es mayor para quienes tienen bajos niveles educativos, desde primaria hasta preparatoria o bachillerato. La inactividad también es mayor para personas con menores niveles de educación, lo cual coincide con los resultados de Pacheco y Parker (2001).

Se encuentra que el mayor porcentaje de ocupados continuos se registró en el sector servicios, mientras que los trabajadores de la construcción mostraron un alto porcentaje de trayectorias con desempleo y los trabajadores agropecuarios tuvieron trayectorias con inactividad. La industria manufacturera no muestra porcentajes particularmente altos de porcentajes con desempleo, como podría esperarse, aunque se ubica por encima del resto de las ramas, con excepción de la construcción. No obstante, en el período 2006-2007, la mayor permanencia como ocupados fue para la construcción, los servicios y la industria manufacturera. Esto parece indicar que la crisis tuvo un impacto importante en la dinámica sectorial, afectando la estabilidad laboral en las ramas de construcción e industria manufacturera.

El mayor porcentaje de trayectorias continuas se observó en las localidades con más de 100 mil habitantes, mientras que en las localidades más pequeñas fueron más frecuentes las trayectorias con inactividad. Esto nos da indicios de que la inactividad es más frecuente en las comunidades pequeñas ligadas con las actividades agropecuarias.

Es interesante notar que la mayor estabilidad como ocupados la tuvieron los asalariados con cobertura de salud y los empleadores con más de 5 trabajadores (cuadro 3). Las trayectorias con desempleo son considerablemente mayores para los asalariados sin cobertura de salud. Las trayectorias con inactividad son bastante altas en general, principalmente para los trabajadores sin paga y los trabajadores por cuenta propia no calificados.

Cuadro 3.

Trayectorias laborales de los ocupados al inicio del panel, según inserción laboral

Inserción laboral2006-20072008-2009Total
Ocupados continuos  Desem  Inact  Desem. e inact.  Ocupados continuos  Desem  Inact  Desem e inact 
Asalariados
Con salud  86.3  3.9  8.4  1.4  83.2  6.0  8.6  2.2  100 
Sin salud  61.3  5.9  28.9  3.8  59.7  8.3  27.7  4.3  100 
Cuenta propia
No calificados  62.5  1.9  34.2  1.3  59.7  3.0  35.2  2.1  100 
Calificados  67.8  5.5  23.7  66.2  4.9  24.7  4.2  100 
Empleadores
Menos de 5 trab.  79.7  2.7  17.1  0.6  74.8  3.1  20.2  1.9  100 
Más de 5 trab.  86.3  1.7  11.7  0.3  82.8  4.2  11.8  1.2  100 
Trab. sin paga  38.6  1.4  58.1  38.3  1.8  57.5  2.5  100 
Nivel de ingresos
No remunerados  44.2  1.4  52.6  1.8  43.2  1.8  52.7  2.3  100 
Menos de 2 S.M.  57.9  3.7  35.5  2.9  55.0  5.3  36.1  3.6  100 
De 2 a 5 S.M.  80.2  4.7  13.5  1.7  76.8  6.9  13.7  2.6  100 
Más de 5 S.M.  89.2  2.7  7.4  0.7  85.7  4.1  8.9  1.3  100 

Fuente: elaboración propia con base en la enoe.

Así, las personas que lograron mantenerse como ocupadas durante todo el período son –en su mayoría– hombres de mediana edad, con altos niveles educativos y que se desempeñan como trabajadores asalariados en el sector servicios de las ciudades grandes. Por su parte, las trayectorias de desempleo tienen una proporción aún mayor de hombres, en este caso con un alto porcentaje de jóvenes (18 a 35 años) con menores niveles educativos y que se desempeñaban como asalariados en la construcción y la industria manufacturera. En las trayectorias de inactividad tienen mayor participación las mujeres con un mayor promedio de edad y que estaban ocupadas como trabajadoras por cuenta propia en el comercio y las actividades agropecuarias de pequeñas ciudades.

Lo anterior aporta indicios de que la pérdida del empleo tuvo un carácter circunstancial, al afectar a la población empleada en la industria y la construcción, que estuvieron entre los sectores más afectados por la crisis. No obstante, también afectó a grupos con alta vulnerabilidad laboral como los jóvenes y las personas con bajo nivel educativo, que se enfrentan regularmente al desempleo y a trabajos precarios que los ubican en una situación de bienestar frágil. Es interesante notar que los asalariados sin cobertura de salud fueron especialmente afectados por el desempleo, por lo que los datos apuntan a que las personas sin protección social fueron menos capaces de mantener el empleo.

4.3Trayectorias laborales y calidad del empleo

En la siguiente parte, relacionamos las trayectorias laborales de las personas con la evolución de la calidad del empleo. Para el análisis consideramos únicamente a quienes inician y terminan el período como ocupados para comparar sus condiciones de empleo, y evaluamos si su condición final era mejor o peor que la inicial. Sin embargo, es posible que en los trimestres intermedios hayan pasado por episodios de desempleo o inactividad. Este análisis en términos de trayectorias nos da una dimensión adicional, de carácter dinámico, de las variables que influyen en el resultado final en términos de calidad del empleo.

Empezamos revisando la situación de quienes tuvieron una trayectoria de ocupación continua (cuadro 4). Buscamos conocer si, a pesar de que las personas pudieron mantener su empleo, su calidad se deterioró.10 Vemos que el porcentaje personas que obtienen menos de dos salarios mínimos aumenta en 3 puntos porcentuales, pero también aumenta ligeramente el porcentaje de personas con contratos permanentes. Esto parece indicar que el efecto negativo más notorio en esta sub-población fue la reducción de sus ingresos.

Cuadro 4.

Trayectorias laborales de los ocupados en el primer y el último trimestre del panel

  Menos de dos Salarios MínimosCon acceso a la saludCon contratos Permanentes
  2006  2007  2008  2009  2006  2007  2008  2009  2006  2007  2008  2009 
Trayectorias con ocupación continua  25.3  24.4  24.3  27.4  49.2  49.2  47.7  47.3  66.6  68.2  65.2  66.2 
Trayectorias con desempleo  30.2  28.9  28.2  33.7  42.0  38.9  39.4  32.0  50.9  49.7  47.5  42.0 
Trayectorias con inactividad  46.2  44.0  45.0  47.5  14.6  15.4  13.7  13.2  31.6  31.8  31.3  31.8 
Trayectorias con desempleo e inactividad  39.4  42.9  38.9  40.2  32.4  24.7  29.9  22.7  43.9  41.8  38.7  32.1 

Nota: en el caso de los contratos corresponde a trabajadores subordinados y remunerados.

Fuente: elaboración propia con base en la enoe.

Entre las personas que tuvieron una trayectoria con desempleo la calidad del empleo disminuye de forma importante, principalmente para quienes estuvieron desempleados durante dos o más trimestres. La cobertura de salud para este último grupo se redujo en 15.7 puntos porcentuales. En cuanto a los contratos se observa un comportamiento similar, ya que el porcentaje de trabajadores asalariados con contratos escritos de carácter permanente disminuyó en 13.6 puntos porcentuales. Con relación a los ingresos, vemos que el porcentaje de personas que obtienen menos de dos salarios mínimos aumenta en 18 puntos porcentuales para las personas que tuvieron dos o más períodos de desempleo, esto es, que estuvieron desempleados por más tiempo en el período. Lo anterior indica que aunque estas personas terminaron el periodo como ocupadas, se deterioró la calidad del empleo que encontraron después de perder el empleo.11

Llama la atención que quienes pasaron por un período de inactividad el deterioro del trabajo fue menos pronunciado. El cambio más notorio fue la disminución del ingreso para quienes tuvieron más de dos períodos de inactividad, puesto que el porcentaje de personas que obtienen menos de dos salarios mínimos aumentó en casi 7 puntos porcentuales. No obstante, este porcentaje disminuyó para las personas que tuvieron un solo período de inactividad. Este comportamiento requiere un mayor análisis de lo que ocurre en las trayectorias con inactividad.

Lo anterior implica que las trayectorias con desempleo fueron las más afectadas en cuanto a la disminución de la calidad del empleo. De acuerdo a los hallazgos del apartado anterior, esto implica que los hombres jóvenes y con menor nivel educativo, que trabajaban como asalariados en la construcción y en la industria manufacturera, se vieron particularmente afectados tanto por el desempleo como por la precarización laboral.

En el período 2006-2007 mejoró la situación en términos de ingresos, a diferencia de lo que ocurrió en el período de crisis. El porcentaje de personas con acceso a la salud y el porcentaje de personas con contratos permanentes muestra una ligera mejoría, excepto para las personas con trayectorias de desempleo, situación que se intensificó durante la crisis. Esto indica que las trayectorias con desempleo (y con desempleo e inactividad) son las que tienen movimientos más desventajosos en el mercado en ambos períodos.

4.4Transiciones entre inserciones laborales

Por último, en este apartado complementamos el análisis anterior diferenciando no sólo el cambio entre ocupación, desocupación o inactividad, sino entre tipos de inserción laboral inicial. Esto aporta información más detallada sobre la clase de movimientos que existen en el mercado de trabajo. Para este análisis, sólo se toman en cuenta las posiciones iniciales y finales, sin definir las trayectorias completas.

De quienes iniciaron el período como ocupados en 2008, 84.3% siguieron estando ocupados al final del período, mientras que 3.2% eran desocupados y 12.6% eran inactivos (cuadro 5).12 Este primer resultado confirma que la inactividad es un destino más frecuente que el desempleo. También indica que la inactividad no incluye únicamente personas que permanecen en esa situación por períodos prolongados de tiempo, sino que existe una alta movilidad dentro y fuera del mercado de trabajo incluso en períodos cortos de tiempo.

Cuadro 5.

Matriz de transición en la condición de ocupación y el tipo de inserción laboral, 2008-III a 2009-III

  Posición en 2009-III
  OcupadoAsalariadosAutoempleadoEmpleadoresSin pagaDesocup.Inactivos
  Con salud  Sin salud  No Calif.  calif.  Más 5 trab.  Menos 5 trab.  No des  Des. 
Posición en 2008-III
Ocupado  84.3  35.1  21.9  17.3  1.5  3.6  0.8  4.2  3.2  10.0  2.6 
Asalariado
Con salud  91.4  78.6  9.3  1.8  0.4  0.6  0.2  0.4  3.4  4.3  1.0 
Sin salud  80.0  12.3  54.3  8.6  0.7  1.4  0.3  2.4  4.7  11.7  3.6 
Autoemp.
No calif.  80.4  2.4  11.2  58.5  0.7  5.0  0.3  2.5  1.7  14.3  3.6 
Calif.  83.7  7.7  11.9  10.6  41.5  9.3  1.6  1.1  2.4  10.8  3.1 
Empleador
Menos de 5 trab.  87.6  3.8  10.8  28.0  4.4  35.9  3.2  1.5  2.2  8.7  1.5 
Más de 5 trab.  92.4  9.5  8.8  10.7  3.4  24.4  34.4  1.2  1.2  5.7  0.8 
Sin paga  69.1  2.9  12.3  9.8  0.6  1.4  0.2  41.8  1.8  23.8  5.3 
Desocup.  53.6  20.6  22.5  7.5  0.7  1.1  1.4  17.2  21.2  7.9 
Inactivo
No desalentado  17.3  2.3  6.3  5.0  0.4  0.4  0.0  2.9  2.6  69.6  10.5 
Desalentado  23.1  3.3  10.2  5.8  0.3  0.2  0.0  3.3  3.5  54.4  19.0 

Fuente: elaboración propia con base en la enoe.

Nota: en el rubro sin paga, se incluyen los trabajadores no especificados.

Es interesante observar que los grupos que tuvieron mayor capacidad para mantener el empleo fueron los asalariados con acceso a la salud y los empleadores con más de 5 trabajadores, ya que más de 90% de ellos se mantuvieron como ocupados. Esto es, se trata de los grupos en mejor posición inicial. Por el contrario, los asalariados sin salud registran el mayor tránsito hacia la desocupación y hacia la inactividad.

Ahora bien, el hecho de mantenerse como ocupadas no implica que las personas terminen el período en el mismo tipo de trabajo en el que iniciaron. De los asalariados con cobertura de salud, 78.6% seguían en esa misma categoría al final del período, pero también 9.3% de ellos ya no tenían esta prestación al final del período. Por el contrario, de los empleadores con menos de cinco trabajadores únicamente 35.9% seguían en esta posición, 28% terminaron el período como autoempleados no calificados y 10.8% como asalariados sin salud.13

Entre quienes iniciaron como autoempleados no calificados, 11.9% terminaron como asalariados sin acceso a la salud y 5% como empleadores en empresas de menos de 5 trabajadores. Los autoempleados calificados también pasaron a ser, en una elevada proporción, asalariados sin acceso a la salud, autoempleados no calificados y empleadores en empresas de menos de cinco trabajadores.

Los datos reflejan una movilidad alta entre los autoempleados (calificados y no calificados), los microempresarios y los asalariados sin acceso a la salud. Por tanto, los trabajadores cambian frecuentemente de trabajo, pero en su mayoría permanecen en formas de empleo asociadas con condiciones similares de calidad del empleo.

Ahora bien, de quienes iniciaron como desocupados, únicamente 17% seguían en esa situación al final del período, más de la mitad tenían un trabajo y 29% se encontraban en la inactividad. Así, a pesar de la crisis, un alto porcentaje de los desocupados encontraron algún tipo de empleo, la mayor parte de ellos como asalariados (con y sin salud) o como autoempleados no calificados.

De los inactivos, altos porcentajes permanecieron en la inactividad o el desempleo, pero 23% de los inactivos considerados desalentados se encontraban empleados al final del período, principalmente como asalariados sin acceso a la salud y autoempleados no calificados.

En el período de estabilidad 2006-2007 es mayor el porcentaje de personas que se encuentran ocupadas al final del período (cuadro 6). El aumento en este porcentaje es de casi 8 puntos porcentuales en el caso de quienes iniciaron como desempleados, indicando que fueron más capaces de obtener un empleo al final del período, principalmente como asalariados con cobertura de salud. En todos los casos el desempleo fue un destino menos común, particularmente para los asalariados.

Cuadro 6.

Matriz de transición en la condición de ocupación y tipo de inserción laboral, 2006-III a 2007-III

  Posición en 2007-III
  OcupadoAsalariadosAutoempleadoEmpleadoresSin pagaDesocup.Inactivos
  Con salud  Sin salud  No Calif.  calif.  Más 5 trab.  Menos 5 trab.  No des  Des. 
Posición en 2006-III
Ocupado  85.6  37.8  20.5  17.0  1.4  4.0  0.9  4.0  1.9  10.0  2.5 
Asalariado
Con salud  93.3  81.9  8.0  1.7  0.4  0.7  0.2  0.3  1.7  4.1  1.0 
Sin salud  80.4  13.9  53.5  8.7  0.5  1.6  0.1  2.1  3.3  12.7  3.7 
Autoemp.
No calif.  81.3  3.5  10.8  57.5  0.7  5.5  0.3  3.0  0.9  14.3  3.5 
Calif.  85.5  10.1  10.8  6.7  45.1  9.2  2.3  1.4  1.8  10.1  2.5 
Empleador
Menos de 5 trab.  90.7  4.4  10.9  28.5  4.5  35.5  4.6  2.3  1.3  7.3  0.7 
Más de 5 trab.  93.0  8.7  7.4  9.7  2.7  23.1  39.5  2.0  0.7  5.7  0.7 
Sin paga  66.7  2.8  12.2  9.6  0.5  1.7  0.3  39.8  1.1  26.0  6.2 
Desocup.  61.5  28.4  22.0  7.0  1.2  1.0  0.1  1.8  11.9  20.8  5.8 
Inactivo
No desalentado  16.6  3.0  6.1  4.1  0.3  0.3  0.0  2.8  1.5  71.8  10.0 
Desalentado  22.1  3.9  9.4  5.5  0.3  0.2  0.0  2.8  2.7  57.1  18.0 

Fuente: elaboración propia con base en la enoe.

Nota: en el rubro sin paga, se incluyen los trabajadores no especificados.

Comentarios finales

En el análisis anterior encontramos que la movilidad en el mercado de trabajo en México es alta, pues 35% de las personas que formaron parte del panel que va del tercer trimestre de 2008 al tercer trimestre de 2009, presentaron algún movimiento en su condición de actividad durante el período de estudio. Tal como se esperaba, la movilidad fue mayor en el período de crisis que en el período de estabilidad; en particular, durante la crisis aumentaron las trayectorias con desempleo.

En el análisis de trayectorias queda de manifiesto que los movimientos entre ocupación, desocupación e inactividad configuran una participación en el mercado de trabajo más dinámica de lo que podría suponerse, pues existe un tránsito importante entre la ocupación y la inactividad. Lo anterior apunta a la necesidad de estudiar con mayor profundidad los vasos comunicantes entre ambas categorías y de discutir indicadores complementarios a la tasa de desempleo abierto, que den cuenta de las formas alternativas que puede adoptar el déficit laboral.

La capacidad de mantenerse ocupados en el período fue mayor entre los más educados y quienes tenían inserciones laborales protegidas, lo que implica que la menor estabilidad está asociada con la precariedad. También se encuentra que, aunque la movilidad es alta, ésta ocurre entre inserciones laborales con características similares, particularmente entre ocupaciones que demandan menor calificación y que están asociadas con condiciones de trabajo más precarias. Estos resultados apoyan la hipótesis de que la movilidad en el mercado de trabajo en México está asociada en gran medida con la inestabilidad en el empleo y, por tanto, constituye una forma de vulnerabilidad laboral.

También se encontró que incluso las personas que estuvieron ocupadas al inicio y al final del panel, tuvieron un proceso de precarización, ya sea por la disminución de sus ingresos, o por la pérdida de la cobertura de salud. Esta situación fue particularmente aguda para quienes pasaron por períodos de desempleo.

Como sabemos, la institucionalidad laboral basada en puestos de trabajo permanentes y estables está siendo desafiada desde hace varias décadas por las tendencias globales de flexibilidad laboral y precarización. La evidencia de una alta inestabilidad en el mercado de trabajo mexicano, abona a los planteamientos sobre la necesidad de reconfigurar el sistema de protección social sobre la base de una ciudadanía social basada en derechos sociales, y no considerando exclusivamente la condición laboral. Entre otras cosas, se requiere una institucionalidad que acompañe a las personas a través de los riesgos sociales que enfrenta a lo largo de su ciclo de vida, incluyendo los riesgos inherentes a las trayectorias laborales inestables.

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Profesora de tiempo completo de la Facultad de Economía de la unam

Una primera versión de este texto se presentó como ponencia en la XI Reunión de Investigación Demográfica en México de la Sociedad Mexicana de Demografía (Somede).

Rodgers (1989) considera que el empleo precario deriva de la combinación de cuatro elementos: inestabilidad (riesgo de pérdida de empleo), falta de protección (no existe seguridad social), inseguridad (pocas posibilidades para los trabajadores de controlar las condiciones de empleo) y vulnerabilidad social y económica (los bajos ingresos están relacionados con condiciones de pobreza).

Si bien 20% de la muestra no permite obtener resultados representativos, metodológicamente, el análisis longitudinal puede tener propósitos diferentes a la inferencia estadística (Wooldridge, 2002). Adicionalmente, el análisis detallado del panel realizado para la elaboración de este trabajo revela que éste mantiene una composición similar a la muestra general en términos de las principales características socio-demográficas y laborales.

Al tomar en cuenta el crecimiento de la economía mexicana a partir de 2008, la serie desestacionalizada muestra cifras negativas en el segundo y tercer trimestres de 2008, no obstante, la primera caída importante se da en el cuarto trimestre de ese año respecto al trimestre anterior. La mayor caída durante el período de crisis se registra en el primer trimestre de 2009 con una disminución de 6.7% respecto al trimestre anterior. A partir del tercer trimestre de ese año se registran nuevamente tasas positivas de crecimiento. Como resultado, en 2008 el pib real aumentó 1.2% y en 2009 disminuyó en 6.2 por ciento.

Para la escolaridad del jefe de familia se considera si tiene primaria incompleta, primaria completa, secundaria incompleta, secundaria completa, siendo la categoría base los que tienen preparatoria. Para la edad se considera si tienen menos de 25 años y más de 45 años.

Usan técnicas de bootstraping para generar los errores estándar correctos y emplean un algoritmo para determinar el número correcto de bootstraps.

El ingreso del hogar se construyó agregando los ingresos de los miembros reportados de la familia. Se incluyen cuatro dummies para el nivel de educación del jefe de familia, primaria incompleta, primaria completa, secundaria incompleta y secundaria completa; 2 dummies, una para menores de 25 años y otra para mayores de 45, una dummy si se tiene más de la media de niños en el hogar (1.3), 3 dummies para la estructura del hogar, madre soltera con hijos, mujeres solteras sin hijos y hombres solteros sin hijos. También 3 dummies para el sector en el que trabaja el jefe del hogar, autoempleado informal, asalariado informal y una categoría residual que incluye que el jefe esté fuera de la fuerza de trabajo, desempleo o no obteniendo ingresos. La constante captura la categoría base de familias con jefes casados, de edad media con educación preparatoria hombres trabajando en el sector formal, con un número de hijos menor a la media.

Se estima un modelo de efectos aleatorios con Mínimos Cuadrados tanto en niveles como en logaritmos.

Muchos de estos análisis se basan en un tránsito entre el sector formal e informal (en términos de sectores con mayor o menor regulación como cumplimiento de la legislación laboral por parte de las unidades productivas o registros ante las autoridades) concluyendo que existe una alta movilidad entre ellos. Estos resultados desafían la hipótesis de la segmentación de los mercados según la cual existen barreras a la entrada entre estos dos grandes sectores, que son la causa principal de sus diferencias en términos de productividad y calidad del empleo. No obstante, una mayor desagregación de las inserciones laborales, más allá de la denominación de sector formal o informal, permite ver que los tránsitos se dan entre ocupaciones similares, esto es, que demandan similares niveles de calificación.

Incluso en este caso, no hay garantía de que las personas hayan permanecido exactamente en el mismo empleo. Es posible que de un trimestre a otro hayan cambiado de empleo.

En este punto, sería interesante conocer cuántos de ellos regresaron a su mismo empleo y cuántos cambiaron de empleo.

Como se mencionó, esto no implica que hayan permanecido ocupados durante todo el período. El análisis de trayectorias se hizo en apartados anteriores.

No obstante, llama la atención que los empleadores con más de 5 trabajadores muestran también una alta movilidad, incluso a formas de empleo más precarias. Esto puede indicar la necesidad de desagregar más el análisis por tamaño de empresa, aunque también puede deberse a que esta categoría está sub representada en las encuestas de empleo y los resultados son menos confiables.

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