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Vol. 47. Núm. 3.
Páginas 77-80 (marzo 2000)
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Antropometría y dieta en adolescentes de Badajoz
Anthropometrics and diet of adolescents in Badajoz (Spain)
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G. PÉREZ PATRONa, JE. CAMPILLO ÁLVAREZa
a Departamento de Fisiología. Facultad de Medicina. Universidad de Extremadura. Badajoz.
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Tradicionalmente se ha considerado la obesidad como un problema de la población adulta, pero en los últimos años son numerosos los trabajos que inciden en la importancia del estudio de la prevalencia de obesidad en niños, adolescentes y jóvenes1-6. Esto es así no sólo porque constituya un problema de salud para el sujeto en cuestión, sino por lo que supone como percepción de la propia imagen y en previsión de un desarrollo armónico del adulto que será. La obesidad se ha convertido en una de las dolencias de mayor prevalencia en la sociedad de los países occidentales7,8, hasta el punto de que se la considera como una epidemia emergente3, que se halla ligada al desarrollo de enfermedades como aterosclerosis, hipertensión, diabetes, enfermedad coronaria, trastornos venosos, litiasis biliar, etc.

El sobrepeso afecta ya al 35% de la población de los países desarrollados9, y se calcula que el 50% de la población de los EE.UU. presentan sobrepeso u obesidad10. En España, se estima que la prevalencia de obesidad es del 13,4%, valor que se incrementa en mayores de 45 años y en mujeres, y que se muestra relacionado con el nivel de instrucción como indicador de la situación socioeconómica8, de tal modo que existe una relación inversa entre el nivel de estudios alcanzado y la prevalencia de obesidad: a menor nivel de estudios, mayor incidencia de obesidad11. En niños se considera que la edad de riesgo para la acumulación de grasa corporal es la preadolescencia y la adolescencia12, y se entiende que el 80% de los adolescentes obesos seguirán siéndolo de adultos4.

Son varias las causas desencadenantes de la obesidad, pero se considera que la más importante es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto derivado de la actividad física realizada. Por otro lado, la visión que el sujeto adolescente tiene de su propio cuerpo y la inconformidad con ella causan alteraciones nutritivas como anorexia o bulimia1, tan extendidas en los países industrializados13.

Esta situación nos llevó a iniciar un estudio en adolescentes y jóvenes extremeños con los siguientes objetivos: a) conocer el patrón alimentario y la ingesta calórica diarias, y b) analizar el estado antropométrico general, incluyendo el índice de masa corporal (IMC), porcentaje de peso graso (% PG) e índice cintura-cadera (ICC).

MATERIAL Y MÉTODOS

La población objeto de estudio estaba constituida por los estudiantes de secundaria y bachillerato de un centro escolar de Badajoz, así como por alumnos de primer curso de las facultades de Medicina y Educación (n = 605). La muestra se seleccionó mediante muestreo aleatorio estratificado siguiendo criterios epidemiológicos14-17.

Para la recogida de datos se diseñó un modelo de encuesta, previamente validado en estudios preliminares, donde se recababa información sobre lo que el sujeto encuestado había ingerido en las últimas 24 h. Para ser cuantificadas por comidas, hemos considerado los siguientes momentos: desayuno, comida del mediodía, cena y picoteos (otros momentos del día). La evaluación energética y de nutrientes se realizó mediante el programa Alimentación y Salud (Nutrifarmacia. Programa Informático de la Escuela de Nutrición. Universidad de Granada. BitASDE, S.A. Versión 6.5. 1998), que se complementó con las tablas de composición de alimentos más ampliamente referenciadas18-20.

Se incluyó, también, un cuestionario sobre frecuencia semanal de consumo de alimentos. Los alimentos que constaban en el cuestionario se agruparon, para su mejor estudio, en los siguientes grupos: I. cereales; II. legumbres; III. carnes; IV. dulces y bollería; V. pescado; VI. huevos; VII. leche y derivados; VIII. grasas; IX. frutas, ensaladas y verduras, y X. alcohol. En total se tomaban 68 ítems de cada sujeto en el caso de respuesta única.

La tipificación del estado de obesidad se realizó mediante el cálculo del IMC: peso (kg)/talla (m2)21,22. Para ello se pesó y talló a los sujetos vestidos pero descalzos en una báscula digital (error, 100 g) y en un tallímetro. A efectos de interpretación consideramos delgados a los sujetos con IMC < 20, normales de 20 a 24,99, sobrepeso de 25 a 29,99 y obesos los individuos con IMC > 3023.

El porcentaje de peso graso (%PG) se calculó a partir del grosor de los pliegues cutáneos24 tricipital, subescapular, suprailíaco y abdominal, medidos con un plicómetro Holtain Tanner/Withehouse de presión constante mediante la fórmula de Yuhasz modificada por Faulkner25.

El ICC se calculó dividiendo el perímetro de la cintura (cm) por el de la cadera (cm) medidos con cinta métrica inextensible. Se han considerado como grados de alerta e intervención los siguientes3: de alerta para varones ICC >= 0,94 y para mujeres ICC >= 0,80; de intervención para varones ICC >= 1,02 y para mujeres ICC >= 0,88.

Tanto el cuestionario como las medidas antropométricas fueron realizados por un equipo experimentado. Todos los datos se recabaron mediante entrevista personal e individual.

Los resultados se expresan mediante medias ± desviación típica ( X­ ± DT). El análisis estadístico se efectuó utilizando la t de Student para la comparación de dos medias y el parámetro r de Pearson para el análisis de correlaciones. Se ha considerado como nivel de significación estadística el de p < 0,05.

RESULTADOS

La muestra la componían 246 sujetos (el 54,47% varones y el 45,53% mujeres) con una edad de 16,98 ± 2,39 años (mínimo 14, máximo 25).

Las medidas antropométricas se realizaron a 242 sujetos y se obtuvieron los siguientes parámetros: peso: 63,3 ± 12,14 kg; talla: 1,67 ± 0,09 m; IMC: 22,37 ± 3,5; %PG: 14,39 ± 4,22. La distribución de estos parámetros por sexos se expone en la tabla 1.

Los percentiles para el IMC para varones son los siguientes: P5 = 17,62; P10 = 18,75; P25 = 20,50; P50 = 22,57; P75 = 24,86; P90 = 27,32; P95 = 29,88 (X­ ± DT= 22,82 ± 3,46; intervalo del confianza del 95% [IC del 95%], mínimo: 22,22 y máximo: 23,42). Para mujeres: P5 = 17,84; P10 = 18,43; P25 = 19,25; P50 = 21,16; P75 = 23,44; P90 = 26,23; P95 = 27,88 (X­ ± DT = 21,84 ± 3,48; IC del 95%, mínimo: 21,19, máximo: 22,50).

En el ICC encontramos los siguientes percentiles para varones: P5 = 0,90; P10 = 0,91; P25 = 0,94; P50 = 0,97; P75 = 0,98; P90 = 1,01; P95 = 1,03 (X­ ± DT = 0,96 ± 0,03; IC del 95%, mínimo 0,9576, máximo: 0,9708); para mujeres: P5 = 0,70; P10 = 0,71; P25 = 0,75; P50 = 0,77; P75 = 0,81; P90 = 0,86; P95 = 0,88 (X­ ± DT = 0,77 ± 0,05; IC del 95%, mínimo 0,7684, máximo 0,7903).

La prevalencia de obesidad (IMC > 30) es del 3,06%. Presentan sobrepeso el 14,06% de los sujetos. En la figura 1 se ilustra la distribución del IMC con respecto al sexo en porcentaje de cada categoría.

Los resultados obtenidos para los dos grupos de edad se exponen en la tabla 1. Los mayores presentan un IMC superior y un %PG más elevado (significativo en ambos casos).

Respondieron al cuestionario de frecuencia de consumo semanal de alimentos 196 sujetos (99 varones y 97 mujeres) de 17,07 ± 2,46 años. Las diferencias encontradas por sexos fueron significativas en la ingestión de los grupos: cereales, carnes y alcohol, en el que los varones presentan una media superior a las mujeres. En éstas se observa una tendencia no significativa a consumir más pescado y fruta (tabla 2).

Al dividir la muestra por edad y agruparla en dos categorías (de 14 a 17 y mayores de 18 años), se aprecian diferencias significativas (p < 0,01) en el consumo de carnes, dulces, pescado, lácteos, grasas y alcohol. Los más jóvenes superan a los mayores en todos los alimentos menos en el consumo de alcohol, que los mayores triplican.

En cuanto al consumo calórico diario, su distribución se muestra en la figura 2. El total consumido al día es de 2.244 ± 761 kcal. En todas las comidas realizadas al día y en el total de 24 h se observan diferencias significativas entre sexos (p < 0,01), superior siempre en varones, como se expone en la tabla 3.

Al considerar la ingesta calórica de ambos grupos de edad, no encontramos diferencias estadísticamente significativas en la ingesta global del día, del desayuno y del almuerzo (mediodía). Aparece significación estadística en la ingesta de la cena (p < 0,05): 549 ± 279 kcal de los menores de 18 años, frente a 633,6 ± 314 kcal de los mayores, y en los picoteos entre horas (p < 0,01): 483 ± 340 kcal de los menores, frente a las 328 ± 330 kcal de los mayores de 18 años (fig. 3).

El porcentaje aportado por los glúcidos al total calórico del día es de 40,86 ± 8,28; las proteínas proporcionan el 17,55 ± 4,19 los lípidos proporcionan el 41,58 ± 8,23. Sólo aparecen diferencias significativas (p < 0,05) en la aportación de los hidratos de carbono al considerar los grupos de edad: 39,85 ± 7,63 en los menores de 18 años, frente al 42,24 ± 8,95 en los mayores.

Existe correlación positiva entre los parámetros esperados como son el peso, talla y el IMC. Los demás valores se exponen en la tabla 4.

DISCUSIÓN

Las medidas antropométricas se realizaron contando con un error máximo de ± 2% debido al peso: los sujetos se pesaban vestidos; se indicaba a los sujetos que se quitaran chaquetas y calzado. El error indicado es asumible, pues incrementa no significativamente la desviación típica en el IMC. Queremos insistir en que, a pesar de tratarse de adolescentes, al solicitarles que se desvistieran para medir los pliegues y contornos de la cintura y cadera, la colaboración de todos ellos fue absoluta. Este clima de colaboración se creó por el especial empeño del equipo de encuestadores, que, conscientes de la necesidad de obtener datos fiables sobre todo en lo referente a la dieta y el consumo de tabaco y alcohol, pusieron gran interés en propiciar un ambiente favorable a lo largo de la toma de datos.

De los 246 sujetos estudiados, 18 tenían más de 20 años, el mayor contaba 25; dado que la edad media (16,98 ± 2,39 años) coincidía con la plena adolescencia y que los mayores de 20 años no eran muy numerosos, no nos pareció correcto eliminar a estos sujetos de nuestras hojas de cálculo, por creer que con su inclusión los datos obtenidos responderían mejor a la realidad estudiada. El tamaño de la muestra, aunque insuficiente para sacar conclusiones de la población general, permite conocer con gran aproximación las características ponderales y dietéticas de los adolescentes pacenses.

Los resultados referentes al IMC y %PG (alta correlación) en los grupos de edad indican cierta tendencia a ganar peso con la edad.

En los resultados del IMC por sexos destaca que hay un mayor número de varones con sobrepeso y obesidad, y más mujeres delgadas que varones (varones: delgadez, 20,61%; sobrepeso, 19,08%; obesidad, 4,58%; mujeres: delgadez, 31,52%; sobrepeso, 11,71%, y obesidad: 2,7%).

La ausencia de referencias de IMC en menores de 18 años obliga a utilizar los mismos rangos que para los adultos, a pesar de la incidencia que las diferencias en la maduración sexual tiene en las edades consideradas. Por ello los resultados se expresan en forma de percentiles, encontrándonos que a iguales percentiles, los grados de sobrepeso se alcanzan antes en varones que en mujeres.

En el ICC los valores obtenidos para el P25 en varones y el P75 en mujeres se consideran "zonas de alerta" en adultos. La "zona de intervención" se establecería por encima del P90 en varones y en el P95 en mujeres, según los mismos criterios3. Dado que el ICC está sujeto a modificaciones propias del desarrollo sexual característico de las edades consideradas en este estudio, creemos que las zonas antes citadas para adultos deben ser revisadas en el caso de adolescentes y jóvenes. En el mismo contexto de la diferenciación sexual propia de las edades consideradas habría que interpretar la inesperada correlación negativa encontrada entre el ICC y el %PG (r = ­0,158; p < p 0,05).

El consumo semanal de alimentos por sexos puede hacernos pensar que las chicas "comen mejor" que los chicos. Así lo indica la menor ingestión de carnes o alcohol de las mujeres y la tendencia a comer más frutas y pescado. Sin embargo, también practican menos deporte y fuman más que los varones (observaciones no publicadas).

El consumo calórico señalado respecto a los principios nutritivos es inferior al recomendado26,27 en el caso de glúcidos y superior en lo que respecta a los lípidos y proteínas. Estos resultados se corresponden con los obtenidos en estudios similares de otras zonas de España28-32.

De todo lo expuesto, resaltamos las siguientes conclusiones: a) en la muestra estudiada los sujetos con IMC > 25 representan el 17%; b) los varones tienen una ingesta calórica superior que las mujeres en todas las comidas del día, siendo el total de 2.244 ± 761 kcal; c) el 18% de las calorías ingeridas en el día proceden del consumo entre horas, y d) el consumo de grasas y proteínas es más alto que el recomendado, el de glúcidos, menor.

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